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69 años viviendo en peligro nuclear
Mar, 12/08/2014 - 11:45

Rodrigo Álvarez

La ONU y Lula Da Silva: ¿modernización o crisis?
Rodrigo Álvarez

Rodrigo Álvarez es Académico-Investigador Escuela de Periodismo de la Universidad Mayor, Coordinador e Investigador del Programa-Centro de Estudios Coreanos Chile de IDEA y Profesor de la Carrera de Periodismo de las Universidad de Santiago de Chile. Es Doctor en Estudios Latino Americanos, mención Relaciones Internacionales; Master of Arts en Economía Política Internacional por la Universidad de Tsukuba (Japón) y IVLP por el The United States Department of State Bureau of Educational and Culture Affairs. Además, es Periodista y Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Diego Portales (Chile). Es miembro del Nuclear Security Governance Expert Group (NSGEG), del Fissile material Working Gruop (FMWG) y de la Red de Seguridad de América Latina (Resdal).

Hace solo unos días se conmemoraron los 69 años de las primeras bombas atómicas lanzadas por EE.UU. sobre Hiroshima y Nagasaki. Los resultados nefastos de aquellas dos incursiones militares produjeron, según cifras oficiales, la muerte de unas 220 mil personas. A ello deben sumarse las secuelas que han perdurado por generaciones, derivadas de la contaminación nuclear.

Además, han pasado 69 años desde el momento justo en que la historia del hombre cambió para siempre. Desde entonces, sustentado en el principio de disuasión, la sociedad internacional entró en lo que hasta hoy se conoce como el “principio de destrucción mutua asegurada”. Este cambio radical en la capacidad militar, que desde entonces permitiría (y permite hasta hoy) la autodestrucción potencial de la especie humana, generó una reacción inmediata que apunto a la contención de la proliferación de la tecnología nuclear con fines militares.

Sin embargo, para 1964, además de Estados Unidos que lo había alcanzado en 1945, cuatro países se sumarían al grupo nuclear con objetivo militar: Rusia en 1949, Inglaterra en 1953, Francia en 1960 y China en 1964. Coincidentemente, estos cinco países son los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El temor de la proliferación se vería aún más tensionada cuando, a éste grupo, se sumaron Israel en 1967, India en 1974 y Pakistán en 1998; luego en el siglo XXI se agregaría  Corea del Norte. La gran diferencia entre el primer y segundo grupo, es que los primeros son parte del TNP, mientras los segundo no.   

Frente a esto surgen dos preguntas. La primera, es saber cómo ha reaccionado el sistema internacional frente a la proliferación nuclear militar. Al respecto, y a pesar de la sensación de proliferación derivada del aumento de países con capacidad militar nuclear, el mundo sí ha construido lo que se llama una arquitectura nuclear, la cual se ha desarrollado sobre el marco que entrega el TNP. En general, con distintos grados de éxito, esta arquitectura se ha orientado a la no-proliferación, al desarme y a la seguridad.

La segunda interrogante se orienta a saber en qué momento está el tema nuclear desde la perspectiva militar. La respuesta, en este caso, es más compleja. La no-proliferación ha demostrado ser un tema de permanente tensión. Basta ver los casos de Israel, India, Pakistán y Corea del Norte, así como también el complejo escenario que aún se enfrenta con Irán.

En tanto, frente a la visión realista de la seguridad nacional de los estados nucleares y a la imposibilidad de los estados no nucleares por tener una mejor posición para presionar por el desarme, la eliminación total del armamento nuclear se ha visto imposibilitada de ser alcanzada en el corto o mediano plazo.

Es este escenario el que ha reactivado la preocupación y ha generado una acción dispersa de iniciativas, como por ejemplo los intentos de la Nuclear Security Summit. Además, en 2013 se lanzó lo que se conoce como la “iniciativa humanitaria”, que tuvo su primera cita en Noruega y luego en México, donde lo central es poner sobre relieve las consecuencias humanitarias y en el desarrollo que tendría la detonación de un arma nuclear.    

El tema es crucial y una permanente preocupación para el desarrollo de las naciones. Es que hoy, pese a los esfuerzos de la sociedad internacional, que ha utilizado la arquitectura global desarrollada desde 1953 por el presidente Eisenhower con el recordado discurso “Átomos por la Paz”, se calcula que en el mundo aún existen cerca de 16 mil bombas nucleares. Una cifra que durante la Guerra Fría, por ejemplo, podría haber sido el conflicto final.