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El incómodo (aunque lucrativo) aliado saudí
Lun, 19/09/2016 - 10:56

Farid Kahhat

Las buenas noticias que trae el fallido atentado a Times Square
Farid Kahhat

Peruano, doctor en Relaciones Internacionales, Teoría Política y Política Comparada en la Universidad de Texas, Austin. Fue comentarista en temas internacionales de CNN en español, y actualmente es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP (Perú) y analista internacional.

Durante su reciente estancia en Arabia Saudita, el Secretario de Estado John Kerry declaró lo siguiente sobre el conflicto en Yemen: "Los cargamentos de misiles y otras armas sofisticadas que Irán envía a Yemen (…) no sólo representan una amenaza para Arabia Saudita, sino también para la región y los Estados Unidos, y no puede continuar".

Existen críticas legítimas a la intervención iraní en Yemen. Por ejemplo, que Irán contribuye por intereses subalternos a inflamar un conflicto en el que, según investigaciones independientes, sus aliados cometen crímenes de guerra. Las declaraciones de Kerry revelan sin embargo un doblez de proporciones bíblicas (V., ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio). Por ejemplo, según el informe dado a conocer en Junio pasado por el Secretario General de Naciones Unidas, durante el año previo la coalición liderada por Arabia Saudí fue responsable por el 60% de los muertos y heridos entre los niños yemeníes (510 y 667, respectivamente). Según la misma fuente, esa coalición fue responsable de la mitad de los ataques contra escuelas y hospitales. Tan sólo en las dos semanas previas a la visita de Kerry, sus aviones bombardearon un hospital de la organización Médicos Sin Fronteras (ocasionando 19 muertes), y dos colegios (ocasionando la muerte de 14 niños). 

Podría aducirse que, aunque quepa acusar por doblez al gobierno de los Estados Unidos, no es responsable por los crímenes que cometen sus aliados. De hecho, existen declaraciones oficiales en las que ha invocado a las partes a evitar los blancos civiles. Pero claro, esos crímenes se cometen con armas y municiones vendidas por empresas de los Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña con autorización de sus respectivos gobiernos. No es sólo que esos gobiernos hayan decidido no condicionar la venta de armas y municiones a la conducta en combate de sus aliados, es que tampoco han intervenido para impedir que esas empresas den mantenimiento, respaldo logístico, y reabastezcan durante el vuelo a los aviones que realizan los bombardeos. Además los gobiernos de esos países proveen a la coalición de información de inteligencia. Eso, unido al hecho de que le proveen también de  municiones de alta precisión, debería contribuir a reducir las bajas civiles. El que ello no ocurra sugiere la posibilidad de que cuando menos parte de los blancos civiles sean atacados en forma deliberada, cosa que sugiere también el empleo de bombas de racimo (un arma indiscriminada por naturaleza).

En buen romance, el gobierno saudí es consciente de que las invocaciones de los gobiernos occidentales no van dirigidas hacia él. Esas invocaciones estarían dirigidas hacia quienes dentro de sus respectivos países critican el respaldo que esos gobiernos brindan a los bombardeos que realiza en Yemen la coalición liderada por Arabia Saudita. El gobierno saudí es consciente además de que mientras siga teniendo una de las mayores reservas mundiales de petróleo y siga siendo uno de los mayores importadores mundiales de armas, esos gobiernos probablemente no adoptarán acciones significativas en su contra. Del mismo modo en que, por ejemplo, el gobierno israelí es consciente de que el gobierno de los Estados Unidos jamás ha condicionado la entrega anual de más de 3.000 millones de dólares de ayuda oficial a la conducta que le exige en materia de asentamientos ilegales o derechos humanos.

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