Pasar al contenido principal

ES / EN

Crear dos, tres… muchas Alemanias
Lun, 21/09/2015 - 09:24

Pascal Beltrán del Río

Elección 2012: el qué y el cómo
Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río Martin es periodista mexicano, ha ganado dos veces el Premio Nacional de Periodismo de México en la categoría de entrevista, en las ediciones 2003 y 2007. En 1986 ingresó en la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde se licenció en Periodismo y Comunicación Colectiva. De 1988 a 2003 trabajó en la revista Proceso; durante este tiempo publicó el libro Michoacán, ni un paso atrás (1993) y fue corresponsal en la ciudad de Washington, D.C. (1994-99), además de Subdirector de Información (2001-2003). Fue dos veces enviado especial en Asia Central y Medio Oriente, donde cubrió las repercusiones de los atentados terroristas de septiembre de 2001 y la invasión de Irak.

En un famoso mensaje escrito para la revista Tricontinental, en abril de 1967, Ernesto Che Guevara arengó a los miembros de la Organización para la Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina a seguir el ejemplo de Vietnam y crear varios escenarios de revolución armada para “batir al imperialismo en una gran confrontación mundial”.

Casi medio siglo después de publicado ese texto –"Crear dos, tres… muchos Vietnam"–, el mundo ha dado la vuelta de varias maneras a los tiempos de la Guerra Fría.

Subsiste, por supuesto, el discurso en favor de ideas que han probado ser inaplicables, pero la realidad ha mostrado que el único camino para el desarrollo se construye con libertad para emprender, pragmatismo fiscal, educación, innovación y Estado de derecho.

Eso es lo que ha aplicado en años recientes Alemania, que se levantó de la destrucción total en la Segunda Guerra Mundial –así como a la división y luego la reunificación de su territorio– para convertirse en una nación exitosa a la que hoy quieren llegar cientos de miles de migrantes y refugiados de distintas partes del mundo, que lo arriesgan todo con tal de conseguirlo.

Un punto de llegada a ese nuevo El Dorado es la Hauptbahnhof de Múnich, la estación central de trenes de la capital bávara.

“Sólo en las últimas semanas –destacaba ayer el diario español El País–, más de 50 mil exiliados alcanzaron Múnich, banco de pruebas de la política de la canciller Angela Merkel hacia los refugiados”.

Pero ¿qué es lo que tiene Alemania que atrae estos días a gente de África, Oriente Medio y Asia Central, que recorre miles de kilómetros y enfrenta infinidad de peligros para llegar allí?

Sin duda, una de esas cosas, y quizá la principal, es su vigor económico.

Y uno de los mejores síntomas de ello es el empleo. En junio pasado, Alemania registró una tasa de desocupación de 4.70%. Se trata de la cifra más baja en el mundo desarrollado, sólo detrás de Japón, con 3.40% el mismo mes.

El desempleo entre los jóvenes alemanes es de la mitad del que hay en Estados Unidos y la tercera parte del de la Unión Europea.

Pero más impresionante aún es su competitividad a escala global. En 2014, el país tenía un superávit comercial de US$250 mil millones, equivalente a 7% de su Producto Interno Bruto.

Alemania ha logrado convertirse en una potencia exportadora. El país hace productos de buena calidad y éstos tienen demanda en el extranjero.

Otra estadística relevante es el monto de sus activos externos netos (el valor de sus activos en el extranjero menos el valor de activos propiedad de extranjeros en el país, ajustados al tipo de cambio).

Los de Alemania sumaban en 2014, de acuerdo con el Banco Mundial, US$1,68 billones, mientras EU tenía una cifra negativa en ese rubro de US$434 mil millones.

En cuanto a su ingreso per cápita, Alemania tenía uno de US$17 mil 500 anuales en 1970. En 2014, fue de US$39 mil 717. Entre 2006 y 2014, creció 15% de acuerdo con el propio Banco Mundial.

Una de las maneras en que Alemania ha logrado esto es mediante el orden laboral. El país aprobó reformas en 2003 que liberalizaron el mercado del trabajo, creando la posibilidad de empleos temporales, pero introdujo un sistema de capacitación en las pymes, o Mittelstand, que combinó la orientación vocacional con el entrenamiento, y gracias a ello mantuvo a raya la desocupación.

Eso, y una férrea disciplina fiscal, permitieron a Alemania sortear los peores años de la crisis desatada en 2008. Hoy, 70 años después de la Segunda Guerra Mundial y a un cuarto de siglo de la reunificación del país, Alemania es un lugar al que cientos de miles de personas están desesperadamente tratando de llegar.

Y pese a la retórica populista griega, que quería hacer de Alemania el ogro de Europa, los refugiados que desembarcan en Grecia no quieren quedarse ahí sino continuar hacia un país que ofrezca perspectivas.

Alemania hizo su tarea. Y, al hacerla, mostró a otros el camino a seguir.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.

Países