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Los cien primeros días de Trump con México
Lun, 01/05/2017 - 21:23

Leo Zuckermann

¿Puede comprarse el voto en México?
Leo Zuckermann

Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.

¿Por qué la marca de los cien primeros días se convirtió en un asunto tan relevante para el presidente Trump? Por su culpa: él la hizo importante. El 22 de octubre pasado, a unos cuantos días de la elección presidencial, el entonces candidato republicano dio un discurso en Gettysburg. Ahí, al estilo de la campaña de Peña, firmó un contrato con el electorado donde se comprometió a 28 acciones que realizaría los primeros cien días de su Presidencia en caso de ganar. Algunas de estas promesas estaban relacionadas con México. ¿Qué tanto las cumplió?

Veamos una por una.

Primero, hay una promesa que cumplió a cabalidad y que sí afectó a México: retirarse del Acuerdo de Asociación Transpacífico, el TPP. Esta alianza era nuestra gran apuesta para modernizar y extender el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Un acuerdo de nueva generación que incluía temas como el comercio electrónico y la propiedad intelectual. El TPP uniría comercialmente a 12 países que generan el 38% del PIB mundial, incluyendo los tres socios del TLCAN. México le dedicó mucho tiempo y esfuerzo a las negociaciones de este tratado. El presidente Obama había entendido, correctamente, la relevancia del TPP ante el desafío de China como potencia comercial. No obstante, Trump, de un plumazo, terminó con este acuerdo multilateral donde no sólo ganaría su país, sino también el nuestro. Una lástima, sin duda, producto del proteccionismo comercial del nuevo presidente de EU.

“Anunciaré mi intención de renegociar el TLCAN o retirarme del tratado bajo el Artículo 2205”, prometió Trump en Gettysburg. La semana pasada, muy a su estilo, montó un alboroto mediático en torno a este tema. Alguien en la Casa Blanca filtró a la prensa la intención del Presidente de firmar un decreto para retirar a EU del TLCAN. Se armó la de Dios. Los intereses económicos en ese país se movilizaron para convencer a Trump de la locura de salirse del Tratado. El primer ministro de Canadá y el Presidente de México hablaron con su homólogo estadunidense para alertarlo de las consecuencias negativas de retirarse del TLCAN. Y, supongo que como pretendía Trump, salió luego a declarar que, ante la andanada de llamadas, le daría una oportunidad a las negociaciones antes de abandonar el acuerdo. Así salvó la cara frente a su electorado.

¿Dónde estamos cien días después con respecto al TLCAN? Con mucho ruido y pocas nueces. Trump aún no ha notificado al Congreso su intención de renegociarlo y los alcances del mismo. Sólo a partir de entonces, noventa días después, comenzarán las negociaciones. Esto va para largo.

Trump prometió, también, trabajar con el Congreso para presentar varias piezas legislativas en los cien días. Una de ellas, la “Iniciativa para Acabar con la Inmigración Ilegal”, que contemplaba el “financiamiento completo para la construcción de un muro en nuestra frontera sur con el pleno entendimiento de que México reembolsará a EU”. Dicha iniciativa no está presentada en el Congreso que, además, no le ha autorizado ni un quinto a Trump para la construcción del muro, a pesar de que la administración ya comenzó a licitar la obra. Trump, asimismo, prometió reformas para establecer penas de prisión federal por reingreso ilegal a EU de personas previamente deportadas. Esto tampoco se ha cumplido.

El candidato, sin embargo, se comprometió a “comenzar a eliminar a los más de dos millones de inmigrantes ilegales criminales del país”. Aquí, por desgracia, Trump sí ha cumplido. De acuerdo a datos provistos por Jorge Ramos, la actual administración “arrestó a 21 mil 362 indocumentados del 20 de enero al 13 de marzo de este año. En ese mismo periodo en 2016, Obama sólo había deportado a 16 mil 104 personas. Este es un aumento del 32%”. De los detenidos, cinco mil 441 no tenían un récord criminal. Pero Trump había emitido un decreto en el que amplió el concepto de criminalidad a prácticamente todo aquel que haya entrado ilegalmente a EU. Esto ha generado un ambiente de miedo —“terror”, según Ramos— entre los once millones de indocumentados en EU, la gran mayoría mexicanos.

Finalmente, Trump prometió cancelar el financiamiento federal a las “ciudades santuarios”, es decir, aquellas que no utilizan a sus policías para perseguir indocumentados. En estos cien días, el Presidente y su procurador han presionado a estas ciudades, logrando que algunas cancelen esta política. Sin embargo, un par de jueces federales ya declararon inconstitucional el condicionar fondos federales por esta razón, lo cual representa una derrota para Trump con respecto a esta promesa.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excélsior.com.mx.

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