Pasar al contenido principal

ES / EN

¿Está la Argentina preparada para envejecer?
Jue, 22/06/2017 - 11:00

Rafael Rofman

Rafael Rofman
Rafael Rofman

Rafael Rofman es Líder del Programa para la Educación, la Salud, la Protección Social, el Trabajo y la Pobreza, América Latina y el Caribe, en el Banco Mundial.

En la Argentina de hoy, la población en edad de trabajar crece más rápido que la población total.  Este patrón, conocido como el bono demográfico, es una gran oportunidad de generación de riqueza, siempre que se forme a los jóvenes y se creen empleos para que la población en edad productiva efectivamente trabaje y produzca. Pero este escenario favorable no es para siempre. En poco más de 30 años, el porcentaje de población adulta (mayor de 65 años) sobre el total será casi el doble, pasando del 10% actual al 19% 2050 (y al 25% en 2100). 
 
Imaginemos cuán diferente será la sociedad en el futuro con el doble de adultos mayores. De no mediar un cambio tecnológico profundo, subirían los gastos en jubilaciones y salud, y el crecimiento económico se estancaría como consecuencia de una menor cantidad de personas trabajando, un fenómeno que ya viene ocurriendo en países desarrollados. En el caso particular de la Argentina, el problema se complica: corremos el riesgo de volvernos viejos antes de volvernos ricos. 

Con este nivel elevado de gasto futuro, será muy difícil para los argentinos mantener el sistema de protección social y sostener un crecimiento económico adecuado sin un crecimiento sostenido complementado por reformas profundas. ¿Qué hacemos? ¿Cómo debemos preparamos?
 
Argentina tiene hoy una gran oportunidad de crecimiento económico futuro. La población argentina está transitando un período de 30 años de “bono demográfico”, durante el cual el porcentaje de la población en edad de trabajar será mayor que nunca antes en la historia y, probablemente, que en el futuro. La aritmética es simple: si la proporción de los que producen sobre el total de la población aumenta, generamos más producto y recursos por habitante, lo que nos permitiría ahorrar más como país. Para realizar este beneficio, sin embargo, tenemos que asegurarnos que estos potenciales trabajadores trabajen, y que cada uno de ellos produzca tanto como, o más que en el pasado. De lo contrario, corremos el riesgo de que el bono demográfico se convierta en una deuda impagable a futuro.
 
¿Cómo hacemos para estimular el empleo y el aumento de la productividad necesarios para sacar ventaja del bono demográfico?  Sobre este debate impostergable estamos avanzando con el evento “Los años no vienen solos”, organizado por el Programa Argentina 2030 y el Banco Mundial. Los temas a tratar son:

*La participación económica femenina y de los adultos mayores en la fuerza laboral.  Para sumar a la fuerza laboral, hay espacio para promover una mayor participación de la mujer, a partir de políticas de capacitación permanente que promueven la reinserción laboral de quienes se han alejado del mercado laboral, o servicios que compensen o distribuyan el trabajo del hogar, hoy mayoritariamente a cargo de las mujeres.  Del mismo modo, tanto por razones económicas como vitales, es momento de explorar incentivos y facilitadores de la extensión de la vida activa de los adultos mayores. ¿Qué políticas de promoción de la participación de la mujer y el adulto mayor están siendo ensayadas en el mundo, y a qué costo?  

*La sustentabilidad del sistema de pensiones y la edad jubilatoria. El envejecimiento poblacional implica un mayor nivel de gastos, que ya atenta contra la sostenibilidad del sistema previsional y requiere una reforma, tal como fue estipulado en la Ley de Reparación Histórica. Al mismo tiempo, en las últimas décadas se ha observado una tendencia al aumento en la edad promedio en la que los trabajadores se retiran del mercado de trabajo. De continuar esta tendencia, en un contexto de mejoramiento de las condiciones de salud y una mayor acumulación de capital humano, la población productiva podría extenderse, compensando los desequilibrios previsionales y el debilitamiento del crecimiento asociado al envejecimiento poblacional. ¿Qué parámetros previsionales son consistentes con las tendencias demográficas y las posibilidades productivas del país? 

*La tasa de ahorro y su enlace con la inversión. Argentina ha tenido un nivel de ahorro interno relativamente bajo en décadas recientes, que no alcanza para financiar inversiones que permitan aumentar la productividad de los trabajadores. ¿Cómo incentivamos más ahorros durante este periodo de bono demográfico para prepararnos para el futuro? ¿Es posible dirigir excedentes al ahorro e inversión para generar un círculo virtuoso de inversión, crecimiento y ahorro, conocido como el “segundo dividendo demográfico”? 

*La calidad de educación para mejor acumulación de capital humano. Para prepararnos para los trabajos de mañana tenemos que adquirir habilidades cognitivas, interpersonales y tecnológicas.  Por otro lado, para explotar el bono demográfico necesitamos que las personas en edad de trabajar encuentren empleos de calidad, condición para que reforzar la tasa de participación y la productividad individual. ¿Cómo nos preparamos para agregar más valor a nuestra labor?  ¿Qué reformas educativas son necesarias para maximizar la capacidad de producción y los ingresos de nuestros trabajadores presentes y futuros?

Hoy día, cuando el debate educativo en el país tiene el carácter prioritario que se merece, es el momento de avanzar del diagnóstico a las propuestas concretas, para aumentar y fortalecer el capital humano y su participación en el mercado de trabajo, diseñar un sistema previsional sustentable que no inhiba el ahorro y la inversión necesarios para “volvernos ricos antes de volvernos viejos”.

*Esta columna fue publicada originalmente en la zona de blogs del sitio web del Banco Mundial.

Países
Autores