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Los cascos azules
Vie, 26/09/2014 - 09:29

Yuriria Sierra

Latinoamérica contra el narco
Yuriria Sierra

Yuriria Sierra es conductora de Cadena Tres Noticias y de Imagen Informativa (México), así como columnista habitual de Excélsior.

En distintos momentos históricos, México ha tenido participaciones en las operaciones de mantenimiento para la paz de la ONU. Distintas coyunturas alejaron a nuestro país por muchos años de éstas. La última vez, en el sexenio de Felipe Calderón, porque el panorama de la guerra contra el narcotráfico no dio oportunidad para que nos reincorporáramos a este servicio que ofrecen las Naciones Unidas.

Alguna polémica se despertó el anuncio que hizo hace un par de días Enrique Peña Nieto ahí mismo, en Nueva York, en la sede de la organización que preside Ban Ki-moon. Polémica porque para algunos, eso significaría la participación de México en intervenciones militares. Tal vez pensando así porque, en efecto, sería personal militar el que se enviaría, aunque paradójicamente, las misiones de las que se encargan en las OMP: “Las operaciones son acordadas, decididas por el Consejo de Seguridad sobre las distintas normas, las distintas bases ya establecidas. Se trata de situaciones que han sido de conflicto o posconflicto; y tienen por objetivo garantizar por la paz, la reconstrucción cuando se habla de un conflicto interno de un país o en caso de un conflicto internacional. No se trata en ningún momento de una injerencia externa en los asuntos de un país. En primer lugar, la creación de una misión de mantenimiento de la paz debe contar con el consentimiento del Estado en donde se va a desarrollar. No es una imposición...”, me decía ayer en Reporte 98,5 el embajador Claude Heller, quien fue representante permanente de México ante las Naciones Unidas.

Actualmente, la ONU tiene en ejecución 16 de estas operaciones en marcha. Desde su creación ha logrado resolver más de 50: “No es sólo la seguridad, sino una serie de objetivos en materia de Estado de derecho, de protección de la población civil, de empoderamiento de la mujer, de protección de los niños que se han involucrado en conflictos armados...”.

Aunque aún falta la aprobación del Senado —cosa que es prácticamente un hecho—, lo cierto es que es un acierto, me decía ayer también Maruan Soto Antaki, escritor mexicano de origen sirio que vivió en carne propia el trabajo que realizan estos cuerpos de paz, siendo él aún un adolescente radicado en aquella región, en Siria.

Ante la polémica, aquellos que dicen que México está incendiado por dentro y qué necesidad de participar en estos cuerpos de ayuda que van dirigidos a otros países, estarán olvidando el papel de la política exterior, su importancia. “Es un asunto de civilidad, es una cosa bastante simple. Es ridículo que México firmara tratados internacionales sin formar parte de esos tratados...”, dicho en palabras de Soto Antaki.

Claro que es una participación importantísima de nuestro país. Porque en el entendido de que nuestras Fuerzas Armadas no están para intervenciones militares (para que dejemos claro que no se va a eso), sí tiene un sentido de solidaridad y de reacción ante ciertos acontecimientos. Justamente, lo que hemos visto en Baja California Sur ante el paso de Odile. La implementación de programas como del DN3, como aportación a estos cuerpos de paz de la ONU será un asset invaluable para todos los países que apenas empiezan a enfrentar los efectos del cambio climático y sus desastres naturales. Eso, por poner apenas un ejemplo... Bienvenida la inclusión de México a las misiones de paz de Naciones Unidas.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx

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