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Chile: el retorno del discurso republicano en medio de la agitación estudiantil
Vie, 18/11/2011 - 10:43

Marcel Thezá

Chile: el retorno del discurso republicano en medio de la agitación estudiantil
Marcel Thezá

Marcel Thezá es investigador del Centro de Investigación Sociedad y Políticas Públicas de la Universidad de Los Lagos (Chile). Es especialista en políticas públicas, y en investigación académica en los ámbitos de la filosofía política y la ciencia política. Es licenciado en Filosofía de la Universidad Católica de Valparaíso (Chile) y doctor en Ciencias Políticas de la Universidad Católica de Lovaina.

En Chile, durante los últimos meses, el rescate del término “republicano” o de “lo republicano” ha servido insistentemente al propósito de anteponer, tanto en el plano educacional como también en el de la política, una aún imprecisa aspiración de un modelo distinto al modelo liberal y economicista que tan fuertemente ha inspirado el sistema de educación chileno, y gran parte de la política pública, desde hace más de 30 años (la exigencia de la gratuidad y el fin del lucro en la educación superior van en esa dirección).

Resulta casi asombroso que en un país que se había habituado a los términos y a la nomenclatura propia de un sistema liberal (consumidor, cliente, individuo, decisiones racionales, etc.), se evoque un término que muchos hubiésemos pensado prácticamente olvidado en el lenguaje de personas y de actores, tanto sociales como institucionales, e independiente de su ubicación en el espectro político.

Ahora bien, es totalmente razonable que en ciertos momentos la sociedad acuda a aquellas referencias que respondan a las exigencias de la situación. Podemos afirmar que hoy en día pareciese que la situación chilena -un ciudadano abrumado frente a la irracionalidad y arbitrariedad de un mercado insaciable y de un sistema público debilitado- lo justifica plenamente. Este redescubrimiento del republicanismo es bastante relevante a lo menos por dos importantes motivos:

*Primer motivo, al hacer referencia a lo republicano no necesariamente se hace referencia a un modelo definido y definitivo (acordar un modelo de desarrollo preciso debiese ser el próximo desafío de la sociedad chilena), sino más bien a una idea de sociedad que sería diferente a la que tenemos hoy en Chile. Ese conjunto de ideas forman lo que habitualmente llamamos un valor y cada valor se manifiesta en un “objeto de aprecio” o de “estima”, que en este caso pareciese ser “lo público”.

En políticas públicas esto es precisamente el orden lógico: pensar en los valores de referencia y luego en cómo esto se traduce en políticas específicas. Siempre es razonable comenzar por construir el andamiaje cultural que dé legitimidad a lo que el Estado realiza. Esta legitimidad está dada en los sistemas democráticos por la búsqueda de consensos y de acuerdos amplios. No fueron precisamente estos consensos los que persiguió el legado dictatorial que la sociedad chilena hoy más que nunca lamenta.

*Segundo motivo, al apelar a lo republicano adscribimos a una visión de igualdad que es más que igualdad jurídica, es igualdad en las oportunidades efectivas, es igualdad de resultados. Esta renovada convicción debiese terminar con la reflexión frívola que alentó políticas cuyo eje ha sido la búsqueda de una equidad aún más imprecisa de la cual además nadie se hacía responsable.

Sin embargo, los valores republicanos, si efectivamente decidimos tomarlos en serio, debiesen llevarnos también hacia otro tipo de comprensiones de la sociedad que brinden plena lógica al discurso que se ha estado formulando en los últimos meses en Chile. Concretamente, no debiésemos ser sólo republicanos para exigir derechos, sino también para comenzar a reflexionar sobre nuestras obligaciones con el país. Es en este marco que no se pueden eludir a lo menos dos temas que hoy son pertinentes:

*La relación entre los intereses privados y públicos: apelar a lo republicano implica verdaderamente hacernos cargo -y de manera activa- de lo público, implica asumir compromisos. En este marco desde ya es preciso discutir qué tipo de responsabilidad social tendrán los jóvenes que recibirán educación superior gratuita (recordemos que en ciertas áreas, como la salud, Chile tiene grandes dificultades para garantizar presencia de profesionales en el sistema público y en zonas y localidades lejanas a las capitales regionales). Podríamos preguntarnos también qué tan republicano es exigir voluntariedad en el proceso de elección de autoridades, cuando el voto es, por su naturaleza, el símbolo de  un acto fundamental y fundacional de la democracia que, por lo tanto, debiese ser obligatorio. Aquí tenemos a lo menos algunas interrogantes que habrá que saber resolver.

*El valor de las instituciones y el Estado: apelar a lo republicano implica cuidar las instituciones y valorar el rol del Estado. Los ciudadanos deben ser críticos de la ineficiencia y también de la insensibilidad de las autoridades. La insatisfacción debe manifestarse y expresarse con claridad y con la fuerza necesaria para que ella provoque efectos políticos en el sistema institucional, pero no debe terminar destruyendo el sistema de instituciones. Cuando eso sucede el resultado es más negativo aún: populismo y diversos tipos de autoritarismo.

El republicanismo es en sí respeto por las instituciones que ha construido y reproche cuando ellas no funcionan.

Como vemos, el republicanismo nos permite apoyarnos en un conjunto de valores, pero también nos obliga a pensar de manera distinta nuestra relación con la comunidad. Hoy éste es un desafío fundamental de la sociedad chilena.

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