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El día después de las elecciones en México
Jue, 11/06/2015 - 10:27

Armando Román Zozaya

Seguridad en México: resultados “en un año”
Armando Román Zozaya

Armando Román Zozaya es licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales por el CIDE, México; Maestro en Estudios de Desarrollo por la Universidad de Oxford (Reino Unido), y Doctor en Integración Económica y Monetaria de Europa por el Instituto Ortega y Gasset-Universidad Complutense de Madrid (España). Ha sido profesor en la Universidad de Oxford (Mansfield College), en la Universidad Metropolitana de Londres y en el University of Stanford Centre in Oxford. Es editorialista del periódico Excélsior (México).

Cuando usted esté leyendo estas líneas, querido lector, México estará en plena jornada electoral. Tal vez usted ya votó o ya anuló. O quizá ni siquiera tiene considerado ir a votar. En todo caso, haga lo que haga el día de hoy, y hagan lo que hagan todos los mexicanos, la clase política, los delincuentes, los “maestros” de la CNTE, los narcotraficantes, los secuestradores, los policías, los jueces, los gobernadores, etcétera, el país ahí va a estar mañana. También estarán todos sus problemas (y todo su potencial).

Dado lo anterior, lo más importante no es votar, anular o no votar sino lo que, como sociedad, vamos a hacer a partir de ya para mejorar. Y es que está claro que los votos, por muy relevantes que sean, no son la solución a nuestros retos. El gobierno por sí solo tampoco lo es. Incluso si tuviéramos autoridades decentes, confiables, trabajadoras, el país no podría salir adelante sin la labor ardua y comprometida de la ciudadanía.

Por supuesto, si contáramos con gobiernos y funcionarios, en todos los niveles, que aplicaran la ley, que no fueran corruptos y que sirvieran a México, las cosas serían más fáciles, pero, insisto, aun así, es imperativo que los ciudadanos también pongan de su parte para que las cosas cambien positivamente y, una vez conseguidos ciertos cambios, éstos no se desvanezcan.

Dejando de lado, pues, el tema de los votos, ¿qué vamos a hacer para que el México de mañana sea mejor que el de hoy? Por ejemplo, ¿no cree que sería buena idea que respetemos a nuestros vecinos? ¿Que no dejemos basura en la calle? ¿Que hagamos caso de los ordenamientos viales? ¿Que donemos un poco de nuestro dinero, o de nuestro tiempo, a ONGs que se encargan de proveer atención a, por ejemplo, niños en situación de pobreza? ¿Que enseñemos a nuestros pequeños a condenar la corrupción, el crimen, el bullying, la discriminación, el machismo, el racismo, el clasismo?

Todo eso lo podemos hacer nosotros; no necesitamos políticos, ni elecciones, ni votos, ni partidos políticos, ni diputados, ni senadores, ni nada de eso. Asimismo, aunque no lo parezca, acciones como las que he en listado pueden tener un gran impacto en cómo funciona el país y hacia dónde se dirige. Por ejemplo, un México en el que no hubiera discriminación contaría con un mercado de trabajo más justo.

Si usted anuló su voto, muy bien. Si votó por algún partido, muy bien también. Y si no tiene el menor interés en votar, está en su derecho de no ejercer su derecho al voto. Pero lo que no debemos soslayar es que no podemos continuar como hasta ahora; vamos rumbo a un futuro nebuloso, poco prometedor. Luego entonces, urge que, más allá de nuestras válidas y necesarias condenas al gobierno, nuestros reclamos a la clase política, nuestra frustración ante la inoperancia de quienes cobran por, supuestamente, poner orden en el país, etcétera, hagamos lo que está en nuestras manos por modificar nuestro camino.

Lo invito, estimado lector, a que piense y actúe a favor de México. Tenemos una oportunidad de oro: podríamos convertirnos en un lugar digno de lo que la naturaleza nos ha dado, a la altura de nuestra herencia sociocultural y de nuestra historia, al nivel de lo que nuestros niños requieren y de lo que todos los mexicanos que se dedican a trabajar dignamente, y no le hacen daño a nadie, se merecen.

Votar, no votar o anular es, pues, importante, sí, pero México es mucho más que eso: ¡no lo olvidemos!

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.

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