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Baldetti se equivoca (otra vez), ahora al hablar de hackear
Vie, 12/09/2014 - 08:41

Martín Rodríguez Pellecer

Destruir la política en Guatemala
Martín Rodríguez Pellecer

Martín Rodríguez Pellecer (1982) es periodista y guatemalteco. Estudió Relaciones Internacionales (una licenciatura) en Guatemala y luego una maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Autónoma de Madrid (España). Aprendió periodismo como reportero en Prensa Libre entre 2001 y 2007, desde la sección de cartas de los lectores hasta cubrir política e investigar corrupción. En 2007, ganó un premio de IPYS-Transparencia Internacional por el caso Pacur. Ha trabajado en think tanks (FRIDE, Flacso e ICEFI), aprendido varios idiomas, viajado por dos docenas de países, es catedrático en la URL y columnista de elPeriódico. Es director y fundador de Plaza Pública.

La verdad es que no disfruto criticar al villano demonizado de la temporada. Pero la vicepresidente Roxana Baldetti pule cada vez más su antipatía por la democracia y su afán por los controles autoritarios. En una entrevista radial dijo que para evitar el acoso para el que se usa la app Secret, el gobierno usaría unas herramientas “carísimas” con las que cuenta para hackearla y dar con los responsables de los posts.

La semana pasada escribí que a mí me parece que debemos prohibir esta app. Pero debemos hacerlo con argumentos legales y protegiendo derechos, como quiere poner en el debate la PDH. O convenciendo a Google, a Apple y a Microsoft de lo dañinas que pueden ser apps como ésta. Es decir, sería mucho más efectivo y democrático que un tribunal prohíba una app que se usa para violencia contra las mujeres, a que el gobierno compre equipos para hackear todas las redes sociales y tener toda la información de los ciudadanos.

Brasil no logró cerrar la app y la semana pasada todavía podía bajarse a pesar de la orden judicial. Parece que llegaron a un acuerdo y Secret hará algunos cambios en su actualización, que debería estar disponible desde esta semana (al menos para Brasil).

Ahora, por ejemplo, ya no se va a poder subir fotos desde celulares, tendrán que pasar por Flickr, se prohibirán posts con nombres propios y cuando se detecten palabras claves, Secret bloqueará el post y le pedirá al usuario que lo piense dos veces.

No sé si será suficiente o si realmente podrán filtrarlos, pero debemos evitar plataformas que sean usadas como espacios de violencia contra las mujeres. Y debemos usar toda nuestra creatividad para lograrlo y para asegurar valores democráticos como la privacidad, el derecho a al anonimato, la libertad y la dignidad en estos tiempos, que no son virtuales sino hiper-reales.

A los gobiernos (en especial el del PP) estos valores y la privacidad de los ciudadanos les importan un comino y los jueces deberían protegernos. El año pasado, esta administración compró un programa para el procesamiento de datos digitales y también se descubrió de una oficina (más) de vigilancia sobre posts y tuits. Yo no quiero que a cambio de encontrar a responsables de violencia en Secret, puedan tener acceso a mi información personal. Como tampoco estoy de acuerdo que para bajar los índices de violencia pongan cámaras con face-recognition en la zona 18.

En resumen: no tenemos que renunciar a libertades para garantizar la seguridad. Hay formas mucho más creativas y eficientes.

PS1. Cuando parecía más débil, la CICIG y el MP nos demostraron –con la captura de la red criminal más poderosa desde las cárceles– que tienen más vigencia y fuerza que un gobierno de mano dura. ¿Deberíamos cerrarla en 2015 o todavía podría ayudarnos, pequeña y eficiente, para desmantelar redes de aparatos clandestinos al amparo del Estado?

PS2. Perdonen que tras 7 años como columnista semanal (la mitad en elPeriódico) me haya convertido por ahora en uno quincenal. Es porque estoy felizmente ocupadísimo en Nomada.

*Esta columna fue publicada originalmente en el blog de Martín Rodríguez.

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