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Brasil: la dudosa liberalidad de género del Gigante Verde Amarelo
Jue, 03/04/2014 - 14:40

Bia Rodrigues

Brasil: la dudosa liberalidad de género del Gigante Verde Amarelo
Bia Rodrigues

Bia Rodrigues es periodista. Se desempeña como reportera de AmericaEconomiaBrasil.com.br desde octubre de 2013. Ha trabajado como reportera de infografia en O Estado de S.Paulo y UOL, como redactora en Diário do Comércio. Estudió periodismo en la Universidade Estadual Paulista (UNESP), en Brasil, y hace un diplomado en Comunicación Digital en la Universidad de Chile.

Hace casi dos años que vivo en Chile. Muchas veces, durante este período, extranjeros de paso por Santiago me han comentado que perciben a Brasil como un país liberal, donde hombres, mujeres, homosexuales, heterosexuales, negros, blancos o indios, viven en armonía. Porque a fin de cuentas, Brasil es el país del Carnaval, donde hombres y mujeres (mucho más ellas que ellos) desfilan semidesnudos ante una multitud. Pero nuestra realidad de género, al menos, es muy distinta...

Sigamos con el Carnaval, la más grande fiesta pagana del mundo: es el único espacio-tiempo, en el Sambódromo, donde se permite el topless. Además, si una mujer deja sus pechos al desnudo en alguna playa de Brasil, que no sea nudista, puede tener problemas con la policía. Una especie de movimiento en favor de la práctica se esbozó en diciembre, pero no duró más que algunas semanas y no consiguió ningún cambio. Siento defraudarlo, porque tal vez usted vio alguna de las exitosas teleseries brasileñas como Pantanal, Xica da Silva o Doña Beija, donde no era extraño que los personajes femeninos desfilaran con los senos expuestos... nuestra vida no es así.

Mi país tiene una habilidad formidable para venderse apelando a características distintas a las de la realidad, a lo que vemos en el día a día, porque en un país liberal, pienso, hombres y mujeres no deberían sufrir violencia de género. Sin embargo, sólo en los últimos 20 días hay muchos ejemplos en Brasil que demuestran el machismo y la violencia de género enquistada en la sociedad. El 15 de marzo, la prensa brasileña publicó reportajes sobre grupos en Facebook que estimulaban el acoso contra mujeres en el transporte público. Tres días después, un estudiante fue detenido en un coche del metro de Sao Paulo, luego de abusar de una mujer. Adilton Aquinio dos Santos, de 24 años, a quien se aprehendió, manifestó que “estaba muy apretado en el tren y no pude resistirme”, una cínica versión, tomando en cuenta que dos Santos era seguidor de uno de esos nefastos grupos alojados en la red social. El día 20, tres hombres fueron detenidos después de asediar mujeres en el metro de la más grande ciudad de Brasil, y hasta el momento van 23 denuncias de acoso registradas en la Comisaria de la Policia del Metro de Sao Paulo. En una sola de éstas, un hombre fue la víctima... acosado por otro hombre.

Después de estos hechos, una campaña publicitaria para estimular el uso del metro, del gobierno del Estado de Sao Paulo, y transmitida en la radio Transamérica, causó polémica. A raíz del anuncio, un locutor afirmó en vivo que “el metro colapsado por el exceso de gente es bueno para engrupirse (expresión chilena popular para explicar la seducción que utiliza argumentos falsos, deshonestos; "xavecar", en portugués) a las mujeres”. La compañía de trenes subterráneos se eximió de toda responsabilidad y afirmó que va a demandar a la radio, estación que se defendió alegando que era un comentario chistoso solamente, de un personaje humorístico. Humor brutal, humor sobre un flagelo que un hombre rara vez vive, ¿no creen?

A tal punto ha llegado esta problemática, que algunos brasileños son partidarios de vagones exclusivos para mujeres como una manera de combatir el acoso sexual en los trenes. Ciudades como Brasilia y Rio de Janeiro ya adoptaron la medida. En América Latina, Ciudad de México siguió la misma tendencia, aunque el problema sé que va más allá, porque adoptar tal medida es tapar el sol con un dedo. Es admitir que muchos hombres no controlan sus instintos, y peor: no pueden controlarlos, por lo que se pone la solución en un cambio en la vida de la víctima. En definitiva, como dice otro adagio popular: poner el parche antes de la herida. Es así como piensan los grupos de mujeres que crearon organizaciones para combatir el acoso callejero en Brasil, Perú, Chile y Colombia. Y yo sólo puedo concordar y apoyar estos movimientos. Porque temo aún algo peor: que algunos acosadores piensen que las mujeres que usan vagones no exclusivos están disponibles para el asedio sexual.

Otra cosa que prueba que Brasil no es un país liberal es la penosa realidad que reatificamos hace una semana los brasileños, el 25 de marzo, cuando se publicó una encuesta del Instituto de Pesquisas Aplicadas (IPEA) sobre la tolerancia social a la violencia contra las mujeres. El 58% de los encuestados concordó, parcial o totalmente, con la siguiente afirmación: “si las mujeres supieran comportarse habría menos violaciones”, y 26% (*) concordó, parcial o totalmente, con “mujeres que usan ropas que muestran el cuerpo merecen ser atacadas”. Como pueden ver, la culpa recae sobre la víctima. Son las mujeres las que necesitan comportarse cambiando su modo de vivir y de vestirse. Y estas cifras surgen en el país del Carnaval, el que usted creía que era liberal.

En reacción a la encuesta, la periodista Nana Queiroz subió un mensaje en su Facebook con una foto suya en frente del Congreso Nacional brasileño, en la cual aparece sin polera y con la frase “No merezco ser violada” escrita en su cuerpo. La idea era que otras mujeres hicieran lo mismo y se generara una protesta virtual. Muchas mujeres y hombres lo hicieron entregando su apoyo. Pero la página de la manifestación también fue bombardeada por mensajes de hombres y mujeres, ¡de Brasil, el país liberal!, porque también los brasileños podemos ser muy machistas, estar en contra de una iniciativa así. Ella fue amenazada. “Amanecí de una mala noche. Probé en la piel, la furia de la encuesta. Hombres me escribieron amenazando con violarme si me encuentran en la calle; mujeres escribieron que desean que yo sea violada”, escribió Nana en su perfil de la red social.

Y doy un último ejemplo: Brasil registra el homicidio de un homosexual cada 28 horas, totalizando 312 en 2013, según el Grupo Gay de Bahía (GGB). Con la estadística anterior, mi país se convierte en el líder en homicidios de homosexuales en el mundo. De cada cinco gays o transexuales asesinados en el mundo, cuatro son brasileños. Sume a esto que Brasil hasta hoy no ha aprobado una ley contra la homofobia. Asimismo, yo aún no olvido el anuncio puesto en Mercado de Libre de Brasil, donde se ofrecían negros a 1 real (US$0,44), en enero de 2014. Un adolescente de 16 años fue detenido por ese hecho.

Por todo lo anterior, cuando un extranjero me habla que Brasil es liberal en el trato de género, yo afirmo que tajantemente que no. Cambiarlo a mi Gigante Verde Amarelo será difícil, pero sólo resta un camino: que todos aquellos que deseamos vivir en una sociedad más justa, equilibrada y liberal, nos unamos. No podemos quedarnos paralizados delante de tantas situaciones inaceptables.

**El Instituto de Pesquisa Aplicada (Ipea) corrigió los datos de la investigación este viernes. Al princípio, fue divulgado que 65% de los entrevistados estaban de acuerdo total o parcialmente con la afirmación: “mujeres que usen ropas que muestran el cuerpo merecen ser atacadas”. Pero, en realidad, el dato correcto es 26%.

**Lea además: En América Latina, mujeres crean grupos para combatir el acoso callejero

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