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Cuando el líder debe dirigir
Mié, 09/07/2014 - 15:13

Patricio Díaz

El accountability que aflora en Chile
Patricio Díaz

Patricio Díaz es Sub Editor de AméricaEconomía.com. y Master en Ciencias Políticas.

Ya se transformó en parte de la cotidianeidad que movimientos sociales, las ONG, los estudiantes, los trabajadores de las más diversas áreas e instituciones, así como el ciudadano medio, se tomen las calles para reclamar contra lo que consideran injusto. No me opongo a que esto suceda, mientras exista un orden y cierto criterio por parte de las autoridades para que los hechos no terminen en caos y desorden.

La idea de confluencia para buscar una mayoría social que permita transformar las instituciones en beneficio de la gente, ha calado muy bien en gran parte de las ciudades de nuestra región, especialmente en los gobiernos locales o ayuntamientos que tienen escasos recursos comunicacionales para posicionar sus demandas. De este modo, funas (dinámica en la cual un grupo de personas, de improviso, llega hasta el lugar de trabajo o de residencia de alguien sindicado como violador de DD.HH. para denunciarlo), tomas de avenidas, cortes de tránsito, pasan a ser algo normal, al menos en las comunas más populares y con mayor número de habitantes de Chile. Por eso no causa extrañeza encender el televisor y ver cómo el líder (alcalde) encabeza y dirige la marcha, y es el principal vocero de la gente. Para bien o para mal, el populismo a veces sirve, y la gente lo sabe recompensar cuando corresponde; otras veces, ese mismo populismo derriba caudillos y levanta héroes anónimos.

En este orden de cosas, es positivo que los movimientos sociales y que la ciudadanía abran procesos participativos, aunque sería aún más positivo que se lograran consensos en exigencias mínimas, y que fueran capaces de poner en marcha la implantación de un conjunto de medidas para un buen gobierno local.

Para que lo anterior se dé, es necesario a mi juicio una serie de requisitos, y uno de ellos es el liderazgo que debe presentar el alcalde, quien es finalmente el que dirige los destinos de las ciudades/comuna. Ese liderazgo se definirá como aquel fenómeno de carácter colectivo que se desarrolla en un contexto de interacción entre el comportamiento de un actor individual normalmente en una posición relevante (líder) y sus ámbitos de dominio político, por el cual ejerce una influencia (real o percibida) en la actividad política, mediante la utilización en su caso de una gran variedad de recursos formales e informales. A los elementos antes descritos se deben sumar las siguientes funciones atribuibles a los líderes políticos: impulso político, comunicación política, agregación de demandas a intereses colectivos y una función de legitimación.

Sin embargo, pese a que las características más técnicas de un político profesional son necesarias, lo que sí parece fuera de duda es que ése líder actúe como figura de consenso.

En los colectivos formalizados (organizaciones, instituciones, equipos de trabajo, etc.) se pretende que los procesos de influencia social se encuentren prescritos a través de roles formales. En la práctica, no siempre se consigue que coincidan esos roles de poder (jefes) con los roles informales que son generados a través de procesos de interacción (planificados y no planificados) entre los miembros de un conjunto.

Efectivamente, en la práctica el liderazgo muestra una clara tendencia a consolidarse en el grupo, de tal manera que constituye un rol que se mantiene en el tiempo y que, cuando se pierde, siempre supone la existencia de un conflicto entre el líder y el resto del grupo o, muy frecuentemente, implica la expulsión de la persona del colectivo y muchas veces la pérdida de su prestigio personal junto a la posición jerárquica.

Cuando surge una figura con esas características, se reconoce enseguida, cumple ese papel, pero siempre como instrumento colectivo. La cuestión es ver si esa figura existe o puede existir, y si no, habrá que buscar un instrumento u otra herramienta para aglutinar las fuerzas.

Para muchos, esas personas no existen, ya que para eso están las políticas públicas. Sin embargo, se olvidan que ese mainstream lo ejecuta un ser humano dotado de habilidades y competencias que no todos poseen. Por eso solo algunos pueden y deben ser líderes, al menos en la política.

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