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CaliBRANDO, un Sistema de Medición de Satisfacción con la vida en Cali
Mar, 05/05/2015 - 15:41

Lina Martínez

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Lina Martínez

Lina Martínez es la Directora del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Icesi (Colombia).

Desde hace varias décadas, la satisfacción con la vida se ha convertido en un factor relevante para la formulación de políticas públicas. La satisfacción con la vida es un concepto que cubre innumerables dimensiones que hacen parte de las experiencias de la gente. Es ampliamente entendida como la forma en que los individuos evalúan su propia vida y cómo perciben el futuro inmediato.

En la literatura, ésta es el centro de la evaluación del "bienestar subjetivo", el cual combina factores cualitativos y cuantitativos para medir la calidad de vida de los individuos. El bienestar subjetivo entra en escena en el momento en que los gobiernos entienden que los indicadores objetivos de un país miden de todo, pero en el fondo no dicen nada sobre los aspectos que son realmente relevantes para la población. Por ejemplo, el PIB per cápita, las tasas de cobertura en todos los sistemas públicos o las tasas de mortalidad infantil son indicativos de gestión pública, pero no dicen nada sobre la valoración que los beneficiarios hacen de los servicios que provee el gobierno.

Diferentes estudios muestran que la satisfacción con la vida la componen múltiples factores, muchos que son propios de la esfera privada. Por ejemplo, las relaciones familiares o la vida en pareja, en los cuales el gobierno no puede ni debe intervenir. Sin embargo, la satisfacción con la vida también la componen factores propios de la esfera pública y de la formulación de políticas públicas: sentirse seguro o ser atendido a tiempo por un médico cuando se siente enfermo.

En los países europeos la medición del bienestar subjetivo es un esfuerzo que se lleva a cabo desde el 2011. Ejemplo de esto es el indicador de "Better Life Index" que se mide en los países pertenecientes a la OCDE. Probablemente este es el indicador a mayor escala de una medición continua de la satisfacción con la vida y su relevancia en la formulación de políticas públicas. Sin embargo, la satisfacción con la vida, incluido como un indicador en la gestión pública está apenas empezándose a establecer en América Latina. Sistemas como el Latinobarómetro y otras encuestas que se implementan en países latinoamericanos han ido incluyendo progresivamente preguntas para medir la satisfacción con la vida de los individuos, incluso, sistemas de medición oficiales (como el caso de Colombia), ya preguntan por el nivel de satisfacción con la vida. En general, éstas son buenas noticias, pero todavía falta para consolidar sistemas de medición de satisfacción con la vida que evalúen de una manera comprensiva todas las dimensiones que este constructo abarca, como lo hace OCDE, por ejemplo.

En Cali, Colombia, desde el 2014 se viene implementado un sistema llamado CaliBRANDO, cuyo objetivo es medir la satisfacción con la vida de los habitantes de la ciudad. El proyecto es desarrollado por el observatorio de Políticas Públicas –Polis- de la Universidad Icesi. En su primera aplicación se encontró que el nivel de satisfacción con la vida de los caleños es bastante alto, con un promedio de 8,3 (en una escala de 1 a 10). Este promedio es el más alto de toda Colombia, y muy por encima del promedio de satisfacción reportado en los países europeos que está alrededor del 6,6.

Sin embargo, este promedio oculta factores que son altamente relevantes para la formulación de políticas públicas. Por ejemplo, los resultados muestran que las personas de etnias minoritarias como afro-descendiste e indígenas están menos satisfechas, lo cual al menos da un indicio de discriminación. A pesar que las mujeres son en promedio las que se declaran más satisfechas con su vida, están mal remuneras. El desempleo, el empleo informal y la falta de ahorros, las afectan mucho más que los hombres. Las personas sin hijos se declaran más satisfechas que los que tienen hijos, y los que estudian están más felices que los que no.

Los caleños son increíblemente optimistas sobre sus condiciones económicas, pero casi la mitad tiene empleo informal y muy pocos tienen ahorros para vivir tres meses en caso de un choque externo de iliquidez. De igual manera, son muy pocos los que han podido adquirir activos, menos del 30% es propietario de algún bien raíz y el 31% es dueño de un medio de transporte motorizado. También consideran que están en mejores condiciones que sus padres y que están conformes con el nivel de vida a la que pueden acceder de acuerdo a sus ingresos. Esto puede insinuar que el caleño promedio es bastante conformista o que al menos su marco de referencia, le permite estar satisfecho con lo que han conseguido. Una de las preguntas que han surgido de esto es ¿contra quién se comparan los caleños que están tan bien? Estas y muchas más preguntas se generan al ver los resultados.

El 2014 fue el primer año de recolección de datos, pero el proyecto ha sido planeado para arrojar datos anuales, estadísticamente representativos para la ciudad. Con esta información se espera aportar a una mejor gestión pública ya que los datos permiten priorizar problemas y gastos al igual que le permite a la administración local tener un indicativo del buen o mal trabajo que ha hecho en términos de comunicación de resultados en su gestión.

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