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El ajedrez global de Putin
Mar, 08/07/2014 - 13:38

Pascal Beltrán del Río

Elección 2012: el qué y el cómo
Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río Martin es periodista mexicano, ha ganado dos veces el Premio Nacional de Periodismo de México en la categoría de entrevista, en las ediciones 2003 y 2007. En 1986 ingresó en la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde se licenció en Periodismo y Comunicación Colectiva. De 1988 a 2003 trabajó en la revista Proceso; durante este tiempo publicó el libro Michoacán, ni un paso atrás (1993) y fue corresponsal en la ciudad de Washington, D.C. (1994-99), además de Subdirector de Información (2001-2003). Fue dos veces enviado especial en Asia Central y Medio Oriente, donde cubrió las repercusiones de los atentados terroristas de septiembre de 2001 y la invasión de Irak.

Mientras Estados Unidos enfrenta las consecuencias de haberse batido en retirada de la política internacional -las más recientes, en Irak-, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, quien goza de una asombrosa popularidad en casa de 86%, emprenderá esta semana una gira por América Latina para tratar de romper el aislamiento internacional que le ha significado la anexión de Crimea en marzo pasado.

Viajero frecuente por el mundo -ha estado en medio centenar de países a lo largo de sus diez años en el Kremlin, incluyendo México-, Putin ha visto descender su número de visitas oficiales este año a raíz de la crisis de Ucrania.

Estados Unidos y la Unión Europea ordenaron el congelamiento de los activos de miembros del círculo de Putin, así como de una veintena de empresas, y si bien estas sanciones no han tenido un impacto directo sobre la economía rusa, sí aceleraron la salida de capitales del país, estimada en unos 70 mil millones de dólares.

En mayo, durante un foro económico en San Petersburgo, Putin advirtió que “en el mundo moderno interconectado, las sanciones pueden tener un efecto bumerán e impactar a las empresas y economías de los países que las iniciaron”. Sin embargo, también dio a conocer una serie de políticas para contrarrestar los vientos recesivos que, a decir del FMI, se abaten sobre el país.

Ante la dificultad de grandes empresas rusas de emitir deuda -la venta de bonos en mayo fue de dos mil millones de dólares contra 19 mil millones de dólares el mismo mes del año pasado-, éstas han tenido que recurrir al financiamiento interno para poder enfrentar pagos sobre empréstitos foráneos, que, combinados, suman cerca de 120 mil millones de dólares este año.

Eso ha obligado a Putin a tomar medidas que lo alejan del liberalismo que enarboló durante sus primeros años en el poder. Entre ellas, forzar al banco central a apoyar el financiamiento de las empresas, entre las cuales hay un número creciente de entidades estatales (su proporción es actualmente de 50%, contra 30% en el año 2000).

Pero suponer que el Presidente se quedaría cruzado de brazos mientras las sanciones afectan la economía rusa era simplemente una falta de cálculo, como el que se enseña frecuentemente en occidente al predecir las acciones de Putin.

Hace unos días, cerró el frente en Ucrania, retirando su apoyo a los separatistas, que nada pudieron hacer ante la ofensiva de Kiev para retener ciudades tomadas, como Slaviansk.

Hoy los rebeldes prorrusos del este ucraniano trinan contra el Kremlin, al que acusan de haberlos traicionado, pero esto ha permitido a Putin abrir un espacio de negociación con la Unión Europea para que ésta no se quede sin los vitales suministros de gas el próximo invierno, lo cual podría cambiar su imagen de invasor a pacificador.

Y esta semana, la desconcertante pasividad y la evidente confusión de Washington frente al intrincado tablero de la geopolítica serán puestas a prueba cuando Vladimir Putin aterrice en La Habana en el arranque de una gira latinoamericana que lo llevará también a Argentina y a Brasil.

Será la segunda vez que visite Cuba -la primera fue en 2000-, pero en esta ocasión rebasará lo meramente simbólico y llegará con un enorme regalo para el aliado de la antigua Unión Soviética: la virtual cancelación de su deuda con Moscú, de 32 mil millones de dólares.

Posteriormente irá a Sudamérica para visitar Argentina por primera vez, y regresará a Brasil, luego de una década de su anterior estancia.

El domingo 13, Putin estará en la clausura del Mundial de Futbol y recibirá la estafeta de país anfitrión de la próxima Copa, en 2018. Luego participará, junto con los mandatarios de Brasil, India, China y Sudáfrica en la cumbre del grupo de naciones conocido como BRICS, en Fortaleza.

Ante la incertidumbre económica en casa, acicateada por las sanciones, el Presidente ruso no se paraliza y relanza su presencia en el mundo, para lo cual el escenario de los BRICS resulta inmejorable.

Conforme se acerque el invierno, su capacidad de negociación con Europa se incrementará.

La pregunta es dónde está el presidente Barack Obama, a quien Putin ya ganó la partida en Siria y ha quedado como responsable único de contener la desestabilización de Oriente Medio, encabezada por la ofensiva de los yihadistas sunitas en Irak.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.

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