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Lam-iendo heridas
Vie, 06/11/2015 - 09:15

Alfred Kaltschmitt

Correa cuereando
Alfred Kaltschmitt

Alfred Kaltschmitt, Msc es catedrático en periodismo y medios de comunicación, candidato Doctoral en Investigación Social. Director de "Esteoeste", programa televisivo de análisis y debate político, transmitido todos los domingos por Canal Antigua (Guatemala). Asimismo, es presidente de la Fundación Agros Tesorero de Apanac (Asociación de Amigos del Patrimonio Natural y Cultural de Guatemala) y columnista estable del diario Prensa Libre (Guatemala).

En la academia, el copy paste o plagio es anatema. Es el pecado original multiplicado ad infinitum del mundo de las ideas y las investigaciones. La lógica es simple. Un académico es un ente cuyo principal activo es su obra, sus ideas, su hoja de vida intelectual. Y si esta es falseada, el hechor pierde toda credibilidad y se hace acreedor a una condena moral y penal de largas consecuencias.

No es para menos. La apropiación de un trabajo o de una obra atenta contra la propiedad intelectual del autor original, minando su potencial de explotación y de sus derechos de autor. Cuando alguien vende o hace aparecer esa obra ajena como suya, incurre en un delito penado por la ley, y en un dilema ético del cual saldrá manchado de por vida.

Desde el advenimiento de la era del internet, el googuleo es una práctica tan común y de tan fácil utilización, que la práctica se ha convertido en un dolor de cabeza para la academia. Los estudiantes acuden al “Rincón del Vago” o cualquiera de los infinitos sitios cibernéticos para apropiarse de trabajos ajenos, y después de algún maquillaje superfluo, pasarlos como suyos. No pensaron. Solo teclearon. Se engañaron a sí mismos, a sus catedráticos y a los suyos. Amén de no aprender nada.

No son pocos los acusados de plagio, desde artistas, científicos, hasta premios nobel. Un caso sonado fue el del coreano Hwang Woo-suk, quien engañó al mundo asegurando haber clonado un embrión canino, y posteriormente, cuando ya había captado la atención del mundo científico, la clonación de un embrión humano in vitro.

Otro caso famoso descubierto se dio a finales de los cuarentas. Fue el caso del “falso eslabón perdido”, al que le llamaron el “hombre de Piltdown”. El timo duró décadas, hasta que descubrieron que las evidencias presentadas eran fragmentos de los dientes de un chimpancé, la mandíbula de un orangután, y partes de un cráneo humano. O sea.. la inclinación insana es de largo origen.

En el caso del licenciado José Ramón Lam Ortiz, principal moderador del equipo de transición de Jimmy Morales, el IPNUSAC lo señala de la usurpación de varios trabajos de asesorías pagadas con fondos del Estado, aportando pruebas del plagio de al menos cuatro trabajos de autores extranjeros.

El nuevo presidente no debe pasar por alto tan serio señalamiento sin darle el seguimiento adecuado a una acusación de esta gravedad, pues mancha su capital político, adquirido con el voto anticorrupción del pueblo.

Pero debe señalarse también que es difícil entender la razón del IPNUSAC, de esperar hasta este momento —de tan critica y vulnerable transición política— para alzar la voz con un despliegue mediático tan alto, justo cuando le causa mayor perjuicio al nuevo mandatario electo... Al detectarlo hace un tiempo, ¿por que no denunciaron públicamente el plagio de Lam con igual intensidad mediática? Hacerlo a través de terceros allegados al señor Morales, y no en forma pública como ahora, eleva cuestionamientos.

Un señalamiento público oportuno habría limitado grandemente las posibilidades de que Lam Ortiz llegase a ocupar esta posición en el equipo de transición.

O sea: Quan citius postea (mejor temprano que tarde...).

*Esta columna fue publicada originalmente en PrensaLibre.com

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