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El personalismo de López Obrador y su falta de profesionalismo
Mié, 26/04/2017 - 07:43

Leo Zuckermann

¿Puede comprarse el voto en México?
Leo Zuckermann

Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.

Tiene razón López Obrador: sus adversarios van a ponerle todo tipo de trampas para bajarlo en las encuestas. Ni modo, es lo que le ocurre a los candidatos punteros en una democracia. Es más, entre más crezca, más trampas van a tenderle para generar escándalos que minen su apoyo social. Por eso, tiene que cuidarse y empezar a actuar con menos personalismo y más profesionalismo.

Conocida es la tendencia del tabasqueño a concentrar la toma de decisiones de su partido. Él decide, por dedazo, quiénes serán los candidatos a puestos de elección popular. Naturalmente, muchos están tratando de subirse a la ola morenista ahora que las encuestas demuestran que tienen fortaleza. Y ahí se les puede colar de todo: desde buenos ciudadanos que legítimamente quieren trabajar por un cambio hasta oportunistas corruptos que lo único que les interesa es seguir medrando desde el poder. López Obrador, incluso, debe saber que sus adversarios tratarán de infiltrar dentro de sus filas a espías o gente con el propósito de sabotear su campaña presidencial. Supongo que a estas alturas del juego ya no le queda un solo pelo de ingenuidad al tabasqueño.

El otro problema es la falta de profesionalismo en la campaña de AMLO. Una campaña seria debe investigar a todos los cuadros importantes del círculo cercano al líder y a los candidatos a puestos de elección popular. Este proceso se conoce en inglés como vetting. El término, al parecer, viene del requerimiento que tenían los caballos de ser revisados por un veterinario para valorar si tenían las condiciones para participar en una carrera. El concepto se trasladó a la política, refiriéndose al proceso de investigación de un político antes de ser nominado a un puesto. Entre más importante sea éste, más profunda debe ser la evaluación de sus finanzas, conexiones y lo que se ha reportado de él o ella en los medios. No debe quedar ningún cabo suelto para evitar cualquier tipo de sorpresas. Siempre será mejor enterarse de los problemas de una persona en el vetting que después, cuando el secreto se haga público.

López Obrador ya le costó haber apoyado a José Luis Abarca como presidente municipal de Iguala. Hace unas semanas vimos, en un acto en Nueva York, cómo uno de los padres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa le reclamaba airadamente su vínculo con este exalcalde, presuntamente relacionado con el crimen organizado.

Ahora le explotó otro escándalo. Por dedazoAMLO designó a Eva Cadena como candidata a presidenta municipal de Las Choapas, Veracruz. Resulta que algún vivo, de esos que quieren bajar a López Obrador de las encuestas, le ofreció a la representante de Morena medio millón de pesos en efectivo para la campaña del tabasqueño. La muy bruta, corrupta o ambas aceptó sin chistar el dinero y, para deleite de los que la estaban filmando, incluso pidió una “bolsita” para llevárselo. Días después de la entrega de estos recursos, AMLO fue a Las Choapas, donde ungió a Cadena asegurando que no era una imposición y que la candidata no era corrupta. Todos cayeron redonditos en el cuatro. Casi como de guión de una película, que por cierto ya vimos. Resulta increíble lo simple de la provocación. ¿Cómo fue posible?

Primero, por el personalismo de AMLO. Mientras él sea el que tome todas las decisiones, más errores cometerá. Comprobado está que el proceso de toma de decisiones institucional produce mejores resultados que el caudillista. Y si este tipo de osos ocurren ahora que está en campaña, imaginemos lo que podría ocurrir en caso de ganar la Presidencia con el personalismo que lo caracteriza.

Segundo, en evidencia quedó la falta de profesionalismo de la campaña de López Obrador. Resulta increíble que, a estas alturas del partido, no haya un grupo, o por lo menos alguien cercano al tabasqueño, que haga un poco de investigación sobre las personas que está lanzando Morena como candidatos del partido, es decir, representantes del propio AMLO, porque Morena y él son lo mismo. ¿Nadie advirtió que Eva Cadena era una lerda, corrupta o ambas? ¿Cuántos Cadenas ya están subidos al tren morenista? ¿Cuántos están prestos para abordarlo? ¿A cuántos ya están reclutando los adversarios de AMLO para infiltrarlos con el propósito explícito de generar escándalos?

Si AMLO quiere ganar en esta tercera ocasión, debe cuidarse, lo cual pasa por crear mecanismos institucionales de toma de decisiones y procesos profesionales de evaluación en el reclutamiento de sus cuadros políticos.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excélsior.com.mx.

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