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Las libranzas en Colombia: ¿otro capítulo de la búsqueda de dinero fácil?
Vie, 07/10/2016 - 10:03

Julio César Alonso

Colombia: ¿tres ceros menos en los billetes?
Julio César Alonso

Julio Cesar Alonso es director del Centro en Economía y Finanzas (Cienfi) y profesor de tiempo completo del departamento de Economía de la Universidad Icesi (Colombia). Julio Cesar tiene un Doctorado en Economía, Maestría en Economía y Maestría en Estadística, en la Universidad de Iowa State. Es economista de la Universidad del Valle, en Cali, Colombia.

En el último mes ha crecido el escándalo financiero del año asociado a las libranzas. Y más que relacionado con éstas, relacionado con los intermediarios extra bancarios que pasaron la fina línea de ser compradores y vendedores de pagarés-libranzas a ser captadores masivos de dinero y posiblemente a implementar esquemas piramidales.

De la información fragmentaría que existe parece ser claro que algunos intermediarios extra bancarios convencieron a aproximadamente 10.000 personas y empresas (el número aún no es muy claro y la cifra cada día crece) a que "invirtieran" unos 1,5 billones de pesos (igualmente esta cifra no es muy clara y aumenta todos los días) en unos papeles que prometían una gran rentabilidad. Rentabilidades que llegaron a alcanzar el 21% efectivo anual, remuneración claramente imposibles de mantener en el corto plazo por actividades legales.

A septiembre de 2016, aún no es fácil determinar qué tan grande es el daño que está causando este fenómeno, pero lo que sí es claro son dos cosas: primero, no existió la regulación adecuada. Por omisiones de la regulación o por avivadas de los intermediarios extra bancarios, se cruzó una frontera entre vender y comprar unos títulos valores y la captación masiva de recursos y probablemente a la construcción de esquemas piramidales; segundo, los intermediarios extra bancarios aprovecharon una vez más el gran apetito de una porción de la población colombiana por inversiones de rentabilidad inusualmente alta.

Tras el gravísimo escándalo de las pirámides como DMG y DRF de 2008, del escándalo de Interbolsa y el Fondo Premium que explotó en 2012, se podría creer que los ofrecimientos de altas rentabilidades ya no encandilarían a los colombianos. O por lo menos se necesitarían muchos años más para que desapareciera de la memoria de los colombianos lo ocurrido. Como si fueran un fenómeno natural con gran regularidad, otra vez tras aproximadamente cuatro años aparece un buen número de colombianos que son deslumbrados por la idea de altos rendimientos en poco tiempo. No importa el estrato social, parece que por igual en nuestra sociedad la idea de ganar dinero fácil se encuentra incrustada. Esta vez, al igual que en el caso Interbolsa, pensionados y ahorradores han sido sorprendidos por la noticia de que no recibirán los altos rendimientos prometidos y que parte de su capital se puedo haber perdido.

Se hace difícil entender cómo rentabilidades del 16% o 21% efectiva anual no llaman la atención de los inversionista de que algo está andando mal. Si bien la regulación falló, también es importante que reconozcamos que este tipo de negocios, de "tumbados" para ser más preciso, necesita también del ahorrador que está dispuesto a ganar más de lo normal de manera rápida. Ninguno de los aproximadamente 10.000 inversionistas en libranzas que se encuentran en problemas fue obligado a poner sus recursos en este negocio. Por el contrario, la mayoría de estos eran conscientes de la alta rentabilidad que estaban recibiendo.

Estos casos recurrentes deben llamarnos la atención y permitirnos reflexionar un poco sobre estos episodios. ¿Por qué aparecen ese tipo de escándalos tan recurrentemente?  Por un lado, puede faltar educación financiera que le permita a los ahorradores reconocer rentabilidades anormalmente altas. Educación que permita entender que no existen milagros financieros que de la nada le permitan a una institución ofrecer altas rentabilidades sin un sustento material. Educación que permita identificar que, sin crear valor, no es posible ganar una rentabilidad sin que otro colombiano esté perdiendo algo.

Por otro lado, es claro que buena parte de los colombianos no han aprendido la lección de los colapsos de pirámides anteriores. Puede ser falta de difusión o falta de claridad en cómo se difunde lo ocurrido en esos episodios. Pero en últimas, creo que es innegable que en todos los estratos de nuestra sociedad parece existir una propensión inusualmente alta por escoger el camino que implica obtener rentabilidades altas de manera rápida sin reflexionar el origen de la rentabilidad. ¿Cómo aprenderemos de este episodio?

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