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Ébola: morir como moscas
Jue, 25/09/2014 - 08:56

Pascal Beltrán del Río

Elección 2012: el qué y el cómo
Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río Martin es periodista mexicano, ha ganado dos veces el Premio Nacional de Periodismo de México en la categoría de entrevista, en las ediciones 2003 y 2007. En 1986 ingresó en la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde se licenció en Periodismo y Comunicación Colectiva. De 1988 a 2003 trabajó en la revista Proceso; durante este tiempo publicó el libro Michoacán, ni un paso atrás (1993) y fue corresponsal en la ciudad de Washington, D.C. (1994-99), además de Subdirector de Información (2001-2003). Fue dos veces enviado especial en Asia Central y Medio Oriente, donde cubrió las repercusiones de los atentados terroristas de septiembre de 2001 y la invasión de Irak.

La tablet de una diplomática africana recién llegada a esta ciudad —para participar en la 69a Asamblea General de Naciones Unidas— contiene imágenes estremecedoras.

Frente a un hospital de Monrovia, la capital de Liberia, un hombre sin ropa interior, que sólo lleva puesta una camisa sucia, intenta descender sin ayuda de una ambulancia destartalada y se desploma en pleno estacionamiento, si así se le puede llamar al terreno mal cubierto de grava que rodea el centro de salud.

Nadie se acerca para ayudar al paciente, quien tiene síntomas de ébola avanzado.

A distancia prudente, varias personas lo conminan a gritos a quedarse quieto. La ayuda llegará, le aseguran, pero durante el tiempo que dura el video, nadie se le acerca.

“Esto está ocurriendo todos los días”, me dice la diplomática, quien pide no ser identificada por su nombre, nacionalidad o cargo. El video, informa, fue grabado hace apenas unos días.

El martes, el Centro para Control de Enfermedades (CDC), de Atlanta, dio a conocer sus cálculos sobre el avance del ébola en África Occidental, a siete meses de que se conociera el primer caso del último brote de este mal, en el que oficialmente se han contagiado cinco mil 800 personas y han muerto dos mil 800.

De acuerdo con las estimaciones del CDC, en el peor escenario los contagios podrían sumar 21 mil para finales de este mes y la cifra mortal alcanzaría 1.4 millones para mediados de enero próximo. Y eso, sólo en Liberia y Sierra Leona, los dos países más afectados por el actual brote.

El tema ha generado una enorme preocupación en la comunidad médica internacional. Y aunque está en la agenda del periodo de sesiones de la Asamblea General, es probable que no consiga toda la atención debida porque compartirá esta semana reflectores y tiempo de debate con la respuesta militar estadunidense al Estado Islámico y otras organizaciones terroristas en Siria e Irak.

La semana pasada, antes de la inauguración del periodo de sesiones de la Asamblea, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidad discutió el brote de ébola y adoptó por unanimidad una resolución que califica a la enfermedad como “amenaza a la paz y la seguridad internacionales”.

Es apenas la segunda vez en su historia de casi siete décadas que el Consejo de Seguridad, cuya materia primordial es la resolución de conflictos, se ha ocupado de un asunto de salud pública. La ocasión anterior fue en 2000, con motivo de la epidemia del VIH sida.

La ONU ha decidido crear una misión especial para atacar la propagación del ébola en el oeste de África. Y, por su parte, Estados Unidos —promotor de la resolución del Consejo de Seguridad— enviará a la región tres mil militares y equipo médico para ayudar.

El problema principal, sin embargo, es la velocidad con la que se están multiplicándose los contagios, que ha superado todas las expectativas de la Organización Mundial de la Salud y otras instituciones especializadas.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, hizo un llamado para recaudar mil millones de dólares para ser usados durante el próximo semestre en labores de contención de la enfermedad, pero está por verse si ese monto de dinero y la ayuda prometida por Estados Unidos serán suficientes.

Si se cumple el peor escenario previsto por el CDC podríamos estar ante una de las epidemias más mortíferas de la historia. Incluso no son muchas las guerras que han matado a casi millón y medio de personas en apenas un año.

Hay seres humanos que están cayendo muertos en plena calle, sin recibir atención médica ni compasión. Como moscas.

Apuntes al margen. Como le adelanté en este espacio ayer, el presidente Enrique Peña Nieto anunció ante la Asamblea General de Naciones Unidas que México participaría en las Operaciones de Mantenimiento de la Paz, que mandata el Consejo de Seguridad del organismo mundial, “realizando labores de índole humanitaria en beneficio de la población civil”. Era una pieza que hacía falta a una política exterior que propone que el país sea un actor global responsable.

Antes, y desde la misma tribuna, el presidente estadunidense Barack Obama calificó como “cáncer” el extremismo violento que “ha asolado varias partes del mundo musulmán”. En un artículo publicado en el diario Financial Times, el politólogo Francis Fukuyama consideró un error que Washington anuncie que va a destruir al Estado Islámico —“los estadunidenses prefieren los finales decisivos”— y conminó a Obama a prevenir la victoria de este grupo mediante la formación de alianzas coyunturales.

¿De qué sirve tener cámaras de videovigilancia en la vía pública si no existen protocolos para perseguir delitos como el secuestro del diputado federal jalisciense Gabriel Gómez Michel y su chofer? Una operación policiaca realizada a tiempo probablemente les hubiera salvado la vida. El ominoso crimen es una llamada de atención: un grupo delincuencial puede cerrar la avenida principal de una ciudad y llevarse a dos personas, y la autoridad se conformará con entregar un video a los medios.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx