Pasar al contenido principal

ES / EN

¿Dónde está el Macron o el Trump mexicano?
Mar, 09/05/2017 - 13:23

Leo Zuckermann

¿Puede comprarse el voto en México?
Leo Zuckermann

Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.

“¿Dónde está el Macron mexicano?”, se preguntaban ayer muchos comentaristas, entre ellos nuestro director editorial. Pascal Beltrán del Río aseguraba que no veía en México a un candidato de este tipo “capaz de sumar a izquierdistas y derechistas moderados en torno de un proyecto de cambio en la ecuanimidad”. No creo que se trate de un tema de personas. En México hay muchos individuos honestos y con buen nivel intelectual que bien podrían convertirse en una opción política fuera de los partidos con la capacidad de galvanizar a la izquierda y derecha. Nuestro problema son los partidos que, como buenos monopolios que son, han erigido enormes barreras de entradas para un posible candidato independiente a la Presidencia.

En Francia, un país caracterizado por una fuerte burocracia, es muy sencillo registrarse como candidato presidencial. Aparte de los requisitos típicos (ser francés, mayor de edad, etcétera), se requieren 500 firmas de votantes que tengan un cargo público, hacer pública su declaración patrimonial y abrir una cuenta de banco especial para la campaña. Un procedimiento rápido y sencillo. En las pasadas elecciones presidenciales se registraron once candidatos, incluyendo algunos, como Macron, que no contaban con el apoyo de los partidos tradicionales.

Veamos otro caso de un candidato independiente que recientemente ganó: Donald Trump. Ciertamente lo hizo a través de un partido, el Republicano. Pero resulta muy fácil para cualquier individuo registrarse en las primarias de cualquiera de los dos partidos grandes. Un abogado puede acudir a registrar a su cliente para participar en las elecciones o asambleas estatales que eligen al candidato presidencial. Los aspirantes también deben registrarse en la Comisión Federal Electoral para recibir donativos. En internet se encuentran los formularios que pueden enviarse de manera electrónica.

Vámonos al hermoso caso de nuestra República. ¿Cómo puede registrarse un candidato independiente a la Presidencia?

El Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) emite una convocatoria para los ciudadanos interesados señalando “los requisitos que deben cumplir, la documentación comprobatoria requerida, los plazos para recabar el apoyo ciudadano correspondiente, los topes de gastos que pueden erogar y los formatos para ello”. El candidato debe formar una Asociación Civil con ciertos estatutos dictados por el Instituto. Esta persona moral “deberá tener el mismo tratamiento que un partido político en el régimen fiscal” así como “acreditar su alta ante el Sistema de Administración Tributaria y anexar los datos de la cuenta bancaria” para recibir el financiamiento público y privado.

El registro debe hacerse frente al secretario Ejecutivo del INE, quien expedirá una constancia que acredita al individuo como “aspirante”. A partir de entonces, y si entiendo bien, sólo desde este momento tienen 120 días para “realizar actos tendentes a recabar el porcentaje de apoyo ciudadano requerido por medios diversos a la radio y la televisión, siempre que los mismos no constituyan actos anticipados de campaña”. Y aquí viene la cereza del pastel burocrático: para aparecer en la boleta presidencial se debe conseguir “la firma de una cantidad de ciudadanos equivalente al 1% de la lista nominal de electores con corte al 31 de agosto del año previo al de la elección y estar integrada por electores de por lo menos diecisiete entidades federativas, que sumen cuando menos el 1% de ciudadanos que figuren en la lista nominal de electores en cada una de ellas”. En buen español: se requieren nada menos que unas 85 mil firmas de electores distribuidos en, por lo menos, 17 estados.

Está en chino. A eso hay que sumar, como bien decía ayer en El Financiero uno de los precursores de las candidaturas independientes, Jorge Castañeda, factores como la falta de apoyos de sectores pudientes y de muchos comentaristas, así como escaso financiamiento público y spots de radio y televisión. Es por eso que Castañeda considera, con toda razón, que la cancha no está pareja para los independientes en México. Él ya renunció a su intención de participar en la elección presidencial de 2018, manifestándose a favor de otro posible independiente: Armando Ríos Piter.

Actualmente hay otros dos apuntados: Pedro Ferriz de Con Emilio Álvarez Icaza. Su primer reto será conseguir un registro lleno de trabas reales y burocráticas. Y es que los partidos en México se han encargado de que sea prácticamente imposible el surgimiento de un outsider político del tipo Macron o Trump. Usted juzgue si esto es bueno o malo.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excélsior.com.mx.

Autores