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El Salvador: los peligros de la desesperanza
Mié, 03/02/2016 - 09:16

Manuel Hinds

¿Cómo impactará a América Latina la crisis?
Manuel Hinds

Manuel Hinds es economista y consultor económico. Fue ministro de Hacienda de El Salvador entre 1994 y 1999. Se le considera el padre de la dolarización, pues fue quien propuso la idea en su país. Es autor de Playing Monopoly with the Devil: Dollarization and Domestic Currencies in Developing Countries (Yale University Press, 2006) y co-autor con Benn Steil de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009). Hinds también es columnista de El Diario de Hoy, de El Salvador. En 2010 obtuvo el Premio Hayek, del Manhattan Institute.

El gobierno y el FMLN han vuelto a la carga con su proyecto de expropiar los ahorros que han acumulado los futuros pensionados. Este es un proyecto que ambos han contemplado desde hace bastante tiempo. Hace dos años anunciaron que pensaban hacer una reforma en este sentido. Enfrentando una oposición muy dura, abandonaron el campo diciendo que estaban estudiando el tema, aunque nunca dejaron de pasar mensajes orientados a cambiar la opinión de la gente para que aceptaran las reformas que deseaban llevar adelante. Hoy han vuelto a decir que van a presentar un proyecto para reformar las pensiones, pero, como antes, no han dado detalles de lo que quieren hacer.

El desaforado interés del gobierno y el FMLN en pasar estas reformas no tiene nada que ver con algún deseo de mejorar dicho sistema sino con el deseo, también desaforado, de apropiarse de los ahorros de los futuros pensionados para financiar los excesivos gastos gubernamentales.

Esto es realmente preocupante porque dicha reforma sería altamente negativa para los futuros pensionados y para el país. También debería ser preocupante para el FMLN, porque tendría efectos electorales muy negativos para ellos. La expropiación es una cosa que la gente no olvida, y eso es lo que la reforma sería. La afectada sería la clase media y esa es la clase que ahora define las elecciones.

Hace dos años varias encuestas mostraron que más del 75% de la población rechazaba la oferta de regresar al sistema que existía antes, en el que le daban al gobierno sus ahorros con la promesa de que éste se los devolvería años después cuando tuvieran que retirarse. El gobierno mismo ha erosionado la credibilidad de esas promesas al pagar tasas miserables de interés en los ahorros que extrae de los futuros pensionados a la fuerza. Si ni siquiera paga intereses de mercado, ¿confiaría usted en que pagaría lo prometido dentro de veinte o treinta años cuando los funcionarios de ahora no pagan ni siquiera intereses decentes? Si fuera cierto que les interesan las pensiones, y no apropiarse de los fondos de los pensionados, lo lógico sería que pagaran al menos los intereses de mercado.

El gobierno ha tratado muchas veces de convencer a la población de que en realidad, aunque no lo demuestre, está interesado en que la gente tenga buenas pensiones. También ha tratado de disfrazar la expropiación usando otras palabras para describir lo que quiere hacer. Y también ha reducido el tamaño de la expropiación, de cerca de US$10 mil millones a entre tres mil quinientos y cuatro mil millones. Pero la gente no se ha tragado esta propaganda. Una encuesta reciente indica que el porcentaje de rechazo al sistema de entregar el dinero al gobierno en vez de depositarlo en cuentas individuales no ha disminuido. Está todavía por encima del 75%.

Esto debería de preocupar al FMLN. Pero también debería de preocuparnos a todos porque la expropiación de las pensiones no es la única medida con alto costo político que el gobierno ha tomado en los últimos tiempos —también lo han sido los aumentos de impuestos y el desproporcionado aumento en el precio del agua. Peor aun, el FMLN está pagando un alto costo político por esas medidas sin que se resuelvan los problemas que supuestamente se iban a resolver con ellas. En vez de mejorar, los servicios públicos están cada vez peores. La población está cada vez más frustrada.

El hecho de que estén tomando estas medidas para resolver problemas que gente competente resolvería con mucho menores costos sugiere que el FMLN, agobiado por tantos problemas, ha sucumbido a la desesperanza. Esto se nota también en las indecisiones, en la paralización cuando se enfrentan a eventos como la manifestación de la policía que llegó muy cerca de la oficina del presidente, y en el creciente desorden que es aparente en el gobierno entero. Es como si el gobierno y el FMLN hubieran ya tirado los guantes por sentir que los problemas son más grandes que ellos y ya no les importa si el país se encamine al caos porque de todos modos ya no pueden controlarlo. Eso sería desastroso. Es el camino por el que vamos.

*Esta columna fue publicada originalmente en el centro de estudios públicos ElCato.org.

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