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El miserable referéndum del brexit
Lun, 27/06/2016 - 09:51

Barbara Wesel

La UE y la victoria de Tsipras, la opereta continúa
Barbara Wesel

Barbara Wesel, corresponsal de DW en Bruselas.

Un día después del shock provocado por el brexit nace una nueva palabra en Gran Bretaña: regrexit, el creciente arrepentimiento provocado tras dejar Europa. El drama de este referéndum es que la mayoría de las personas que marcaron la x en la casilla destinada a “Abandonar” esperaban algo totalmente diferente a lo que recibirán a partir de ahora.

Obra maestra de la manipulación. Cuando preguntas a los votantes de los suburbios pobres de Londres por qué votaron contra Europa la mayoría contesta: “Porque no queremos que nadie nos diga lo que tenemos que hacer” y “porque queremos más para nosotros”, es decir mejores escuelas, viviendas más asequibles, mejores trabajos y salarios más altos. Les han convencido de que la supuesta regulación externa de Bruselas es culpable de sus malas condiciones de vida y que, por tanto, no hay que buscar el error en su propio Gobierno. Una obra maestra de la manipulación política.

Esto es trágico. Boris Johnson y sus cómplices del partido populista UKIP les prometieron algo a sus ciudadanos que no podrán darles. Algo que nunca podrán concederles porque no les interesa el destino de las personas económicamente dependientes, socialmente frustradas y mal educadas, es decir, la mayoría de las que votaron a favor del brexit. Los votantes sólo han sido el vehículo para el hambre de poder de los demagogos.

Las cuentas las pagarán los más débiles. En especial los más débiles, aquellos que desde hace años no han obtenido ningún aumento salarial, los que tienen puestos de trabajo precarios y han ayudado a que triunfe el brexit son los que pagarán las consecuencias económicas. La libra cae, la solvencia de Gran Bretaña baja de categoría y las empresas se plantean emigrar. Nadie en el gobierno británico sustituirá los subsidios procedentes de la UE que recibían los agricultores galeses y que les ayudaban a mantenerse a flote. Lo mismo ocurrirá con los trabajadores del acero de Port Talbot, quienes nunca volverán a encontrar un trabajo de verdad, porque sus posibilidades de hacerlo cayeron con el brexit.

La campaña contra la UE dirigida por Boris Johnson, Nigel Farage y compañía fue una batalla propagandística más propia de la perfidia norcoreana. Mintieron y traicionaron a los británicos difundiendo cifras falsas, hechos ficticios y comparaciones nazis con el fin de convencer a la gente de que, tras el brexit, el sol siempre brillaría y la mantequilla y la miel fluirían por las tostadas de todos. Y la gente se lo creyó, porque quería creérselo. Se dejaron cegar y seducir por flautistas de Hamelín modernos que, por encima de todo, jugaron con la xenofobia para ganar el referéndum.

No saben lo que han hecho. La causa de la tragedia es la falta de conocimiento y la rabiosa resistencia contra los expertos y la llamada élite. Si muchos británicos piensan que Europa es culpable de su desagracia, entonces es que no han entendido las consecuencias de su decisión. Los informes de Google demuestran que durante las horas posteriores al cierre de las urnas se multiplicaron búsquedas del tipo: "¿Qué es la UE?". Este referéndum no ha sido un ejercicio democrático, ha sido una manifestación del arte de la manipulación.

La respuesta más directa al “no” británico a Europa fue escrita por Eric Idle, exmiembro del grupo cómico Monty Python: “Reino Unido. Balazo. Pie”. Nada más que añadir.

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