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Del Baile de los Sables a la crisis del Golfo
Jue, 15/06/2017 - 10:42

Rafael Rosell

Elecciones en Irán y el nuevo escenario en Medio Oriente y Golfo
Rafael Rosell

Rafael Rosell es experto en Medio Oriente y Decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad San Sebastián (Chile).

Mi vida académica ha girado sobre dos ejes. Como jurista los temas de ética, probidad, transparencia, corrupción, control y responsabilidad se han constituido en un interés de estudio para mí; como cientista político es definitivamente el Medio Oriente. Allí se juegan varios futuros posibles para la Humanidad y el ajedrez diario que hacen las grandes potencias sobre esas naciones nos muestra desde la perspectiva geopolítica que siempre hay otros intereses a los comunmente declarados para justificar acciones. Este es el caso de lo que ocurre actualmente en el Golfo donde Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos. Egipto, Bahrein y Yemen cortaron lazos con Qatar.

Las razones esgrimidas públicamente son que Qatar financia a varios grupos terroristas y sectarios con el objetivo de desestabilizar la región. Sin embargo, esta acusación también recae en otros países del Golfo como Arabia Saudita, el país con el mayor número de seguidores del Estado Islámico y principal patrocinador del whabismo, una de las corrientes más reaccionarias del Islam.

En uno de sus tweets, que es la nueva forma de hacer declaraciones y gobernar de la democracia más importante del mundo, el presidente Trump señaló: “Durante mi reciente viaje al Oriente medio dije que ya no puede haber financiación de la Ideología Radical”, asumiendo que lo que está ocurriendo en el Golfo es consecuencia de su visita y esto en parte es cierto.

Pero los verdaderos motivos de Arabia Saudí para aislar a Qatar son otros. Para entenderlos es necesario saber que con sus 11.586 kilómetros cuadrados era uno de los países más pobres del Golfo hasta que en 1939 se encontró hidrocarburo en su territorio y al final de la Segunda Guerra Mundial esta riqueza comienza a ser explotada convirtiéndolo en la actualidad en el cuarto mayor productor de gas natural del mundo. Sus 2,7 millones de habitantes tienen un per cápita de US$74.000 al año (Chile tiene US$13.500). Esto le ha permitido liberarse de la dominación de los demás países del Golfo y en especial de Arabia Saudita. Su política exterior no la maneja la familia saudí y forjó lazos con Irán, el gran rival de los árabes saudíes. En su territorio se encuentra el Comando Central de Estados Unidos e invierte desde el 2016 en una petrolera rusa. En definitiva, de ser un Estado vasallo saudita, Qatar utilizó la autonomía que creó su riqueza del gas para forjarse un papel independiente.

Recordemos que su línea aérea, Qatar Airway, es considerada como la mejor del mundo; su canal internacional Al Jazeera ha sido la voz de los disidentes de muchos gobiernos autoritarios de la región y algunos la señalan como la impulsora de la llamada primavera árabe.

En 2012, fue sede de una de las reuniones ministeriales de Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y será la sede de la Copa Mundial de Fútbol en 2022.

Todo esto genera razones para que Arabia Saudita y los otros países árabes del Golfo, empoderados por la visita de Trump, den este golpe con el objeto de desestabilizar al régimen qatarí, muy vulnerable a los bloqueos. Quieren que corte relaciones con Irán, expulse a los hermanos musulmanes de su territorio y vuelva al dominio histórico de los saudíes. Lo demás son excusas, cuentos de oriente.

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