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Enrique Peña Nieto y el TLCAN: ¿hablar por hablar?
Vie, 02/12/2016 - 09:55

Armando Román Zozaya

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Armando Román Zozaya

Armando Román Zozaya es licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales por el CIDE, México; Maestro en Estudios de Desarrollo por la Universidad de Oxford (Reino Unido), y Doctor en Integración Económica y Monetaria de Europa por el Instituto Ortega y Gasset-Universidad Complutense de Madrid (España). Ha sido profesor en la Universidad de Oxford (Mansfield College), en la Universidad Metropolitana de Londres y en el University of Stanford Centre in Oxford. Es editorialista del periódico Excélsior (México).

El día de ayer, en el marco de la Cumbre de CEOs de la APEC, el presidente Peña Nieto comentó que México no considera necesario renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte pero sí “modernizarlo”. La modernización del tratado conllevaría añadirle temas que, según Peña Nieto, no se consideraron en el acuerdo originalmente como, por ejemplo, cuestiones laborales y de medio ambiente.

No comprendo las palabras de Peña Nieto. En primer lugar, el TLCAN sí incluyó los temas laboral y ambiental. De hecho, con el fin de que la competencia económica a la que daría paso el tratado fuera pareja y, al mismo tiempo, el crecimiento económico que generaría el acuerdo no resultase en costos ambientales considerables y hasta en explotación laboral, México, Estados Unidos y Canadá firmaron, en paralelo al tratado, el Acuerdo de Cooperación Ambiental de América del Norte y el Acuerdo de Cooperación Laboral de América del Norte.

En segundo lugar, es muy difícil que “modernizar” un acuerdo comercial de la envergadura del TLCAN no sea equivalente a renegociarlo o, por lo menos, a abrir la puerta a una potencial renegociación.

En tercer lugar, ¿qué significa “modernizar” un Tratado de Libre Comercio, por principio de cuentas? De acuerdo con la teoría de la integración económica, una vez que se ha establecido una zona de libre comercio, lo que sigue es poner en pie una unión aduanera, la cual debería ser complementada por un mercado común, el cual debe ser seguido por una unión monetaria y ésta por una unión fiscal, es decir, por una total unión económica (hay quienes sostienen que, a una unión económica, debe seguir una unión política).

Entonces, ¿qué es exactamente lo que el presidente Peña Nieto piensa que sería viable proponer con relación al TLCAN? ¿Que lo “modernicemos” dando paso a una Unión Aduanera de América del Norte y, luego, a un Mercado Común de América del Norte, etcétera? ¿Está pensando Enrique Peña Nieto que Trump y sus halcones verían todo esto con muy buenos ojos y estarían dispuestos a contemplar esta “modernización” del tratado (y sin renegociarlo, claro)?

Ahora bien, si “modernizar” un Tratado de Libre Comercio no significa lo que plantea la teoría de la integración, ¿qué es, pues, “modernizar” una zona de libre comercio? Asimismo, ¿qué es, entonces, lo que quiso decir Peña Nieto con “modernizar” el TLCAN?

Las apreciaciones del presidente Peña parecen improvisadas, poco analizadas, paupérrimas en todo sentido. Es preocupante que, justo cuando nuestro país enfrenta un escenario crítico, el Presidente de la República se exprese, en un foro internacional de gran relevancia, sin cuidado y sin aportar detalles de lo que está diciendo, es decir, sin seriedad: la señal enviada a los inversionistas, a los mercados y a los empresarios de todo el mundo tiene el potencial de ser en verdad nociva para los intereses de nuestro país.

La Presidencia de Donald Trump es un reto colosal para México. El optimismo y las buenas vibras no nos van a salvar de la crisis que podría desatarse si Trump cumple lo que prometió, sobre todo en 2018, año que de por sí ya se vislumbraba difícil para México y en el que las medidas que Trump pudiese tomar estarán madurando.

Es apremiante, pues, que el gobierno mexicano se tome en serio lo que está pasando y lo que podría pasar. Un buen comienzo sería asegurarse de que, en ninguna circunstancia y, especialmente, cuando se trata de temas fundamentales para el país, el titular del Ejecutivo no hable nada más por hablar.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excélsior.com.mx.