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El corazón no es un juego, cuatro principios para mantenerlo sano
Jue, 08/10/2015 - 09:45

Ricardo Pérez Cuevas

Marihuana, ¿legalizarla, despenalizarla o criminalizarla?
Ricardo Pérez Cuevas

Ricardo Pérez Cuevas es especialista sénior en protección social y salud, se unió a la División de Protección Social y Salud del BID en 2012. Anteriormente trabajó como investigador en sistemas de salud en el Instituto Mexicano del Seguro Social y en el Hospital Infantil de México Federico Gómez. Es médico cirujano con especialidad en medicina familiar, tiene una maestría en ciencias médicas por la Universidad Nacional Autónoma de México, una maestría en ciencias de la salud con enfoque en salud internacional por la universidad Johns Hopkins y un Doctorado en Ciencias en sistemas de salud por el Instituto Nacional de Salud Pública de México. También ha sido reserch fellow en la Tanaka Business School del Imperial College en Londres. Ha publicado en revistas científicas como Social Science & Medicine, Canadian Medical Association Journal y BMC Public Health, entre otras.

Si bien en América Latina, la carga de las enfermedades cardiovasculares sigue en aumento, esta situación debería alentar más acciones de salud pública para mitigar sus consecuencias. En el día del corazón, este 29 de septiembre, te contamos cómo podemos combatir esta enfermedad desde diferentes frentes como son las políticas públicas y nuestras prácticas diarias.

Los factores de riesgo para las enfermedades cardiovasculares son bien conocidos y las acciones para mitigarlos son simples:

    comer saludablemente

    realizar ejercicio físico

    no fumar y ni beber alcohol en exceso

    acudir a revisiones médicas periódicas conforme la edad avanza

¿Por qué no todos podemos lograrlo?

El cambio de conducta hacia los hábitos saludables es difícil. Las elecciones individuales son influidas por factores sociales, ambientales y económicos. Además no siempre se tienen los recursos para acudir a recibir atención médica, o ésta no siempre es accesible, principalmente en el medio rural y si existe, en muchos casos, no tiene una orientación preventiva sino curativa.

¿Cuál es la situación en América Latina?

En nuestra región, las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte. Ocurren casi un millón anualmente y el número va en aumento. La enfermedad coronaria y la enfermedad cerebrovascular causan el 42.5% y 28.8% del total de fallecimiento por enfermedad cardiovascular en la región.

El Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (Institute for Health Metrics and Evaluation) permite construir distintos escenarios de la carga de enfermedad. La imagen más abajo contrasta todas las muertes, por todas las edades y por ambos sexos que ocurrieron entre 1990  y 2013 en América Latina. Sus estudios nos dicen que las muertes por infarto agudo de miocardio y por enfermedad cerebrovascular entre los años 1990 y 2013 son las dos primeras causas y representan el 25%. Al comparar estos años, el porcentaje va en aumento.

Al analizar en detalle, los avances son mixtos. Mientras que algunos de nuestros países, como Argentina, Chile, Brasil y Colombia han reducido la mortalidad por enfermedad cardiovascular; en otros, como México, y las regiones de América Central y el Caribe, el aumento es evidente. Las consecuencias son visibles en términos de la necesidad de incrementar el gasto en salud y en el número creciente de muertes prematuras y evitables.

La buena noticia es que el 80% de estas muertes son prevenibles. La mala noticia es que todavía no logramos desarrollar estrategias efectivas para lograr esta reducción en toda la región y aún peor, la salud pública todavía no logra tener una presencia contundente en las reformas de salud de muchos de nuestros países.

Las acciones de salud pública no siempre son fáciles de promover para los gobiernos

Existe una competencia permanente de recursos en función de prioridades, fundamentalmente la atención curativa, y en la práctica, la capacidad de implementación para políticas y programas de salud pública requiere de flexibilidad, reforzamiento constantes y sobre todo de una perspectiva intersectorial.

Las leyes anti-tabaco, las estrategias de reducción de sal en el pan, y de no poner el salero en la mesa de los restaurantes, junto con la promoción del uso de bicicletas públicas y los impuestos a las bebidas azucaradas, son algunas de las medidas de salud pública que han tenido eco en otros sectores. Todavía necesitamos más acciones que contribuyan a la reducción de los factores de riesgo previamente señalados en nuestra región.

El tabaquismo va en descenso, pero otros factores como sobrepeso/obesidad, sedentarismo e inactividad física van en aumento, con lo cual, se contribuye también al incremento de las enfermedades cardiovasculares.

En América Latina también existen esfuerzos crecientes para fortalecer la infraestructura para realizar estudios que se traduzcan en mejoras en políticas y programas de salud dirigidos a las enfermedades cardiovasculares y sus factores de riesgo. Por ejemplo, el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria está realizando el Estudio CESCAS, Salud cardiovascular de la población del Cono Sur. Dichos estudios, enfocados en el ámbito de la ciencia de la implementación, están orientados a llevar a cabo intervenciones complejas para cambiar la conducta de los pacientes y de los usuarios en lo referente a la enfermedad cardiovascular. La evidencia derivada de estos estudios indudablemente será útil y generará nuevas alternativas.

Es posible concluir que en la región latinoamericana el escenario de la enfermedad cardiovascular es complejo, para afrontarlo se requiere de la aportación de distintos sectores y de múltiples disciplinas. La convergencia de la investigación aplicada y el diseño de políticas públicas son indispensables para atacar el problema.

¿Cómo previenes este tipo de enfermedades en el día a día? ¿Qué hace tu gobierno para contribuir? Cuéntanos en la sección de comentarios abajo o menciona a @BIDgente en Twitter.

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*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Gente Saludable del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).