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Invirtamos en talento humano, mejoremos la productividad
Lun, 08/12/2014 - 10:53

Carmen Pagés

Países exitosos: la formación no acaba al salir de la escuela
Carmen Pagés

Carmen Pagés-Serra es la Jefa de la Unidad de Mercados Laborales y Seguridad Social del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En forma previa a esta labor, Carmen se desempeñó como economista principal en el Departamento de Investigación del BID, donde lideró importantes publicaciones tales como La Era de la Productividad: Cómo transformar las economías desde sus cimientos, las últimas ediciones de la publicación insignia anual del Banco, el Desarrollo en las Americas (DIA). Carmen es también autora del libro Ley y Empleo: Lecciones de América Latina y el Caribe, escrito conjuntamente con el Premio Nobel Prof. James Heckman, así como de dos libros adicionales (Se Buscan Buenos Empleos: Los mercados laborales en América Latina y La Creación de Empleos en América Latina y el Caribe: Tendencias recientes y los retos políticos). Carmen ha publicado extensamente en revistas académicas y de política líderes en las áreas de mercados laborales, seguridad social y productividad. Antes de formar parte del BID, Carmen se desempeñó desde el 2004 hasta el 2006 como economista senior en temas laborales en el Banco Mundial. Carmen cuenta con una Maestría en Economía de la Universidad Autónoma de Barcelona y un Doctorado en Economía de la Universidad de Boston.

Se asocia habitualmente la productividad a la tecnología: cuanto más modernos y rápidos son los equipos con los que trabajamos, mayor es nuestra producción. Tal afirmación es incorrecta, puesto que omite un aspecto esencial para que las empresas y la economía de un país sean productivas: contar con buenos trabajadores, suficientes en número y bien preparados. En definitiva, ¿de quién depende la producción y el manejo de la tecnología si no es de las personas, de los trabajadores? Las habilidades también importan.

Para abordar este tema, me parece muy interesante analizar el caso de Colombia. La productividad de este país ha crecido 16,99% en los últimos diez años, un periodo en el que Perú o Chile, por ejemplo, han mejorado 51,4% y 23,53% respectivamente. ¿Qué explica esta situación? Entre otras cosas, que más de la mitad de las empresas colombianas, 57%, reconoce que tiene dificultades para llenar sus vacantes y 45% asegura que la falta de preparación de la fuerza laboral es un obstáculo importante para crecer y ser competitivas. Si esta realidad se prolonga, ¿será posible que los colombianos puedan ver cumplida su legítima aspiración de formar parte del mundo desarrollado?

Durante décadas, la deficiente preparación de la fuerza laboral se ha achacado al sistema educativo del país, bien porque no cubría a toda la población, bien por una baja calidad de la enseñanza. No hay duda de que este es un factor importante, como pusieron de manifiesto las últimas pruebas PISA: más de la mitad de los jóvenes colombianos no puede reconocer la idea principal de un texto y sólo uno de cada cuatro puede resolver problemas numéricos simples… Sin embargo, el sistema educativo no es la única pieza de este rompecabezas.

La formación continua de la fuerza de trabajo también es clave. Los protagonistas del cambio de ritmo que Colombia necesita para mejorar la productividad no son los estudiantes que hoy todavía están en las aulas, sino las personas en edad de trabajar. Como otros artículos ya han resaltado en este mismo blog (‘Los trabajos del futuro’ o ‘¿Te quitará un robot tu próximo trabajo?‘), la formación ya no acaba al graduarse con un título. En un mundo como el actual, los trabajadores necesitan herramientas para actualizar constantemente sus conocimientos.

Dicho lo anterior, ¿cuál es el principal obstáculo para que Colombia cuente con una fuerza laboral preparada? Creo que el aspecto primordial que reclama una urgente atención es la brecha de habilidades, el divorcio que existe entre quienes forman y quienes emplean. Cada vez hay un abismo mayor entre la formación que se da en las aulas y las habilidades que necesitan las empresas, lo cual es un gran lastre para la capacidad de crecimiento del país.

La solución de este problema pasa por proporcionar una formación de más calidad y más acorde con la demanda de las empresas, del sector productivo, algo que sólo se consigue si el sector privado y el sector público trabajan codo con codo persiguiendo un mismo objetivo. Este es el camino que han transitado las economías de otros países del mundo para empezar a superar esa brecha de habilidades creando consejos sectoriales dirigidos por la industria, agencias independientes de aseguramiento de calidad, o buscando nuevas fórmulas para financiar la capacitación orientada a resultados. Colombia también puede hacerlo. Pero para ello necesita trazar una estrategia de desarrollo de país centrada en el talento humano.

*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Factor Trabajo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

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