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Israel y las Naciones Unidas
Mar, 03/01/2017 - 09:05

Farid Kahhat

Las buenas noticias que trae el fallido atentado a Times Square
Farid Kahhat

Peruano, doctor en Relaciones Internacionales, Teoría Política y Política Comparada en la Universidad de Texas, Austin. Fue comentarista en temas internacionales de CNN en español, y actualmente es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP (Perú) y analista internacional.

Si se juzgara la resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU por la respuesta del gobierno israelí, esta parecería ser una anomalía. En realidad, la resolución debería llamar la atención por lo trillado de su contenido. Desde la resolución 446 de 1979 el Consejo de Seguridad sostiene que los asentamientos para colonos judíos sobre tierras confiscadas a propietarios palestinos “no tienen validez legal y constituyen un serio obstáculo para el logro de una paz completa, justa y duradera en el Oriente Medio”. 
Al igual que la resolución 242 del propio Consejo de Seguridad, la resolución 2334 invoca el principio de “la inadmisibilidad de la adquisición de territorio por medio de la guerra”. Dado que Israel adquirió control sobre Cisjordania, Jerusalén oriental y Gaza a través de la guerra de 1967, tanto la resolución 2334 como la 446 se refieren a Israel como la “potencia ocupante” y a esos lugares como “territorios palestinos ocupados”. Por esa razón, ambas resoluciones sostienen que la Cuarta Convención de Ginebra es aplicable a esos territorios, y esa Convención establece en su artículo 49 que “La Potencia ocupante no podrá proceder a la evacuación o transferencia de una parte de su propia población civil al territorio por ella ocupado”. Por eso ambas resoluciones declaran que la construcción de asentamientos por el Estado de Israel en esos territorios carece de validez legal. 

Lo dicho hasta aquí coincide con la posición oficial de China, los Estados Unidos, Francia, el Reino Unido, y Rusia (es decir, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad). De hecho, el consenso en torno a esas normas es unánime en la comunidad internacional, como demuestra el hecho de que, pese a que el Estado de Israel considera el conjunto de Jerusalén como su capital, ningún Estado tiene su embajada en esa ciudad. 

Si esos son los hechos, ¿por qué el gobierno israelí reacciona como si fuera víctima de una afrenta sin precedentes? Tal vez porque desde 2009 (coincidiendo con la presidencia de Obama), el Consejo de Seguridad no había aprobado ninguna resolución sustantiva sobre el tema. De hecho, la última resolución del Consejo de Seguridad que realizaba una crítica categórica de los asentamientos fue la 465, adoptada en 1980. Una de las razones que explican esa omisión es el hecho de que la única vez que el gobierno de Barack Obama ejerció su derecho a veto en el Consejo de Seguridad fue en 2011, con lo cual impidió la aprobación de una resolución similar a la 2334, finalmente aprobada en Diciembre de 2016 con 14 votos a favor, y una sola abstención (la de los Estados Unidos).

¿Cómo explicar que el mismo presidente que en septiembre pasado aprobó en favor de Israel el mayor programa de ayuda desde el Plan Marshall (US$38.000 millones en una década), permita en diciembre la adopción de una resolución crítica de las prácticas del gobierno israelí? La única hipótesis que se me ocurre es que entre ambas decisiones mediaron las elecciones generales en los Estados Unidos. Como vemos ahora, el costo en materia de política interna de adoptar esa decisión ha sido relativamente alto (por ejemplo, ni un solo senador, demócrata o republicano, respaldó en forma pública y sin ambages la decisión de Obama), pero hubiera sido mayor si se adoptaba antes de las elecciones.

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