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La Organización Mundial de Comercio y una cita clave en Buenos Aires
Mié, 13/12/2017 - 08:56

Héctor Casanueva

Europa y las migraciones: una paradoja
Héctor Casanueva

Héctor Casanueva es profesor e investigador en Historia y Prospectiva de la Universidad de Alcalá de Henares, director del Consejo Chileno de Prospectiva y Estrategia y ex embajador de Chile.

En momentos especialmente complejos para el multilateralismo, amenazado en todos los terrenos, los 164 países y economías miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) se reúnió estos días en Buenos Aires en su XI Conferencia Ministerial.

La OMC fue creada al término de la Ronda Uruguay, hace 22 años, precisamente con el objetivo de promover y garantizar un comercio internacional basado en las reglas del GATT 1947 y 1994, cuyo cumplimiento se encarga de monitorear. En este sentido, es el único organismo del sistema multilateral que administra un sistema mundial de normas comerciales. Es además un foro para la negociación de acuerdos comerciales, y cumple una función esencial en el resguardo de la seguridad jurídica del sistema comercial, que es la solución de las diferencias comerciales entre sus miembros. Sin esta función, las pequeñas economías estarían completamente en la indefensión, porque la esencia del sistema es que todos los miembros, cualquiera sea su tamaño, tiene el derecho a interpelar y exigir de otros sus derechos que estiman vulnerados.

En la llamada Ronda de Doha (por la ciudad en que fue iniciada en 2001), cuyos acuerdos se conocen como Programa de Doha para el Desarrollo (PDD), la OMC hizo un intento por centrar sus funciones en el desarrollo de los países menos adelantados, especialmente en la eliminación progresiva de los obstáculos y distorsiones que afectan a las exportaciones agrícolas y los servicios. Poco se ha avanzado en el programa, al punto que hay una tendencia al interior de la OMC por dar por superado el PDD, no en cuanto a sus temas centrales, que siguen vigentes, sino en cuanto a la forma de abordarlos, que se enfrenta a los miembros, especialmente en desarrollo, que exigen dar cumplimiento a esos objetivos. Es un debate que sigue vigente y que en gran medida está condicionando la apertura de la OMC a nuevos temas de la agenda comercial internacional, que emergen en el entorno digital y la nueva economía del conocimiento.

La Conferencia celebrada en Nairobi el 2015 fue un reflejo de esto último. En su declaración final quedó plasmada la diferencia de enfoques sobre el PDD. Pero no obstante, se lograron algunos acuerdos sustantivos, especialmente la eliminación de los subsidios a la exportaciones agrícolas de los países desarrollados (actualmente en fase de implementación), algunos acuerdos en materia de desarrollo, y la prórroga de la solución transitoria a los stocks de existencias públicas de productos alimenticios por razones de seguridad alimentaria, materia espacialmente importante para la India.

Antes de eso, en Bali en el 2013, la OMC logró un acuerdo relevante para dinamizar el comercio global, que va en beneficio especialmente de los países menos adelantados. Se trata del Acuerdo de Facilitación de Comercio (AFC), el que acaba de entrar en vigencia hace unos meses. Según cálculos de la OCDE, la UNCTAD y la OMC, su plena aplicación, que significa eliminar obstáculos técnicos, administrativos y aduaneros, además de creación de capacidades, podrá reducir los aranceles a nivel global en más de un 14%, inyectar en el PIB global más de 900.000 millones de dólares y crear hasta 20 millones de nuevos empleos.

¿Cuáles son las ventajas de la OMC que la hacen tan crucial y que deben ser puestas de relieve y reforzadas en esta Conferencia Ministerial?

Como lo señaló la ministra argentina Susana Malcorra, presidenta de la Conferencia, "la primera cosa que pretendemos es lograr una reconfirmación de la OMC, de su mandato, del sistema de reglas. Es una decisión política… y si salimos de Buenos Aires reconfirmando el sistema de reglas, nos podemos considerar exitosos".

En esta línea, nos parece que en concreto significaría:

Primero, reafirmar su rol como el único organismo multilateral que regula el 98% del comercio mundial. Porque en diferentes partes del mundo, especialmente en los países desarrollados, algunos sectores se apoderan del discurso político culpando al libre comercio del menor crecimiento y de la pérdida o poco dinamismo en el empleo de sus economías. Sin embargo, la evidencia demuestra otra cosa, pues el comercio internacional ha crecido 37 veces al amparo del Acuerdo General de Comercio y Aranceles (GATT en sus siglas en inglés) firmado en 1947, y desde la creación de la OMC en 1995 (Acuerdo de Marraquech de 1994) el conjunto de países en desarrollo y menos adelantados han visto más que duplicar su participación en los intercambios globales.

Por otra parte, según el informe del Director General, los Miembros de la OMC han introducido menos medidas de restricción del comercio entre mediados de octubre de 2016 y mediados de octubre de 2017. Más bien han aplicado más medidas de facilitación del comercio que aquellas restrictivas.

Segundo, reivindicar que es la única organización multilateral global que cuenta con un sistema de solución de diferencias, que es la garantía para todos sus miembros de que pueden reclamar sus derechos y ejercer escrutinio sobre el cumplimiento de los acuerdos comunes.

Tercero, destacar las funciones de cooperación para creación de capacidades en apoyo de los países menos adelantados, que cumple con el fin de que estos puedan desarrollar sus capacidades negociadoras y aprovechar mejor las ventajas del libre comercio.

Cuarto, preservar su función de espacio de negociación multilateral entre los miembros para llegar a acuerdos de alcance global que vayan abriendo progresivamente el comercio internacional.

Finalmente, nos parece que hay un desafío latente que en esta Conferencia será motivo de mucho análisis, reflexiones y eventualmente acuerdos en algunas de las más de veinte materias que están sobre la mesa:cómo resolver la tensión entre los temas pendientes del PDD, cómo continuar trabajando multilateralmente cuestiones delicadas pero urgentes, como los subsidios a la pesca ilegal, la ayuda doméstica a la agricultura o la liberalización de los servicios, y a la vez atreverse a abordar los llamados “nuevos temas”, que tienen que ver con la nueva economía y los desafíos de la Cuarta Revolución Industrial: el comercio electrónico, la facilitación de inversiones, los temas ambientales, los temas de género, y la integración de las MiPymes en el comercio mundial. Esta es otra de las grandes interrogantes a despejar en Buenos Aires, que marcará también el rumbo futuro de la organización.