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La politización del salario en México
Dom, 17/08/2014 - 10:54

Iván Franco

México: mercados de consumo antes y después de la crisis
Iván Franco

Economista del ITAM (México), con estudios de Econometría en la misma institución. Es consultor de negocios para diversas organizaciones en America Latina. @IvanFranco555

Desde hace años he opinado sobre los salarios en México y de cómo un bajo nivel salarial está asociado con mayor desigualdad y con un bajo nivel de crecimiento económico. Finalmente, el tema se está discutiendo en el ámbito político. No obstante, es importante señalar que el salario es un tema que pertenece al ámbito de los negocios y de las empresas, no a la política. El salario mínimo es la excepción por encontrarse en la Constitución y por esa misma razón es que ha estado estancado durante décadas. Independientemente del contexto en el cual se desarrolla el debate, es fundamental aclarar algunos puntos que por ignorancia u omisión están siendo enfocados equivocadamente, tanto por las voces a favor como en contra del aumento a los salarios.

En primer lugar, debemos reconocer que el rezago de los salarios en México es histórico. Desde la creación del mismo salario mínimo hasta la actualidad, la idiosincrasia que acompaña al salario sigue acarreando las mismas visiones y vicios de hace más de 100 años. Por ello, es irrelevante hablar de un aumento salarial en 2014 o en 2015, sino qué nivel de salario es adecuado para nuestro país considerando las condiciones de desarrollo de la economía a lo largo del tiempo.

El segundo error de apreciación viene en la parte macroeconómica. Como mencioné, el salario es un tema de las empresas, un costo para el empresario. Cuando la administración pública analiza al salario lo hace parcialmente y con grandes huecos de conocimiento y de perspectiva. El salario se considera una variable macroeconómica y monetaria que incide directamente en el nivel de empleo y en el consumo, y por ello, en toda la economía. En este contexto, se considera al trabajo como un bien y al salario como su precio. Cuando este precio aumenta causa efectos en el sistema de variables cuyo desenlace en el peor escenario genera inflación. Esta, además de ser una visión exclusivamente macro, es parcialmente cierta y debe revisarse por dos razones: 

1) Los que conocen al sistema monetario saben que el dinero y los sistemas de pagos han evolucionado por lo que un cambio en el nivel de los salarios de la economía no implica necesariamente un fenómeno monetario. 

2) En todo caso, el mayor efecto podría darse por un choque en la oferta debido a mayores costos de producción para las empresas. Inclusive, mayores costos de producción implican la combinación de uno o más efectos dentro de la ecuación de rentabilidad de la empresa, pero no necesariamente generarían desempleo ni tampoco inflación. Por esta razón es que se hace énfasis en que el salario es un tema que pertenece al ámbito de los negocios, aunque en el agregado incida en la economía en su conjunto.

Quien ha analizado la operación de una empresa sabe que todo producto y servicio tiene un costo de producción que se desagrega en diversos costos operativos, administrativos y otros dentro de la cadena de valor. Los márgenes de ganancia en cada eslabón de la cadena son variables que determinan no sólo el precio final del producto, sino cuánto gana cada uno de los agentes que intervienen en el proceso productivo. ¿Por qué es relevante esto?

Cuando el precio de un producto final aumenta, debemos analizar qué componente o componentes dentro de la cadena fueron los causantes del aumento. Si el aumento ocurrió en el costo del trabajo y todos los demás costos quedan constantes entonces, el impacto inflacionario del precio del producto final vendrá por el incremento al salario. Ante este escenario, el empresario podría despedir personal a fin de no impactar sus costos, aunque su producción seguramente se vendría abajo y sus ventas caerían. Por esta razón, quizá le convendría absorber parte del aumento o bien, trasladarlo a otro eslabón dentro de la cadena de valor. Este tipo de decisiones se toman a diario en las empresas.

Por ejemplo, supongamos que una empresa vende 100 pesos de galletas a un minorista para su distribución y este las vende en 130 pesos, es decir, ganando 30% de margen. Supongamos que el costo de producir esos 100 pesos de galletas es de 70, de los cuales, 20 pesos corresponden a los salarios de los trabajadores y 50 pesos es la suma de los demás costos que la empresa enfrenta. Si en lugar de ser 20 pesos, el salario fuera de 30 pesos, eso implicaría que alguien tendría que sacrificar  esos 10 pesos que el salario aumentó. Más que un fenómeno inflacionario, cuando aumentan los costos, primero debe analizarse a dónde se trasladan los costos y quien los absorbe.

La visión clásica y la visión de negocios. Cuando se quiere echar para atrás la discusión del aumento salarial, se recurre a lo que cualquier libro de economía enunciaría. Esto es que al aumentar los salarios se genera un exceso de oferta de trabajo y por ello, se genera desempleo al nuevo nivel salarial. Y con ello, toda la economía pierde. Esta, además de ser una mera generalización estática de un fenómeno posible que parte de investigaciones realizadas muchos años atrás, no considera toda la realidad y complejidad de las relaciones dentro de una economía de mercado que se basa en el consumo. 

Por otro lado, lo que nunca se comenta es que al aumentar el salario, la mayor base de consumo de una economía que son las familias, automáticamente aumentan sus posibilidades de consumo y aunque podrían enfrentar precios mayores al principio, el efecto neto entre el aumento en el consumo y el aumento del nivel de precios puede beneficiar al primero. Este argumento también es simplista, no obstante, es crucial para entender a la economía actual, y más cuando al parecer las autoridades parecen ignorarlo u omitirlo. Técnicamente, el consumo es la base sobre la cual se tiene que debatir el salario, no como un tema inflacionario, político, de productividad y menos de justicia social. La realidad es que estos argumentos son solo verdades a medias que  debaten entre sí, y por ello nunca se llega a ninguna conclusión. El salario es la base de una economía de libre mercado, competitiva y basada fuertemente en el consumo de las  personas. Por esta razón, mientras menos capacidad de consumo tenga la población, habrá menor crecimiento… ¿Parece obvio, no?

El mito de la productividad y los beneficios corporativos. Otro de los argumentos para echar para atrás el aumento salarial es la productividad. Funcionarios de todas las corrientes insisten en que el salario y su aumento deben ir necesariamente ligado a cambios positivos en la productividad, de lo contrario, se generarían otros fenómenos, como la inflación. Nuevamente, una vaga y antiquísima generalización poco sustentada ya sea por desconocimiento u omisión del mundo de los negocios por parte de quienes arguyen tal cosa. Aunque muy claro en la definición, la productividad es en la práctica un tema bastante nebuloso y difícilmente se puede medir dentro de una economía en su conjunto.  

En los salarios, la piedra filosofal es algo menos evidente y se conoce como los beneficios corporativos o alternativamente, las rentas económicas. Una empresa gana por la venta de productos y servicios un monto que de alguna manera multiplica el costo de su producción. Estos beneficios o rentas son variables y dependen  de una diversidad de parámetros del negocio. Cuando existen rentas por la venta de productos, depende del dueño de la empresa a qué factores de la producción se asignarán en determinado periodo. Si por ejemplo, aumentara el salario por decreto, tendríamos que conocer el monto de los beneficios obtenidos por una empresa para determinar qué tanto esos beneficios podrían absorber el aumento salarial. Lo que se sabe es que a nivel mundial y en México, el incremento en los beneficios corporativos se ubica generalmente  por arriba de los incrementos salariales. 

Finalmente… Los salarios no son un tema fácil. Y el debate se complica siempre por desconocimiento, omisión y politización. Lo que no es aceptable es incluir en el debate opiniones y generalizaciones tan triviales como las que hemos enunciado se arguyen la mayoría de las veces.

Tenemos que separar el concepto del nivel salarial con el incremento en el salario, es decir, el parámetro con su tasa de cambio. En segundo lugar, el incremento salarial no necesariamente debe estar acompañado por incrementos en la productividad, sino de cambios en los beneficios corporativos.

El tema de los salarios es un tema de negocios y de empresas y debe ser analizado desde esta perspectiva en un entorno que promueva el consumo. Si no hay consumo, no hay demanda, no hay inversión y no hay crecimiento. Con un nivel de salarios bajos, el consumo también es bajo y esto explica por qué un país como México y muchos otros se encuentran en franco estancamiento desde hace décadas. Ni con todas las reformas económicas –que no tienen por qué beneficiar directamente a la población– el consumo podrá estabilizarse si no se revisa el tema más importante, el salario.

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