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Frank La Rue: ¿relator de qué?
Mar, 13/03/2012 - 09:48

José Raúl González Merlo

La luz de Otto
José Raúl González Merlo

José Raúl González Merlo es catedrático de Finanzas y Economía en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala). Posee una licenciatura en Administración de Empresas en esta misma casa de estudios superiores y un MBA en Finanzas y Economía de University of Rochester, NY. Actualmente es vicepresidente Financiero de Grupo Progreso y es miembro de la junta directiva del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN), además de  columnista de opinión en Prensa Libre (Guatemala).

El señor Frank La Rue, flamante relator especial de las Naciones Unidas para la defensa de la libertad de expresión, tiene que elegir entre defender a sus otrora patrocinadores político-revolucionarios o realizar el trabajo para el cual, supuestamente, está encargado. Mientras tanto, debe dejar de atacar a periodistas independientes.

Todo comenzó cuando Silvia Gereda y Pedro Trujillo destaparon la olla de grillos. En dos entregas de periodismo investigativo profesional, dieron a conocer públicamente cómo el gobierno de Suecia y el de Noruega, a través de sus embajadas, financian a grupos desestabilizadores y terroristas locales. El embajador de Suecia, como era de esperarse, “se hizo el sueco” y negó la veracidad de la historia. Lo único que no pudo hacer fue destruir la evidencia documental de su propio gobierno en donde se mencionan los despropósitos de sus financiamientos.

La cooperación internacional tiene las manos manchadas con sangre. Bajo eufemismos como la “liberación de presos políticos emblemáticos” se mandan fondos para sacar de la cárcel a personas condenadas por graves asesinatos. Con expresiones como la “descriminalización de la lucha” se financia a los grupos que intimidan a pobladores de San Juan Sacatepéquez. Asuntos plenamente documentados por la PDH y el Sistema Nacional de Diálogo Permanente que estudia la conflictividad de ese municipio y que, por razones de mi trabajo, me ha tocado conocer.

¿Qué hizo el señor La Rue ante el reportaje? Increíblemente, zafarles la alfombra a los periodistas. Sin mayor fundamento calificó de “falsedades y mentiras” el trabajo periodístico de ambos profesionales. Bastó la palabra del embajador sueco para que el relator se convirtiera sumariamente en el Judas Iscariote de la libertad de expresión.

Este extraordinario ataque a dos profesionales del periodismo independiente encuentra explicación cuando se analizan los compromisos políticos del “relator” con los gobiernos en mención. Hoy, al igual que ayer, ambos países gustan de financiar aventuras politico-insurgentes mediante las ONG de fachada. Quiere decir que el personaje enviado por la ONU a defender la libertad de expresión, prefiere intentar desacreditar a dos periodistas en una oficiosa, vergonzosa e indigna defensa de los gobiernos sueco y noruego. Con defensores de la libertad de expresión como esos, ¿quién necesita funcionarios internacionales serviles? ¿Qué es el señor relator de la ONU?, ¿un vocero de los gobiernos que le patrocinaron sus aventuras insurgentes pasadas y presentes o un verdadero defensor de la libertad de expresión? Para lo primero ya se dio “color”. Para lo segundo, tiene mucho que demostrar.

En lo que la ONU decide nombrar un verdadero defensor de la libertad de opinar, solo nos queda esperar la reacción diplomática del gobierno de Guatemala. Por lo menos, deberíamos exigir un mínimo de dignidad nacional y actuar “con mano dura” ante esta notoria intervención de gobiernos extranjeros en los asuntos internos de nuestro país.

*Esta columna fue publicada originalmente en PrensaLibre.com.