Gran Bretaña está en shock. Ahora aún más. Muchos de los europeos que se interesaron por el referéndum británico, e incluso muchos europeos con responsabilidades en Bruselas, están consternados. De modo que surge la pregunta: ¿Vale la pena realmente todo esto? ¿Cómo es posible que el debate político en torno al rumbo que ha de seguir Gran Bretaña haya cobrado una vida?

El cobarde asesino parece haber matado por odio. Así también lo estima el afligido esposo de la diputada asesinada. Odio contra la clase política, contra el establishment, contra una imagen totalmente errada de la UE. Esto no ha sido simplemente un vil asesinato de una madre, de un talento político. Este hecho es también un ataque a la democracia en Gran Bretaña. ¿Cómo se pudo llegar tan lejos?

Con inusual rara dureza, insultos increíbles, mentiras, cifras falsas, declaraciones absurdas y tácticas intimidatorias, ambas partes han envenenado el clima político. Los partidarios del brexit trataban se asustar a los británicos con referencias a Adolf Hitler, a la Unión Soviética y a fantasías sobre una posible invasión de refugiados. Los opositores al Brexit veían en riesgo la paz mundial, la prosperidad y Europa en su conjunto. También ellos alimentaron los miedos pero no de forma tan drástica como los populistas de derecha con las campañas "Leave". El demagogo Nigel Farage, del partido por la independencia, debería preguntarse si no ha ido demasiado lejos.

Mucho peor lo hicieron los del partido de derecha extrema "Britain First" que, según su página web, odian a los blancos izquierdistas y a periodistas críticos. Todavía no está claro si el asesino cometió este acto atroz remiténdose al "Britain First", pero hay testigos que afirman esto. Un portavoz del "Britain First" negó cualquier tipo de relación con su agrupación y atacó a los medios por su cobertura.

Los partidos que protagonizaron los encendidos debates no tienen responsabilidad jurídica, pero sí son responsables. Tienen la responsabilidad por el clima agresivo que pudo haber incitado al autor del crimen. El Reino Unido ya había experimentado asesinatos políticos en el conflicto con los terroristas de Irlanda del Norte. Sin embargo, el último crimen contra un parlamentario había ocurrido hace 26 años.

También en Alemania, el clima político se torna más agresivo. La violencia política motivada por la derecha e izquierda en el debate sobre la política de refugiados crece. También aquí ha habido ataques similares al cometido contra Jo Cox. Afortunadamente, el ex candidato a canciller del SPD Oskar Lafontaine (1990), el ministro del Interior Wolfgang Schäuble (1990) y la candidata a la alcaldía de Colonia Henriette Reker (2015) pudieron sobrevivir a los ataques.

En una semana, los votantes en el Reino Unido debían decidir si quieren salir o no de la UE. ¿Es eso aún posible? Los partidarios de permanecer en la UE han interrumpido su campaña por 24 horas. Los partidarios del brexit se sumaron. Pero un día de tregua no es suficiente: el referéndum británico debería ser pospuesto por un par de semanas para que se calmen los ánimos, para que el miedo y el odio puedan ser extirpados del debate electoral. Ahora hay que dar un paso hacia atrás y preguntarse: ¿cómo hemos llegado hasta aquí?. ¿Realmente queremos continuar así? Por lo menos esa explicación le debe Gran Bretaña a la familia de Jo Cox.