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Cómo enseñarles a invertir a los adolescentes
Jue, 07/08/2014 - 23:56

Gustavo Neffa

La importancia de la educación financiera en los niños
Gustavo Neffa

Gustavo Neffa es Socio-Director de Research For Traders.

Durante la adolescencia, la tarea de educar a los hijos en el mundo de las finanzas personales no sólo es más compleja sino que tiene que comenzar a ser complementada con otras herramientas. Una solución a los pedidos de dinero para hacer frente a sus primeros gastos en forma personal es otorgarles una “paga” semanal o mensual. 

Los chicos que atraviesan la pre-adolescencia (10 a 13 años) y sobre todo en la adolescencia (desde los 13 hasta los 19 años) necesitan efectivo para afrontar sus gastos mínimos como la compra de alguna golosina, almuerzo, gastos de libros, apuntes o el transporte público. No se trata de repartir plata, sino de cubrir una necesidad. 

Esta será su primera experiencia con la independencia financiera y una oportunidad única para educarlos sobre la importancia del presupuesto personal. Para eso, hay que establecer reglas básicas para su uso, haciéndole ver que se trata de un recurso escaso para él.

El objetivo básico es enseñarles la importancia de administrar eficientemente su dinero y no premiar o castigar sus comportamientos. Ser eficiente es alcanzar los objetivos mediante la optimización de los recursos para lograr ese objetivo.

La idea no es que ellos ordenen, limpie su cuarto o pidan colaborar en las labores domésticas cuando necesitan plata para sus gastos diarios, sino que es mejor darles una cantidad base semanal (que es mejor que mensual porque así no se lo gastan todo de golpe) para que puedan planificar su vida, teniendo ingresos regulares. 

Para estimar la cantidad a darles, se puede realizar una lista de algunos de sus gastos discrecionales habituales y decidir en cuáles quiere darles la responsabilidad de que los cubran, lo que dependerá de su edad y grado de madurez.

Este dinero no tiene por qué representar una erogación adicional para los padres, ya que sólo se trata de transferirles el compromiso de abonar ciertas cosas. Es decir, en vez de tener que pagarle siempre el boleto de transporte, que lo hagan por su cuenta.

La suma debe estar de acuerdo a la imagen de que cuesta ahorrar y enseñarles que el efectivo no es ilimitado, que no se puede comprar todo lo que se quiere sino que hace falta priorizar y luego guardarlo para lograr un objetivo. La diferencia entre necesidades y deseos es un tema recurrente aquí también. 

También, es la oportunidad de explicarles cómo funciona un presupuesto personal. Se puede empezar por decirles por qué se le está pagando, cuánto recibirán y qué responsabilidad tendrán con respecto a lo recibido. Si quieren comprarse dos cosas y sólo les alcanza para una, tendrán que aprender a decidir cuál es la más importante.

Algunos padres pueden complementar ese dinero con tareas realizadas en el hogar o bien por recibir buenas notas. Todo sirve mientras forme parte de un plan consistente y se premie a la actitud y el esfuerzo. Esto tiene que servirles para entender que si redoblan sus esfuerzos podrán alcanzar sus objetivos a través del trabajo, aunque no estén empleados en términos formales.

Cuando se trata de lidiar en estos temas con pre-adolescentes, adolescentes y jóvenes se pueden usar algunos complementos como fomentarles la navegación por páginas de Internet afines, realizar algún curso corto sobre el dinero y las finanzas, e incitarlos a leer libros explicativos, no demasiado técnicos, como los de la serie “…for dummies”.

Una vez que estén más avanzados que puedan aprender el funcionamiento de alguna plataforma de operatoria bajo la modalidad de una “demo” virtual para que vayan tomando contacto con las opciones de inversión en los mercados más básicas.

Es increíble lo que el mundo de las acciones puede proveerles, si son inquietos, como motivación para combinarlo con portales web afines con información, cotizaciones o gráficos de los distintos mercados. La asociación de las marcas tan comunes para ellos como McDonald´s, Google, Facebook o Twitter, con la posibilidad concreta de hacer dinero o invertir en ellas, resulta muy enriquecedora y fascinante.

Finalmente, el último paso es involucrarlos en el mundo real. Abrirles una cuenta bancaria, una de inversión y hacerles una extensión de la tarjeta de crédito. Este último paso sólo es recomendable con hijos responsables y con el objetivo de comprometerlos con sus ahorros y el manejo personal del dinero.

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