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El legado de Peña Nieto
Vie, 27/01/2017 - 09:39

Pascal Beltrán del Río

Elección 2012: el qué y el cómo
Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río Martin es periodista mexicano, ha ganado dos veces el Premio Nacional de Periodismo de México en la categoría de entrevista, en las ediciones 2003 y 2007. En 1986 ingresó en la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde se licenció en Periodismo y Comunicación Colectiva. De 1988 a 2003 trabajó en la revista Proceso; durante este tiempo publicó el libro Michoacán, ni un paso atrás (1993) y fue corresponsal en la ciudad de Washington, D.C. (1994-99), además de Subdirector de Información (2001-2003). Fue dos veces enviado especial en Asia Central y Medio Oriente, donde cubrió las repercusiones de los atentados terroristas de septiembre de 2001 y la invasión de Irak.

Hubiera sido mejor que cancelara su asistencia a la reunión con Donald Trump desde el miércoles temprano, pero el presidente Enrique Peña Nieto hizo lo que tenía que hacer la mañana del jueves.

Nada tenía México que ganar con esa reunión. Desde que ofendió a la delegación mexicana –y a todo México– tuiteando que la construcción del muro empezaría de inmediato, cuando apenas iban a comenzar las negociaciones entre los dos países, había que darle una respuesta con mucha dignidad.

La historia reciente entre México y Estados Unidos ha tenido momentos de tensión, pero no recuerdo uno de confrontación tan claro y directo como el que ahora vivimos.

Episodios como las audiencias del senador republicano Jesse Helms, acciones antiinmigrantes como la Operación Guardián, la muerte del agente Enrique Camarena, el respaldo a Cuba en sentido contrario a la hostilidad de Washington y la certificación en la lucha antinarcóticos suenan ahora como momentos de cordialidad, si se les compara con el trato despótico del que ha hecho gala un personaje carente de todo tipo de tacto personal y diplomático. 

Ahora que ha hecho lo correcto, Peña Nieto tiene la oportunidad de redefinir su sexenio: Si quiere, puede pasar a la historia como el presidente que enfrentó uno de los mayores retos externos que ha tenido el país.

Para lograrlo, y dejar en segundo plano muchas fallas de su gobierno, Peña Nieto deberá hacer varias cosas.

1) Hacer a un lado su militancia priista. Debe olvidarse de su propia sucesión. Que su partido defina a su candidato para 2018 sin su intervención. Si el PRI ha de ganar, que sea por sus méritos y no por la intervención presidencial. Meterse en la sucesión no sólo le quitará tiempo, sino le restará credibilidad. Incluso sería bueno que hiciera explícita su voluntad de no ser parte del proceso electoral.

2) Olvidarse, también, de los comicios de gobernador en su estado. Ese proceso está incluso más cerca que el otro. Que deje al PRI decidir quién es su candidato y se atenga al resultado. No necesita distraerse con quién será el próximo ocupante del Palacio de Gobierno en Toluca.

3) Enviar un mensaje terminante a todos los servidores públicos: habrá un control estricto en el uso de los recursos del erario y no se tolerará un solo acto de corrupción. La gente está harta del abuso. Exige eficiencia en el gasto, transparencia y rendición de cuentas. El presidente debe hacer suya esta demanda.

4) Proceder, en la medida de sus capacidades y funciones, contra todo aquel que haya pisoteado la confianza de la ciudadanía y haya violado la ley. Se trate de quien se trate y milite en el partido que sea. Parejo y con todo.

5) Apoyar los esfuerzos ciudadanos en la búsqueda de la transparencia y la rendición de cuentas, como el Sistema Nacional Anticorrupción. Y sacar las manos del proceso de nombramiento del titular de la Fiscalía General de la Nación. La mejor manera de cuidar sus espaldas es con imparcialidad y apego a las leyes.

Una excelente oportunidad de hacer esos anuncios es el centenario de la Constitución. Podría aprovechar para decir que México debe ser un país que se distinga por el respeto a la ley, tanto en el ámbito nacional como el internacional. La agresión que recibe México desde el exterior necesita de todas las energías y toda la dedicación del presidente de la República.

Para ello puede echar mano del capital político que se está generando una vez que políticos de todos los partidos están cerrando filas en torno al gobierno federal para oponer un frente unido. No es poca cosa concitar el apoyo hasta de los adversarios más acérrimos, como es el caso del lopezobradorismo.

Por ello, sería lamentable utilizar este momento como una cortina de humo para que las prácticas de la política se mantengan tal cual. La oportunidad pinta para un cambio genuino.

Peña Nieto ya hizo lo correcto cancelando la reunión con Trump. Pero el camino para asegurar su legado apenas comienza.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excélsior.com.mx.