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El costo de ser feliz... en Venezuela
Mié, 16/12/2015 - 08:43

Karelys Abarca

Los controles de precios, miles de años de desatinos
Karelys Abarca

Karelys Abarca es Economista, egresada de la Universidad Central de Venezuela, y Profesora-Investigadora en la Facultad de Economía de esta casa de estudios. Ha sido dos veces Premio Nacional Alberto Adriani, galardón otorgado por el Banco Central de Venezuela y la Fundación Alberto Adriani. Twitter: @karelitabarca

En una oportunidad, hice con mis compañeros de radio un programa que se llamó "Cosas cotidianas que nos hacen felices", inspirados en un pequeño libro ilustrado, una obra de bolsillo de Dominique Faufelle. El libro de Faufelle propone algunas actividades cotidianas que pueden hacer felices a las personas como, por ejemplo, pasar el domingo en cama mientras llueve, tener las canciones favoritas a mano o comprar flores para la casa.

Para la autora hay otras opciones que dan felicidad y que están ligadas directamente a la situación económica de un país. Tal es el caso de "comprar zapatos nuevos". Salir de tiendas a comprar zapatos nuevos es el sueño de muchas mujeres en el mundo. Sin embargo, en Venezuela esta actividad no es ni cotidiana ni da mucho bienestar, pues la inflación del rubro vestido y calzado en el Índice de Precios al Consumidor se ha incrementado en más del 300% entre el año 2014 y el 2008. Pese a que como saben, en todo el 2015 no se publicó ni una sola cifra inflacionaria en el país por las autoridades oficiales.

Otra acción que hace feliz, de acuerdo a la autora, es leer una buena novela. En Venezuela, la inflación del rubro "Periódicos, libros y artículos de papelería", entre 2014 y 2008, ha sido de más de 300%. Por supuesto, gracias a la tecnología, cada vez más al alcance de todos, es posible conseguir algunos buenos libros en versiones digitales libres. No obstante, leer libros impresos no es muy accesible en nuestra economía sometida por la escasez. Y tampoco tener acceso a los dispositivos electrónicos para leer las versiones digitales.

Otra de las cosas cotidianas que pueden hacerte feliz es ir de compras sin prisa. Lamentablemente, en Venezuela, esto tampoco es posible. La escasez como fenómeno recurrente ha exacerbado la demanda por expectativas negativas; ha exacerbado aún más la escasez de productos (como un proceso de "bola de nieve") y ha convertido en inalcanzable esta propuesta del libro "Ser más feliz". Dada la velocidad de circulación del dinero y el dinamismo que impone una escasez instaurada, se ha convertido en imposible ir a hacer compras sin prisa. Si no nos apuramos a tomar los productos en los establecimientos, nos quedamos sin ellos. Además, la inflación genera una sensación de pérdida en el consumidor, que lo obliga a buscar, como respuesta racional, las cosas al precio de hoy porque mañana probablemente estarán más caras.

Otra de las propuestas del pequeño libro ilustrado es ir al cine a ver películas. Aunque en Venezuela el cine es uno de los servicios de recreación de menor precio, encontramos que los servicios recreativos y culturales en el país se incrementaron en casi 400%, entre el 2014 y 2008. Si hablamos de otra de las propuestas de la autora, hacer un picnic con vino al aire libre puede dar felicidad. Si pensamos bien en esta opción, nos daremos cuenta que tampoco es muy viable, pues son escasos los lugares seguros y el vino se ha incrementado en casi 1.000%.

Ir a la playa parece una opción factible, dada la extensión costera venezolana. Sin embargo, debemos considerar el transporte, la comida, las bebidas, dónde dejamos al vehículo (si llevamos carro propio). Cuando sumamos los costos de ir a la playa, esta feliz opción se convierte en una diversión muy cara. Ir a un spa a darse masajes y hacerse un facial completo también es costoso, porque los artículos de cuidado personal también se han incrementado en casi 400%.

En el libro ilustrado nos dicen que cambiar de look es una opción que puede dar felicidad, pero está clasificada entre los rubros de cuidado personal que son más inflacionarios. Tener una mascota también tiene elevados costos asociados; tomar un café en una linda cafetería con un amigo tiene una inflación acumulada asociada de más de 500%. Hacer un viaje a otras tierras ni pensarlo, pues la inflación de paquetes turísticos se ha incrementado en una cifra increíble y hay escasez de pasajes aéreos en moneda nacional y también escasez de divisas. Estar a la moda o comprar un perfume tampoco es factible para la clase media venezolana.

Como ven, la inflación es un fenómeno que ha minado todos los rubros de la economía y la felicidad del venezolano, que de ningún modo, depende ya de sus hábitos de consumo. Como les dije en el artículo sobre la inflación, este fenómeno es como la fiebre, detrás de ella hay desequilibrio, brechas y un efecto multiplicador de exacerbación de la demanda. Los controles de precios son poco efectivos en detener la inflación, porque ésta crece bajo sus propias leyes.

¿Y cómo es eso que aún con una inflación incontrolable, la más alta del mundo (para este año se estima un cierre promedio de 200%) Venezuela aún aparece en el ranking de los países más felices? Creo que se debe a nuestra capacidad de reír, de adaptarnos, de burlarnos de las cosas malas que nos suceden o de ver oportunidades donde ningún otro las ve.

Hay cosas que podemos hacer para ser felices sin tener que enfrentarnos a la inflación, como escribir, hacer chistes, mirar una noche estrellada, contemplar un amanecer, cantar, bailar, hacer deportes al aire libre, amar a nuestra familia, amigos o pareja, o bien no dejar de soñar con un país donde todos seamos iguales en oportunidades.

Soñar no cuesta nada, pero mejor si lo hacemos bajo la mirada de la ciencia económica. Me parece que un país donde la gente, aún con tantos problemas puede sonreír y anhelar un mejor futuro; donde no se ha apagado el optimismo, no tiene escasez de esperanza. Sólo se trata de saber administrar ese optimismo y el talento nacional para recuperar la economía y la felicidad material que ya no tenemos.

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