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La igualdad en el mercado laboral empieza por casa
Jue, 03/04/2014 - 11:42

Carolina González Velosa

La igualdad en el mercado laboral empieza por casa
Carolina González Velosa

Carolina González Velosa se vinculó a Banco Interamericano de Desarrollo en 2011 y desde entonces se especializa en el área de mercados laborales. Cuenta con un doctorado en economía de la universidad de Maryland y un pregrado en economía de la Universidad de los Andes en Bogotá.

En América Latina las mujeres acumulan más años de educación que los hombres, pero acceden a empleos de menor calidad y reciben ingresos laborales más bajos (Ñopo, 2012). Para atacar este problema, las medidas que adoptan los gobiernos suelen centrarse en garantizar mejores oportunidades laborales para las  mujeres, con leyes antidiscriminación y programas de formación e inserción laboral  focalizados en la población femenina. Sin embargo, y aunque suene extraño, reducir las desventajas que enfrentan las mujeres en el mercado laboral también podría requerir incrementar los derechos laborales de los hombres.

En América Latina, la regulación laboral es notablemente desfavorable para los hombres en el ámbito de las licencias de paternidad. En comparación con países más desarrollados, nuestra legislación parece no darle mucha importancia al rol de los padres. Un hombre que trabaje como empleado en el sector formal tiene, por lo general, derecho a dos o tres días de licencia de paternidad remunerada tras el nacimiento de un hijo [1]. En contraste, en el Reino Unido, Islandia, Suecia y Noruega, la licencia de paternidad parcialmente remunerada es igual o superior a un mes (OIT, 2012).¿Qué podrían ganar los países de América Latina si aumentasen las licencias de paternidad a los niveles de los países europeos? De una parte, esto puede contribuir a que los padres  tengan un papel más activo en la crianza de los hijos desde su edad temprana, lo que traería consecuencias positivas en la educación y desarrollo emocional de los niños y un fortalecimiento de los vínculos familiares. Pero las ventajas de esta política podrían ir mucho más allá. De hecho, las mujeres trabajadoras podrían ser grandes beneficiarias de este tipo de medidas, por lo que vale la pena reflexionar sobre el tema .

Las desventajas que enfrentan las mujeres en el mercado de trabajo son en parte resultado de que ellas asumen una mayor responsabilidad en las tareas del hogar, lo que reduce su vinculación al mercado laboral y su poder de negociación en el trabajo (Ñopo, 2012). Los empleadores pueden estar menos dispuestos a contratar o a promocionar mujeres si anticipan que ellas serán menos productivas debido a las responsabilidades que trae la maternidad.

Además, las mujeres pueden deliberadamente elegir ocupaciones que, aunque sean relativamente peor remuneradas, tienen el horario o flexibilidad necesarios para atender a sus hijos. Por lo tanto, si existiera una distribución más equitativa entre hombres y mujeres en cuanto a la crianza de los hijos, se podrían reducir las desventajas que enfrentan las mujeres en el mercado laboral.

Y aquí vale la pena rescatar los casos  emblemáticos de Suecia e  Islandia, que han recibido muchísima atención de los medios por poner los derechos de los padres en el centro de la política de género (ver, por ejemplo, estos artículos del New York Times y Slate). En Islandia, tras el nacimiento de un niño,  los periodos de licencia son idénticos para ambos sexos: tanto hombres como mujeres tienen derecho a tres meses de  licencia individual parcialmente remunerada y tres meses de licencia conjunta. En Suecia, los hombres pueden acceder al menos a sesenta días que, a diferencia de lo que sucede en otros países, no pueden ser transferidos a la madre, para quien existe una licencia independiente[2]. De esta forma, los empleadores de estos países pueden anticipar  que cualquier trabajador, independientemente de su sexo, va a dedicar un tiempo considerable al cuidado de sus hijos. Esto a su vez implica que las mujeres no sean penalizadas de manera desproporcionada, reduciendo su desventaja relativa en el mercado laboral.

Aún no tenemos evidencia rigurosa sobre el impacto que han tenido las políticas de paternidad de Islandia y Suecia sobre las condiciones laborales de las mujeres[3]. De hecho, estas medidas podrían ser insuficientes para reducir totalmente la brecha de género en salarios, dado el papel que pueden jugar otros  factores como, por ejemplo, el rol de las mujeres en la alimentación temprana, las distintas preferencias por el balance entre familia y trabajo, las conductas discriminatorias y las diferencias de género en la capacidad de negociación. Sin embargo, es claro que los esfuerzos de Islandia y Suecia apuntan en la dirección correcta. En estos países se transformó la regulación laboral  para reconocer la importancia que tienen los padres en la crianza de los hijos. Y al hacerlo, se avanzó en el camino hacia una sociedad más equitativa.

[1] En Colombia los hombres tienen derecho a ocho días de licencia de paternidad remunerada tras el nacimiento de un hijo. En Brasil o en Chile, tiene acceso a cinco días y en Argentina y Paraguay, tan sólo a dos. En Uruguay se ofrecen tres días de licencia, pero este derecho se limita únicamente a los trabajadores del servicio civil.

[2] Vale la pena aclarar que estas prerrogativas se redujeron temporalmente durante la crisis económica del 2008.

[3] El estudio de Cools et al (2012) hace un esfuerzo en este sentido usando datos de Suecia. Sin embargo, como los autores reconocen, no les es posible aislar el impacto que tiene la licencia que se otorga a los hombres del impacto que tiene la licencia que se otorga a las mujeres.

*Esta columna se publicó con anterioridad en la revista Humanum.