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En empleo, la estrategia del camaleón
Vie, 21/04/2017 - 10:24

Elena Heredero

En empleo, la estrategia del camaleón
Elena Heredero

Elena Heredero es economista del FOMIN, un laboratorio de innovación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Dirige la iniciativa NEO en la que empresas, gobiernos y sociedad civil en América Latina y el Caribe trabajan juntos para mejorar las oportunidades de empleo de un millón de jóvenes.

Hoy en día existen vehículos que andan solos, manzanas que nunca se dañan y drones que mapean el mundo. Desde mi celular puedo pagar cuentas, alquilar mi apartamento, comprar mi almuerzo y encontrar pareja. Y pronto hasta tendré la opción de comprarme un robot que me haga las tareas del hogar.

Los avances en la tecnología ofrecen opciones ilimitadas para el consumidor. Pero ¿cómo influyen tecnologías como la inteligencia artificial en las perspectivas laborales de los que actualmente cursan estudios secundarios y universitarios? ¿Y qué deben hacer las instituciones de formación laboral para no quedarse atrás?

Los gobiernos, las grandes empresas y la sociedad civil en los países desarrollados dedican cada vez más tiempo y recursos a analizar escenarios para responder a estas preguntas y planificar más adecuadamente para el futuro.

El modelo estadounidense

En 2012, por ejemplo, el gobierno de Estados Unidos lanzó la meta de formar a un millón de jóvenes en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, carreras conocidas como STEM (por sus siglas en inglés). El objetivo era llenar las vacantes de empleo que existirían en estas áreas en 2022. Estos jóvenes llegarían a ser los desarrolladores web, ingenieros nucleares, químicos o expertos en cambio climático del futuro.

Datos de la agencia de estadísticas laborales de ese país indicaron que, de 164 millones puestos de trabajo en 2020, 9.2 millones calificarían como STEM, de los cuales 4.6 millones estarían relacionados con la computación y 200 mil estarían dedicados específicamente al desarrollo de software.

Las ventajas para invertir en carreras STEM eran claras. En 2013, un salario mediano STEM rondaba los $76.000, dos veces más que trabajos en otras áreas, siendo la carrera de ingeniería la mejor remunerada.

La meta de Estados Unidos era desarrollar habilidades STEM en la juventud estadounidense para crear puestos de trabajo y asegurar la competitividad de la economía nacional. El presidente de la nación supo entonces que, para mantener el liderazgo económico y tecnológico estadounidense, tenía que cerrar esa brecha.

El reto de América Latina

Pero en América Latina y el Caribe la inversión en investigación es 10 veces más baja que en Estados Unidos. Esta disparidad, que se refleja en la formación de los jóvenes, también se siente al nivel de la producción científica. Y si no somos previsores, puede ser un obstáculo para el desarrollo de la región.

Entonces ¿están las instituciones de formación en América Latina y el Caribe listas para que la tecnología se integre en toda la línea de producción de bienes y servicios?

La iniciativa NEO

Para enfrentar ese reto, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se ha aliado con 1000 empresas y 200 ONG en América Latina y el Caribe en 12 países de la región, desde la República Dominicana hasta Paraguay, pasando por México, El Salvador, Perú y Colombia.

En una región donde más de 20 millones de jóvenes no estudian ni trabajan, y muchas empresas no encuentran mano de obra cualificada, la iniciativa NEO se ha propuesto mejorar las oportunidades de empleo de un millón de jóvenes de aquí a 2022. Un 75% de éstos se formarán para carreras STEM. La mitad serán mujeres.

NEO busca inyectar un mayor valor agregado a los sectores más dinámicos de las economías de la región donde hay ventajas comparativas, como son los sectores de logística y puertos. Esto es el caso de Urabá, una región de mayoría afrodescendiente duramente afectada por más de 50 años de conflicto armado en Colombia.

El diálogo entre empresas, gobiernos e instituciones de formación está siendo fundamental para alinear las necesidades de mano de obra de las empresas con las prioridades educativas, y así cerrar la brecha entre las habilidades de los jóvenes y la demanda de personal cualificado.

Y en estos tiempos en que la tecnología impulsa cambios a una velocidad vertiginosa, la flexibilidad de las instituciones es una cualidad imprescindible para que la formación de los jóvenes esté a la altura de los avances.

En México la Fundación Panamericana de Desarrollo de la OEA promueve la educación STEM entre niñas y poblaciones indígenas. Y en República Dominicana, gracias al programa República Digital, se espera incorporar la robótica educativa a unos 500 centros educativos en 2020, y capacitar a más de 900 docentes en las áreas de ciencias, matemáticas y tecnología.

Más allá de la tecnología

Eso no es todo. Además de incorporar la tecnología a la educación, para brindarles un futuro más prometedor a nuestros jóvenes es necesario mejorar la calidad educativa, desarrollar competencias clave como las socioemocionales y fomentar las experiencias en empresas más que en el salón de clase.

Pero si miramos hacia lo que nos espera, si entendemos los riesgos e incertidumbres e identificamos los problemas y oportunidades potenciales, podremos tomar decisiones informadas, que nos ayudarán a convertirnos en una región más equitativa, próspera y feliz.

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