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La "destrucción creativa de la innovación", una luz de alerta para Colombia
Mié, 19/11/2014 - 10:29

José Roberto Concha

Dos años del TLC entre Colombia y Chile
José Roberto Concha

José Roberto Concha es el director del Consultorio de Comercio Exterior (Icecomex)  y jefe del departamento de mercadeo y negocios internacionales de la universidad Icesi (Colombia). Con un Master of Management y un Phd en Mercadeo de Tulane University en New Orleans, Estados Unidos. Trabajó durante 13 años como gerente de mercadeo en Miles Laboratorios y en Sucromiles, y por 16 años se desempeñó como gerente general de empresas del país y del exterior como Comolsa, Valores en Carvajal S.A., Offsetec en Quito, Ecuador y Zona franca Palmaseca. Dicta cátedras en negocios internacionales y mercadeo en la Universidad Icesi y dicta cursos en estas materias en Ecuador y Bolivia en los MBA de Espol y de la Universidad Católica, respectivamente.

En días pasados se cerró la planta de Intel en Costa Rica. Esta empresa líder en nueva tecnología y ejemplo para la región de desarrollo e innovación, cayó en una zona de "confort" en el país tico y sus altos costos y cambios tecnológicos en el mercado la hicieron no competitiva mundialmente. Esto es un buen ejemplo de la llamada "destrucción creativa de la innovación", teoría desarrollada por Joseph Alois Schumpeter (1883-1950), abogado y economista de la provincia austriaca de Moravia, hoy república Checa.

Qué buen ejemplo para la situación que está viviendo actualmente Colombia, donde las exportaciones tradicionales podrían ayudar a mantener un equilibrio por algún tiempo, pero a través de una complacencia por los buenos resultados presentes, aunque existan otros horizontes que exigen someterse al riesgo al cambio. Si se inicia el proceso hoy, se puede lograr la internacionalización de otros tipos de productos como los agrícolas, agroindustriales, manufacturas, así como artículos con tecnología de medio y bajo contenido y servicios.

Pero para lograr esto el pensamiento y portafolio exportador debe tener un giro gigantesco, porque lo que sí es seguro es que los commodities no serán nuestro potencial en el futuro. Si se hace un análisis del primer semestre de 2014, según estadísticas del DANE, las ventas minero-energéticas, que representan 72% del total de nuestras exportaciones, se redujeron en más de 4%. Por su parte, los no minero-energéticos que representan el 28% del total, se redujeron 5%.

Colombia tiene entre sus principales productos de exportación, según cifras del DANE para lo que va corrido del 2014, al petróleo y sus derivados, carbón, ferroníquel, oro y esmeraldas. Estos productos por su valor en millones de dólares suman alrededor de US$18.500 y nuestras exportaciones totales para este primer semestre sumaron US$28.000 millones.

La destrucción creativa de que habla Schumpeter nos obliga a repensar nuestro panorama de crecimiento en comercio exterior, no destruyendo el desarrollo logrado en los productos minero-energéticos, pero sí promoviendo más y mejores negocios en industrias donde tenemos desarrollos importantes, aunque aún no seamos competitivos internacionalmente.

Los viejos esquemas de producir solo para el mercado doméstico, de solicitar protección arancelaria a nuestras empresas y de refugiarse en la difícil geografía de nuestro país, debe cambiar buscando empresas grandes y competitivas con proyección internacional.

Los tratados de libre comercio firmados con 14 países nos abren la oportunidad de ofrecer con bajos aranceles productos a más de 1.500 millones de consumidores en varios países del mundo. Pero esta es solo la herramienta, el esfuerzo lo debemos hacer los industriales, lógicamente con el apoyo decidido del gobierno, promoviendo incentivos a empresas que deseen iniciar procesos de internacionalización.

Buscar nuevos mercados para productos actuales y volcarse hacia nuevos sectores es el ideal, aprovechando nuestras ventajas comparativas como es en el agro, y en la mano de obra relacionada con la extracción de recursos minerales; desarrollando para los nuevos clientes de Colombia en el mundo productos y servicios con ventajas competitivas que generen valor en nuestros consumidores.

Insisto en que debemos cambiar nuestro portafolio exportador, salir de esa zona de confort que es la explotación de los recursos naturales no renovables, para poder ser competitivos y sostenibles, aunque se presenten dificultades hacia un nuevo panorama. Ahí está nuestra gran oportunidad. Nunca es tarde para emprender un nuevo rumbo y construir una nueva historia para el desarrollo del país.