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México: el PAN debe elegir ya a su candidato presidencial
Jue, 27/10/2016 - 09:25

Leo Zuckermann

¿Puede comprarse el voto en México?
Leo Zuckermann

Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.

A Ricardo Anaya se le está terminando el tiempo de promoverse como posible candidato presidencial desde la dirigencia nacional del PAN. Los otros cuadros que aspiran a la candidatura -y la gente que los apoya- están reclamando que esto es injusto. Demandan, por lo tanto, que Anaya se defina: o sigue en la ruta de querer ser candidato presidencial y renuncia a la dirigencia del partido o continúa al frente del PAN y renuncia a sus aspiraciones presidenciales en 2018. Si Anaya no toma una decisión pronto, corre el riesgo de que los panistas se dividan, lo cual sería una excelente noticia para López Obrador porque, hoy por hoy, según las encuestas, la carrera del 18 está entre el PAN y el tabasqueño (no se ve por dónde pueda repetir el PRI en la Presidencia con los números que trae). Tengo la impresión de que los panistas, con un poco de audacia e inteligencia, pueden resolver este problema pronto. ¿Cómo? Eligiendo ya a su candidato presidencial.

Así lo imagino. Anaya negocia un acuerdo político con los posibles candidatos presidenciales, renuncia a la dirigencia nacional del PAN y llama a una nueva elección. El ganador de estos comicios internos (quizá entre militantes y adherentes) no sólo se convertiría en el dirigente nacional del PAN, sino en virtual candidato a la Presidencia en 2018 (Anaya, evidentemente, podría participar en esta elección). Los perdedores se repartirían los puestos importantes del Comité Ejecutivo Nacional y las candidaturas más importantes de 2018 que no sea la presidencial: número uno en la lista plurinominal al Senado para ser el líder de la bancada panista de esa cámara, número uno en la lista plurinominal a la Cámara de Diputados para ser el líder en ese cuerpo legislativo, candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de México, etcétera.

Cuando se conforme el nuevo Comité Ejecutivo Nacional con los virtuales candidatos, se repartirían los spots de radio y de televisión. Digamos que el 50% se le asignarían al dirigente nacional del PAN y candidato presidencial y el otro 50% a los puestos del Comité para ir haciendo campaña hacia el Senado, Cámara de Diputados y gobernadores en entidades federativas. El PAN, de esta forma, tendría tiempo para sanar las heridas de la contienda interna y los virtuales candidatos a puestos de elección popular tendrían los apreciados spots de radio y de televisión para promocionarse. El partido presumiblemente llegaría unido a 2018, dándole la pelea a López Obrador. El ungido, ya con la candidatura en la bolsa, además podría comenzar las negociaciones para lograr el apoyo de otros partidos.

Alguien podría argumentar que ésta es una estrategia cínica que implica actos anticipados de campaña supuestamente prohibidos por la ley. Pero en este rubro hay una cláusula, avalada ya por las autoridades electorales, que permite a los líderes partidistas aparecer en los spots de radio y de televisión. Por eso aparecen hoy López Obrador (Morena), Anaya (PAN) y Ochoa (PRI) en los anuncios. Es una de la típicas simulaciones mexicanas que, por un lado, prohíbe los actos anticipados de campaña pero, por el otro, encuentra subterfugios para saltarse la ley.

En fin, lo que parece insostenible, a riesgo de dividir al partido, es que Anaya siga utilizando los spots para promocionarse. El dirigente del PAN debe entenderlo. Durante varios meses estiró la liga. Parece que está a punto de reventarse. Y si se revienta, ni él ni Margarita Zavala ni Rafael Moreno Valle ni algún otro panista que levante la mano recuperará la Presidencia porque, como ya se demostró en el caso de Roberto Madrazo, cuando un presidente de un partido abusa de su puesto para imponerse en una candidatura, los demás cuadros se enojan, bajan las manos e incluso migran hacia otras pasturas.

La condición para que el PAN gane en 2018, como se vio este año, es que los panistas lleguen unidos y motivados. Eso implica, me parece, elegir ya a su candidato presidencial, ponerlo como líder del partido, darle otras salidas a los otros competidores internos y aparecer todo lo que se pueda en los medios, tal y como está haciendo López Obrador con total impunidad.

Llegó el tiempo de que Anaya se decida y negocie un acuerdo político con Margarita, Moreno Valle et al. Dbe demostrar que tiene los tamaños para desenredar un nudo complejo. Esto le dará credibilidad en la carrera rumbo a 2018. Porque, si ni siquiera puede resolver este asunto interno de su partido, si sigue haciéndose el sordo, pues quedará como un político muy chiquito que no merece ser Presidente de México.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excélsior.com.mx.

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