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¿Es suficiente estudiar para lograr un buen trabajo?
Mar, 02/06/2015 - 12:04

Manuel Urquidi

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Manuel Urquidi

Manuel Urquidi es especialista en la Unidad de Mercados Laborales y Seguridad Social del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Desde sus inicios en el Banco, en 2011, colabora desde las oficinas en Bolivia. Antes de unirse al BID, ocupó cargos de asesoría en importantes agencias del gobierno boliviano. Asimismo, coordinó actividades académicas dentro del Programa de Especialización en Desarrollo Económico Comunitario de la Universidad Andina Simón Bolívar. Cuenta con una Maestría en Gerencia de Proyectos de Desarrollo en la Universidad Andina Simón Bolívar de Bolivia, además de Diplomados en Educación Superior, Gobierno y Gestión Pública.

Encontrar empleo cada día es más difícil. Que además el trabajo sea bueno parece a veces misión imposible. Si bien las opciones mejoran cuando uno tiene mayor nivel de educación, cada día entra más en el debate si, por encima de los títulos que uno pueda obtener, es más importante la calidad de esa educación recibida. Hace varios años que en el BID venimos trabajando por analizar cómo medir la brecha existente entre las habilidades que demandan los empleadores y las que pueden ofrecer los trabajadores. Originalmente parecía fácil: poseer un título profesional era un sello de garantía de que uno sabía lo necesario para trabajar en ese tema. Pero esto ya no es así…

Ya ha pasado un tiempo desde que se presentó el libro ‘Desconectados’, en el que se analizaban los problemas de habilidades en la región. Es en esta línea en la que se enmarca un nuevo estudio del BID, en el que se aborda el problema de la brecha de habilidades en Bolivia. En él, los empresarios del país fueron consultados, entre otros temas, por las dificultades que encuentran a la hora de contratar. Descubrimos que muchos puestos vacantes para trabajadores calificados pasan meses sin poder llenarse y que la principal causa de que esto ocurra es que, en casi un tercio de los casos, los empleadores no habían logrado encontrar gente con las habilidades necesarias para desempeñar el trabajo.

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En el estudio también queda reflejado que para una de cada cuatro vacantes no se consiguió encontrar a un trabajador idóneo porque se pedía experiencia. Al conversar con los empresarios esta semana en el Foro Producción y Empleo en Cainco, vimos que en realidad ellos buscan experiencia justamente porque eso les garantiza un mínimo nivel de habilidades. Parte del reto que afrontan los jóvenes consiste en que, al no ser su educación una garantía, caen en el círculo vicioso de necesitar experiencia y no tener posibilidades para obtenerla.

Sabemos que el desempleo juvenil en casi todos los países es más alto que el de los mayores de 25 años. En el caso de Bolivia, confirmamos que esta tendencia se mantendrá. Los empleadores prevén que sólo uno de cada cuatro nuevos empleos creados este año vaya para jóvenes. Y, además, esos trabajos serán de peor calidad, como revelamos en el estudio: la mayor parte de los jóvenes (el 75%) trabajan en empresas pequeñas y muchas veces con contratos no formales.

Si bien los datos de este estudio se circunscriben a Bolivia, sus conclusiones reflejan en realidad lo que pasa en muchos otros países de la región. Necesitamos una educación de calidad y las pruebas internacionales, como la del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE (PISA, por sus siglas en inglés), muestran que esta es una de las asignaturas pendientes que la región de América Latina y el Caribe tiene ante sí. No hacer nada supondrá, entre otras cosas, que los jóvenes sigan teniendo enormes dificultades a la hora de acceder a empleos de calidad.

*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Factor Trabajo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

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