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Economía y elecciones en Estados Unidos
Mié, 10/12/2014 - 08:46

Farid Kahhat

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Farid Kahhat

Peruano, doctor en Relaciones Internacionales, Teoría Política y Política Comparada en la Universidad de Texas, Austin. Fue comentarista en temas internacionales de CNN en español, y actualmente es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP (Perú) y analista internacional.

Según quienes investigan el tema (por ejemplo, Nate Silver), la variable económica con mayor capacidad para predecir resultados electorales en los Estados Unidos es la cifra de creación de empleos durante el año previo a la elección. Aclaremos que hablamos de una variable diferente a la tasa de desempleo, no sólo porque ésta última se mide con base en una encuesta diferente, sino además porque para calificar como desempleado es necesario estar buscando activamente un trabajo. Es decir, hay gente que deja de calificar como desempleada no porque haya conseguido un trabajo, sino porque tras un tiempo prolongado de búsqueda infructuosa decide dejar (al menos temporalmente) de buscar un empleo.

En cuanto a la variable que mejor explicaría el resultado de una elección (es decir, la cifra de creación de empleos durante el año previo a la celebración de elecciones), no sólo es relevante saber cuántos empleos se crearon durante ese año, sino además su tendencia de evolución. Lo importante es crear más de 150.000 nuevos empleos por mes, dado que esa es la cantidad de personas que ingresan por primera vez al mercado laboral durante ese período de tiempo.

Pero en las recientes elecciones de medio término esa variable pareció perder por primera vez su poder predictivo. Según cifras oficiales, la economía estadounidense creó 235.000 nuevos empleos por mes durante el semestre previo a las elecciones para el Congreso, celebradas en noviembre pasado, cifra que supera el promedio del semestre que le precedió (que también se ubicó por encima de los 200.000 nuevos empleos por mes). Es decir, la cifra de nuevos empleos se ubicó sensiblemente por encima del umbral de los 150.000 por mes, con una tendencia creciente. Bajo circunstancias normales, eso debió augurar un buen resultado electoral para el Partido Demócrata, cosa que, como sabemos, no ocurrió.

Las razones por la que la creación de nuevos empleos ya no parece predecir con una aproximación razonable el resultado electoral pueden ser diversas (por ejemplo, desde principios de los años 60 no se había producido una elección en la cual la proporción de Estados con una mayoría electoral conservadora, entre aquellos que celebraban comicios para el Senado, fuera tan elevada). Pero existe cuando menos una razón económica para explicar el hecho de que la creación de empleos en el año previo a la elección haya perdido poder predictivo. Y es el hecho de que hasta el gobierno de George W. Bush una elevada cifra de creación de empleos iba asociada a un crecimiento en la mediana del ingreso (ajustada por la inflación): eso ha dejado de ser cierto. La mediana del ingreso en los Estados Unidos fue el año pasado inferior en US$2.100 a la que existía cuando Obama asumió la presidencia, e inferior en US$3.600 a la que existía cuando George W. Bush asumió la presidencia. Es decir, el ingreso y las prestaciones que proveen los empleos creados en años recientes, serían inferiores a los que proveían los empleos que se perdieron durante la Gran Recesión iniciada en 2008.

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