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La seguridad de la minería chilena está en deuda
Jue, 12/03/2015 - 10:39

Rodrigo Reveco

La alerta roja por los incendios forestales en Chile y su pobre contención
Rodrigo Reveco

Rodrigo Reveco es especialista en manejo de crisis, desastres y catástrofes. Gestor de pautas de brigadas forestales, procedimientos y aplicaciones de protocolos y tecnología de ultima generación. En Frankfurt se especializó en manejo de emergencias, crisis incendios como bombero IMO que maneja el estándar de Naciones Unidas IMO International Maritime Operations. Ha estado en grandes incendios en Australia y desarrollado protocolos de ONEMI en los 80, en uso en Chile hasta hoy, junto Andro Petric Bowen.

Basta que me pregunten por seguridad y me descompongo. Me ven como exagerado, alarmista y cuanto sinónimo tengan ustedes en mente. Sin embargo, Chile es un país que cumple sólo en la teoría y no en la práctica. Cuando las empresas son sorprendidas incumpliendo con el porcentaje que debería ser designado a seguridad, suelen inventar movimientos para decir que no hay fondos.

Lamentablemente cualquier trabajador que nota esta situación y levanta la mano para denunciar cualquier anomalía, entra en la lista negra. De insistir aparece la excusa legal y son despedidos por "necesidades de la empresa". Aquí es donde precisamente se acuña el término "calla y tendrás trabajo", pero en el fondo y lo medular del asunto, es que hay vidas de por medio.

Una muestra de aquello fue cuando el 5 de agosto de 2010 Chile salía al mundo una vez más por una noticia lamentable. Se trataba de un derrumbe minero que, para nosotros, era escuchar una rutina donde el resultado siempre es desalentador. Pero pasó algo diferente, esta vez sí se pudo rescatar a 33 personas con vida desde el fondo de la mina.

El ministro de Minería de turno, Laurence Golborne, regresó desde un cambio de mando en Colombia para ver la situación en terreno. Su pesadumbre se debía a que en junio de ese mismo año, junto a su homóloga de la cartera del Trabajo, recibieron una carta del sindicato de la Mina Esperanza, donde los mismos trabajadores solicitaban el cierre de la mina. ¿El motivo? La mina estaba llorando.

La ministra de Trabajo de la época, Camila Merino, aceptó la carta, mientras que Golborne expresó que existía un lugar llamado "Archivos y Partes", donde era más pertinente que fuera recibida esa misiva. Entonces, ¿comprensible su arrepentimiento? Cargo de conciencia diría yo, pero son hechos tan demostrables como palpables.

El resultado de dicha operación dejó al descubierto varios hechos que sorprendieron al mundo. En primer lugar: no existía un precedente anterior de alguna situación similar en el mundo. Segundo, había una incertidumbre total en torno a cómo sacar a los 33 trabajadores desde el yacimiento. Sólo un hombre fue capaz de resolver el puzle rápidamente. Se trató de Miguel Fortt Zannoni, quien a horas del desastre envió los lineamientos de cómo buscarlos, realizar sondajes múltiples y mover los hilos del rescate. El ingeniero en minas, especialista en varios rescates mineros, fue el hombre ancla del asunto hasta que el gobierno de turno determinó utilizar el poder político del asunto, designando a Codelco a cargo de la operación, sin ética alguna.

Sin embargo, Codelco quedó al debe ante los ojos del mundo, pues para los expertos mundiales la estatal no contaba con dicho nivel de excelencia. De hecho aún no lo tiene y no lo tendrá en temas de rescate, pues no es su especialidad. Esto se debe a que son tuneleros y nadie es mejor que ellos en el mundo. A pesar de esto, las directrices de Fortt le dieron el vuelco que el rescate necesitaba, sus aportes y el desarrollo de la mítica Fénix hicieron a Chile mundialmente conocido.

Ahora, la pregunta es: ¿tenemos seguridad minera eficiente? Los expertos en riesgos no tienen un rol importante en la minería. Lamentablemente es un rol que se lleva a cabo en los papeles y no en la práctica. Pero, ¿por qué ocurren accidentes bajo la mina, siendo estos casi siempre mortales? Es una situación difícil de analizar debido a los diversos factores que existen en torno al tema; incluso es complicado apartar la angustia de los hechos. Lamentablemente un experto en riesgos en Chile no debería ejercer en trabajos de mina subterránea. La razón es muy simple: los cursos que imparte Sernageomín en nuestro país duran sólo tres meses (aproximadamente). Una persona no puede aprender en ese tiempo cursos en que sólo se da una pincelada de lo que son los riesgos reales de una mina.

Es irrisorio pensar que en tres meses de estudio de Ingeniería en Minas se podrá especializar a un experto (cuestiono el término al menos en el 95% de ellos) que domine diferentes áreas de forma simultánea.

¿Un experto en riesgos en Chile está capacitado para reales problemas subterráneos? La respuesta es clara: no, así de duro y así de real. Un ingeniero en Minas o Civil le lleva años asimilar los conocimientos y práctica. Posteriormente, se nutre de la realidad en terreno, que en muchas ocasiones dista de la teoría, pues la tierra tiene sus encantos geológicos como geomecánicos. Es así de simple y sencillo.

Por otro lado, está ese 'viejo' que lleva años en la mina, ¿podría obtener ese rango? Probablemente no, pero es él la escuela misma. Sabe cuándo ''una mina llora'', se asienta o cruje el cerro. Es un hombre que conoce la piedra, sabe cuándo un movimiento subterráneo es menor o de consideración y debe evacuar; esos son los temas que sólo la experiencia entrega.

¿El curso que se imparte sirve? Francamente no. Si es a quien debemos entregarle la seguridad de nuestras vidas, seré justo: doce horas de perforación y fortificación no te hacen un especialista. Un rescatista BREC (Búsqueda de Rescate en Espacios Confinados) o Pesado (Bomberos) está entrenado para un rescate de edificios colapsados pos terremoto y cuenta con un mínimo de diez días sólo para entender la nomenclatura del reforzamiento. Incluso la preparación es tan estricta, que antes de eso se debe pasar por dos niveles (básico y mediano).

Por todo lo anterior, es utópico pensar que con doce horas se obtendrá la especialización deseada; tener diez horas de estudio sobre explosivos es irrisorio. Si miramos el panorama mundial, los cursos de especialización en estos temas duran un mínimo de 30 días en Europa o Norteamérica. En cuanto a tópicos más específicos, el curso para realizar esta especialización en nuestro país contempla dos horas de Emergencia, tres de Control Inicial del Trauma y, finalmente, tres de Control y Prevención de Incendios.

¿Qué se puede aprender de ventilación en ocho horas? Muy poco. Para que se entienda, la ventilación es la columna vertebral de una mina subterránea, por ahí ingresa y sale, a la vez, tanto el aire contaminado como el respirable. Se requieren con urgencia sistemas de ventilación automatizada.

Otra interrogante sobre el tema es que si se puede tener un experto con estudios de dos horas en emergencias, tres en control inicial del trauma, tres en control y prevención de incendios. La respuesta es dura y radical: jamás, imposible.

La emergencia como tal es un acto que no está contemplado en el diario de las operaciones, puede aparecer de improviso. Esto significa que las emergencias son tan distintas unas de otras, que en dos horas con suerte podríamos enumerar sólo los títulos. La persona a cargo de una emergencia debe ser alguien frío, calculador, absorto de todo y con la mente puesta en lo que debe hacer, cómo lo debe hacer y qué recursos debe utilizar. Y, aparte de todo eso, realizar las buenas prácticas de no contaminación. Por ende, tener un especialista de este nivel jamás se conseguirá con tan pocas horas de preparación.

En cuanto al control de trauma, es inaceptable -y lo digo de forma categórica- la cantidad de horas que se le da a esta disciplina. Un paramédico no ingresa por ningún motivo a una mina subterránea, menos un SAMU, pues ellos creen ser la elite. Sin embargo, al ver en terreno su desempeño, optaría por salir caminando si fuera posible. No es su mundo, y por ende, no cuentan con los conocimientos necesarios.

Todo accidente en mina subterránea es grave o fatal. Estabilizar a una persona requiere de varios tópicos y pueden ser meses de entrenamiento. Si fuera para poner una gasa o un "parche curita", podrían actuar de buena manera, pero a un rescatista le está prohibido intubar las vías respiratorias a un accidentado, pues eso sólo lo pueden hacer enfermeros, anestesistas, kinesiólogos y médicos.

La pregunta es, ¿por qué ellos no entran a la mina? Mientras en el mundo subterra se vive contra el tiempo para que el accidentado no muera, arriba no corren los cinco minutos de oro. Es un hecho que el Ministerio de Salud debe regular esa situación, pues todos los actores antes mencionados que cuentan con autorización de intubar, generalmente recomiendan subir a la víctima. Lamentablemente si se les hiciera caso, el accidentado ya estaría muerto.

Otro tema recurrente en las minas son los incendios. No deben existir extintores en minas subterráneas debido a que el fosfato mono amónico es fatal en temas subterráneos. Se trata de un polvo blanco brilloso, como cristales diminutos, muy irritante. ¿Les suenan las bombas lacrimógenas? ¿Sí? Bueno, están hechas con el mismo compuesto que te priva del oxígeno, pero la ley sigue dando pie para que algunos políticos y sus conexiones sigan teniendo estas empresas, negándose sustancialmente a innovar en el tema y modernizar el sistema con tecnología de punta.

Sobre los extintores, todos exigen hacer el curso de manejo del aparato, pero nadie repara que el curso se basa en enseñar a utilizar un extintor a la intemperie, al aire libre. Todos se van felices a casa comentando que aprendieron a usar de buena manera un aparato contra incendios. Pero, ¿qué pasa si en la realidad se le presenta un incendio declarado? Muy simple, el alumno no fue entrenado para trabajar en espacios cerrados, por ende, probablemente no sabrá cómo utilizarlo.

En cuanto a buenas noticias referentes al rescate, la actual ministra de Minería, Aurora Williams, tiene claro que debe hacer las cosas bien y no dudo que es su norte, pero debe contemplar que en caso de emergencia se debe contar con un sistema online de expertos en rescate subterráneo.

Con lo anterior me refiero a Bomberos y Carabineros (GOPE), principalmente, que jamás deben ingresar a una mina subterránea. No es su mundo y arriesgan sus vidas en pro de otras; admirable, pero inaceptable.

En el plano internacional del tema, hace unos meses Honduras solicitó ayuda a nuestro país por un derrumbe. El gobierno envió a dos especialistas de Codelco, pero ninguno era especialista en la materia. Si de esta forma nos queremos mostrar, estamos mal.

Sin embargo, existe un equipo en Chile que trabaja en silencio y se llama Rescate Atacama. Son los mismos que estuvieron en la Mina San José para ayudar en el rescate de los 33 mineros. Este es un equipo que sabe de lo que habla, he comprobado in situ su trabajo y nadie supera su calidad. De hecho, son el tercer mejor equipo del mundo. Si contaran con mayor apoyo de las instituciones, tendrían mayor cantidad de equipos, pues hoy nadie les otorga ni un peso para sus implementos, ni siquiera cuando prestan apoyo a rescate a grandes mineras. Impresentable, por decirlo menos.

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