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Centroamérica: perspectivas 2016 en competitividad y desarrollo sostenible
Mar, 15/12/2015 - 09:50

Víctor Umaña

Centroamérica: perspectivas 2016 en competitividad y desarrollo sostenible
Víctor Umaña

Víctor Umaña es Director del Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible de INCAE Business School.P { margin-bottom: 0.21cm; direction: ltr; color: rgb(0, 0, 0); widows: 2; orphans: 2; }

El 2016 presenta un panorama heterogéneo para Centroamérica, en términos de crecimiento económico. Panamá seguirá presentando el mejor desempeño, aumentando su producción en 6%. Luego se ubicarán Nicaragua, Guatemala (con tasas de crecimiento entre 4 y 5%), y posteriormente, Costa Rica, Honduras y El Salvador con tasas cercanas o menores al 3%.   

La buena noticia para la región, al ser un importador neto de productos básicos, es que la caída de los precios continuará mejorando sus términos de intercambio. De esta forma, las tasas de crecimiento contrastan positivamente con las del resto de Latinoamérica, donde el bajo precio de las commodities ha sido un golpe muy duro a sus economías.  

Sin embargo, persisten las causas estructurales del desempeño económico modesto en la mayoría de los países. Esta es una muy mala noticia. El crecimiento económico registrado desde 1980, por los países del triángulo norte de Centroamérica (Guatemala, El Salvador, Honduras), ha sido insuficiente para cerrar las brechas de ingreso por habitante con el resto del mundo. En términos reales, el PIB per cápita del mundo creció 59,7% entre 1980 y 2014; esta cifra en el caso de El Salvador fue de 50%, mientras que en Honduras cerca de 30% y Guatemala con el desempeño más bajo de este grupo de países, con apenas 15%.

Durante 15 años, el Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible (CLACDS) de INCAE ha evaluado el desempeño competitivo y sostenible de Centroamérica. Al consultarle a los empresarios cuáles son los tres principales problemas para la competitividad, consistentemente señalan: la burocracia, la corrupción y la inseguridad. Estos tres problemas  parecen señalar el mismo reto: la institucionalidad. El sistema institucional actual no responde a las necesidades de la población o lo hace de manera incompleta. La falta de legitimidad de algunos actores del sistema, así como de interlocutores que puedan dialogar y construir rutas comunes, conduce cada vez más hacia una ingobernabilidad donde los diferentes grupos de interés velan por sus beneficios y en muchos casos disputan el poder al Estado.

En el campo económico y de competitividad, la región enfrenta una serie de desafíos hacia el futuro. Las diferencias con el resto del mundo se están ampliando y las debilidades en la formación de capital humano, así como las brechas tecnológicas y de innovación, hacen que el panorama se vea "nublado" en el mejor de los casos.

En el aspecto ambiental, la región se beneficia de una rica biodiversidad, sin embargo, el manejo de estos recursos es débil y de poca importancia en las agendas políticas, por lo que corremos el riesgo de perder este capital ambiental.

También la tasa de crecimiento de la población ha disminuido y la región está desaprovechando el bono demográfico que ha sido fuente de crecimiento y desarrollo en otras latitudes.

En este contexto, quizás uno de las noticias más importantes para el 2016 es que el gobierno de los Estados Unidos ha propuesto un programa integral de ayuda a Centroamérica, y en particular a los países del triángulo norte, Guatemala, Honduras y El Salvador, para que mejoren su competitividad y progreso social, como medio para evitar las amenazas relacionadas con el crimen, la violencia y el desplazamiento de poblaciones.

Este programa, el cual se estima en una suma superior a los US$500 millones, podría representar un importante empujón para resolver parte de la problemática citada. Para ello, es fundamental que haya una visión compartida por los gobiernos y el sector privado en cuánto a lo que se debe hacer. 

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