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Guatemala: tramitología y gestión pública
Vie, 25/05/2012 - 15:43

Alfred Kaltschmitt

Correa cuereando
Alfred Kaltschmitt

Alfred Kaltschmitt, Msc es catedrático en periodismo y medios de comunicación, candidato Doctoral en Investigación Social. Director de "Esteoeste", programa televisivo de análisis y debate político, transmitido todos los domingos por Canal Antigua (Guatemala). Asimismo, es presidente de la Fundación Agros Tesorero de Apanac (Asociación de Amigos del Patrimonio Natural y Cultural de Guatemala) y columnista estable del diario Prensa Libre (Guatemala).

Como escribí alguna vez, la corrupción se gesta en las largas colas, en los trámites engorrosos, en los procesos complicados, en la ineficiencia estatal que, al final, desemboca en la explotación indecente de los ciudadanos y en el atropello de sus derechos civiles.

Ciudadanos que sufren horas de sol, incomodidades y frustraciones para sacar documentos tan simples como una pinche certificación de antecedentes penales. Desesperados por la lentitud en el vía crucis de las colas, “alguien” corre la bola de que por Q50 o Q100 le sale rapidito y sin mayor congoja, y así -con la mordida venenosa a tuto- es como se esparce y contamina esa simiente maligna que pulula en las instituciones públicas que irrespetan su razón de ser y los derechos de quienes les pagan sus salarios.

Ahhh… Guatemala mala mala, con tantos hijos infelices forzados a lamer el yugo de los malos servidores públicos. Esas son las maldiciones recurrentes a las que estamos expuestos constantemente porque el poder coercitivo de la ley no se concreta en la certeza de un castigo ejemplar. Al contrario, los incentivos perversos se enquistan como tumores malignos en todo, o en buena parte, del sistema estatal, haciendo del servicio público, un lucrativo negocio para los hueseros burócratas. Si existiera la Ley de Servicio Civil, y los burócratas, mediante un sistema de meritocracia y desempeño fueran profesionales de carrera, otra cosa sería y el gasto público no sería opaco, sino transparente y de calidad.

¿Cuántos recursos, horas hombre ahorradas, y cuánta incidencia positiva tendríamos si todo ese enjambre de procesos y trámites hijos de su madre Doña tramitología, fuese la regla y no la excepción? Como si no fuera suficiente prueba la rápida, expedita y transparente metodología de tramitar una licencia o un pasaporte debido a que una empresa privada es la encargada.

Estuvimos recientemente en el Irtra, esa isla de eficiencia, belleza y comodidad, escrupulosamente administrada por la iniciativa privada. En el cincuentenario de su fundación se hace relevante comprobar que el Estado no es el mejor administrador y nos preguntamos qué sería el Irtra si el Estado tuviese metidas sus manotas.

La nota amarga del viaje, una vez más, fue el sufrido, accidentado y peligroso viaje por carretera de Escuintla a Retalhuleu. El estado de la carretera no es pésimo, es una porquería absoluta. Los accidentes causan enormes congestiones y es afortunado aquel que no reventó llantas en los múltiples cráteres que surgen de improviso en la carretera.

Qué impacto tendría para la economía si a través de una alianza público-privada, los guatemaltecos gozásemos de una autopista de seis carriles de costa a costa. Los costos de transporte. El ahorro de tiempo. La seguridad para los usuarios, el efecto positivo en el turismo y en nuestra calificación como país para atraer inversión y desarrollo.

Uno no puede más que preguntarse si alguna vez aprenderemos la lección o no. Yo estoy optimista en que este gobierno se enfocará en estas prioridades, que han sido prioridades desde hace tanto tiempo, que la memoria duele.

La oportunidad para hacer una reforma del Estado está aquí, a los cinco meses del 14 a las 14. Los guatemaltecos no podemos perder la fe en que la conflictividad social bajará, que seremos un país más seguro, que la infraestructura del país se mejorará, que el imperio de la ley y el Estado de Derecho prevalecerán. Que desde el presidente hasta el último empleado del gobierno serán un ejemplo de servidor público, probo honesto y eficiente.

*Esta columna fue publicada originalmente en PrensaLibre.com.

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