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Elecciones en Chile: la posible irrupción de Parisi en segunda vuelta
Vie, 25/10/2013 - 12:11

Guillermo Holzmann

Escenarios post Kirchner
Guillermo Holzmann

Cientista Político, Académico de la Universidad de Valparaíso. Ex subdirector del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile (2005-2009). Su desarrollo profesional y académico se ha focalizado en las áreas de Estrategia, Seguridad, Inteligencia, Defensa y Riesgo Político. Es académico de variados magíster dentro de su país, así como investigador asociado y profesor de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos dependiente del Ministerio de Defensa Nacional. Miembro de International Association For Intelligence Education (Iafie), International Political Science Association (IPSA), Latin American Studies Association (LASA), Red de Seguridad y Defensa de América Latina (Resdal), entre otros. Analista político en diversos medios radiales, televisivos y escritos, tanto en Chile como en el extranjero. Socio-Director de Analytyka Consultores (www.analytyka.com).

En esta elección presidencial, el universo de votantes se amplía desde 8,5 millones (votaron 6,7 millones en la presidencial del 2009) a 13, 5 millones en virtud de la reforma que estableció la inscripción automática y el voto voluntario. 

La única votación existente con este nuevo padrón, es la municipal del año pasado, donde la abstención supero el 60%. Por ser una elección municipal, y por tanto de menor interés ciudadano, por sus implicancias locales, no hay instrumentos adecuados para estimar la participación efectiva o la abstención, ni la capacidad para estimar resultados en las próximas presidenciales (de hecho en las primarias las encuestas fallaron en sus predicciones). 

En este escenario, el criterio de análisis es más bien estadístico, en el sentido de que existiendo 9 candidatos, la probabilidad de segunda vuelta es alta. A pesar de ello, Bachelet aspira  a un triunfo en primera vuelta con probabilidades bajas (pero no imposible) que lo obtenga. El problema principal es estimar si los 5 millones de nuevos votantes concurrirán o no a votar. Si lo hacen, por quien votarían y si no lo hacen - al ser voto voluntario-, cuanta abstención habría en los electores tradicionales. Lo anterior genera una distribución de votos imposible de estimar, razón por la cual se prefiere trabajar con hipótesis sobre este tema.

Ello explica la tendencia de los analistas, a sugerir rangos en la abstención y en los resultados, conforme sean las bases metodológicas de los cruces de los distintos datos disponibles. En este sentido, el mejor escenario para un triunfo en primera vuelta de Bachelet es la presencia de una alta abstención, considerando que el comportamiento electoral de la centroizquierda es más disciplinado que el de la centroderecha y los desafectos de la política.

Por ejemplo, y considerando las encuestas que en forma sistemática y constante dan cuenta de un distanciamiento en términos de legitimidad y credibilidad del sistema político en general, y de los partidos en particular, resulta razonable plantear la emergencia de un voto de castigo que afectaría principalmente las candidaturas de Bachelet y Matthei. Si ello ocurriese, no hay duda que Bachelet pasaría a segunda vuelta pero se genera grados de probabilidad que no sea Matthei quien la acompañe. Todo ello a nivel de hipótesis y sin posibilidad de plantear probabilidades. En virtud de este escenario, tanto Bachelet como Matthei están concentradas en asegurar el voto duro y asegurarlo también para sus candidatos a parlamentarios.

Con ello, las próximas tres semanas serán de amplio e insistente despliegue para evitar la dispersión de votos. Esto implica observar un proceso de polarización y descalificación entre las candidaturas, y la búsqueda de argumentos políticos que permitan neutralizar el eventual repunte o aumento de adhesión de las candidaturas alternativas.

La estrategia de la campaña de Bachelet se ha concentrado en despliegues territoriales de intenso contacto con la gente, con la finalidad de potenciar y recuperar apoyos de los sectores tradicionalmente concertacionistas y que hoy día aparecen críticos a su liderazgo, especialmente en segmentos menores de 35 años. Es también parte de su estrategia el no abrir espacios de debate directo con otros candidatos y mantener una estrategia de "no desgaste", considerando la adhesión que muestran las encuestas y en especial el resultado de las primarias, con lo cual "protege" su ventaja electoral a pesar de que la intención de votos aparece disminuida respecto a la adhesión en las encuestas. Por tanto, su campaña se explica por el cuidado de no perder el voto duro de su sector y mantener las expectativas de atraer a un porcentaje de ese segmento menor de 35 años. Adicionalmente, con esta estrategia de "no enfrentamiento" evita que las divisiones al interior del pacto Nueva Mayoría, se puedan abrir y perjudicar su actual posición. A su vez, los otros candidatos -especialmente los alternativos- aspiran a confrontarse con ella para obtener beneficios electorales. Al evitarlo, el mayor desgaste lo tienen los otros mientras que ella mantiene una imagen no confrontacional y de estar ajena al conflicto, instalando una idea de inclusión de todos los chilenos que es un eje de su campaña.

El hecho de no haber asistido al primer debate le define una ventaja política sobre sus contendores, cuando participe en los ya agendados. Al efecto, ya conoce los argumentos, los temas y tiene mayor espacio de respuesta y más claras las oportunidades para salir airosa de ellos. Con todo, estos debates serán más confrontacionales e intensos.

Para Bachelet, el objetivo es evitar la fuga de votos concertacionistas como también de los nuevos votantes hacia ME-O, Claude, Sfeir, Holt, Israel y Miranda. Si logra establecer una distancia ideológica, programática y de credibilidad en este sector del electorado, implica la recuperación del voto concertacionista y aumenta sus posibilidades de lograr una votación sobre el 40% en la primera vuelta. (si es que no sobre el 50% como se indicó anteriormente).

En la centroderecha, la fuga de votantes del sector es más difícil de estimar. Sin embargo, es evidente la penetración que ha logrado Parisi en este sector. Las razones son variadas pero destacan entre ellas la percepción negativa respecto a la gestión política del gobierno de Piñera (no así respecto a los resultados macroeconómicos), el complejo proceso experimentado para la final designación de Metthei como candidata del sector, y la percepción de falta de sensibilidad y propuestas en torno a temas de desigualdad y educación.

La necesidad de contener el aumento de adhesión de Parisi y el imperativo de lograr la mayor votación posible -y cercana a Bachelet en la primera vuelta- constituyen los objetivos evidentes en este escenario. Por ello, los esfuerzos de despliegue de campaña para satisfacerlos y lograr la mejor votación posible en las parlamentarias resultan ser cruciales para plantear el tipo de relaciones políticas en el Congreso frente a la instalación de demandas provenientes de los candidatos alternativos como de movimientos sociales. 

Resulta paradojal que habiendo 9 candidatos, el debate político se haga a través de titulares (casi estilo twitter en 140 caracteres) y sean ellos los que definen la agenda de discusión política. Los temas ya instalados enfrentan la necesidad de mantener el crecimiento y las expectativas de bienestar, con la necesidad de mejorar la distribución del ingreso, y avanzar hacia un cambio o reforma constitucional, solo por nombrar algunos. La amplitud de temas permite sostener que esta elección, más allá de cómo se ha desarrollado, definirá ejes estratégicos en términos políticos y de desarrollo futuro del país. Lo anterior, y considerando la dinámica política y económica a nivel mundial, los niveles de riesgo serán determinantes conforme se defina la correlación de fuerzas posterior a la primera vuelta.

Al efecto, el 17 de noviembre sabremos los resultados parlamentarios y el peso político de cada partido, coalición y los denominados independientes.

Sabremos además la influencia electoral y política del Partido Comunista y los resultados de la UDI y los doblajes reales obtenidos. Este escenario definirá los ejes de negociación entre los candidatos de la segunda vuelta y aquellos que desean negociar sus votos conforme los resultados obtenidos.

Si Parisi puede o no lograr estar en la segunda vuelta es una apuesta con probabilidad variable y sin resultados certeros. Sin embargo, y aun cuando eso se diese, el problema político más importante es la distancia electoral entre Bachelet y quien le siga. Eso definirá una plataforma política alrededor de los cambios esperados y la conflictividad futura del próximo gobierno.

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