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Cómo hacer del caos una oportunidad para negociar
Mié, 24/09/2014 - 07:12

Leonardo García-Polo

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Leonardo García-Polo

Leonardo García-Polo es country manager de Falcon en el Perú. tiene a su cargo las operaciones de Perú y Ecuador. Ha ejecutado y dirigido proyectos en las industrias de retail, salud, forestal, telecomunicaciones y utilities. Se integró a Falcon en 2005. Antes de ser miembro de Falcon, trabajó como jefe de Planeamiento Financiero y Presupuestos en la EPS Novasalud. Completó su MBA en la Universidad Adolfo Ibáñez y estudió la carrera de Administración y Finanzas en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas.

En Falcon, una de las problemáticas que tenemos que resolver con nuestros clientes tiene relación con el título de esta columna. Es que a pesar de que ya hace más de medio siglo hablamos de que el cambio es lo único permanente y que debemos adaptarnos a ellos, resulta que en nuestra vida cotidiana –ya sea en el plano personal, laboral o social– nuestra tendencia natural es hacia el orden y la conservación.

Erradamente, en nuestra cultura, consideramos al caos como un desorden que se debe evitar a toda costa, ya que es una imperfección del sistema.

El caos se caracteriza por ser la crisis que nos obliga a salir de nuestra área de confort y buscar las acciones de cambio para volver a nuestro sistema habitual.

Podemos decir que el caos es una invitación a generar un nuevo orden y nuevas conductas en nuestros sistemas. Es una fuerza que nos obliga a repensar nuestros esquemas y optar por un cambio de mayor trascendencia, a diferencia de aquellas acciones de cambio que sólo mantienen los vicios de la situación actual.

En ciertas circunstancias, el caos es el único elemento que obliga a que los sistemas deban buscar soluciones radicales que apunten a cambiar el paradigma, tal como puede suceder con una reforma completa al sistema educacional (después de generaciones moldeadas por el actual modelo): se deben dejar de lado las acciones paliativas que mantienen el sistema pero que son funcionales en términos políticos.

Ahora, cuando se pasa por situaciones de crisis como la que llevan hace más de 100 días los médicos en huelga del Ministerio de Salud, se entiende que en una negociación, quien tiene la presión de tiempo –en este caso, el gobierno- siempre tiene menos poder. En estos casos, un cambio estructural puede ayudar, como la creación de un consejo de salud, cuyo ejercicio sea a largo plazo y de composición diversa, que haga legítimas sus propuestas.

También el orden (o desorden) del transporte público nos exigen medidas radicales que no pasan solamente por la incorporación de más vehículos, sin considerar las estrategias planteadas para enfrentar la actual reforma. Sin embargo, la ausencia de un proceso de negociación eficaz –reemplazado por la imposición– generó una reacción adversa y previsible: un paro de 24 horas de los conductores en El Callao.

En el ámbito de las AFP’s, el cambio de la reforma del sistema de pensiones ha llevado a los actores del mercado a replantearse su relación con sus clientes y el mercado, reorientado su propuesta de valor hacia el servicio y el pensionado, revisando sus procesos y organizaciones de cara al nuevo desafío, luego de 20 años de hacer más de lo mismo.

Sólo estos cambios de mayor magnitud nos permiten generar la capacidad de aprendizaje y adaptación.

Negociación exitosa. Si nos circunscribimos al mundo de los negocios y somos capaces de reconocer el caos en nuestras organizaciones y ver su valor como oportunidad de reinventarnos, tenemos la opción de adelantarnos a nuestra competencia. Este tipo de cambio nos exige negociar interna y externamente con nuestros empleados, accionistas y proveedores para alcanzar este nuevo estadio, siempre teniendo en mente la innovación y el cambio de paradigma.

En Falcon pensamos que una condición indispensable para el cambio es que este sea impulsado por la alta gerencia, con el compromiso de que el cambio sea beneficioso para todos, aunque el camino sea lento y difícil. Es decir, debemos utilizar un estilo de negociación orientado a la colaboración o ganar ganar, versus el estilo de negociación competitivo tradicional, que apunta a la obtención de un valor inmediato y de corto plazo.

Un ejemplo de esto último lo podemos apreciar en el ámbito político, cuando el caos social o económico –cada vez más frecuente– permite negociar y generar acuerdos transversales entre los distintos sectores políticos, aunque muchas veces con intención de bajar la efervescencia social o capturar votos en tiempos de elecciones, dejando las decisiones más radicales para más adelante, esquivando el caos, opción que las organizaciones líderes no se pueden permitir.

Las empresas, al igual que la ciencia, están llamadas a innovar y negociar creativamente.

Otras recomendaciones

Revise cuidadosamente los puntos que requiere alcanzar para evaluar a qué tipo de cambio está apuntando.

Examine si los cambios cumplen los criterios de creatividad y cambio de paradigma.

Ponga el cambio a prueba con un tercero que no esté involucrado en el actual sistema para verificar si estamos dejando algo afuera de la mesa. 

Incorporemos a nuestros proveedores: definitivamente tienen mucho que aportar a nuestra problemática y mucho que ganar en esta alianza de largo plazo. 

Finalmente, el líder debe ser metódico y persistente para anticiparse al caos y hacer de este una verdadera oportunidad.

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