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México: ¿funcionará la estrategia para olvidar los escándalos de las casas?
Lun, 24/08/2015 - 08:33

Leo Zuckermann

¿Puede comprarse el voto en México?
Leo Zuckermann

Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.

No hubo sorpresas. Terminó la investigación que realizó la Secretaría de la Función Pública sobre las casas Higa-San Román del Presidente, su esposa y el secretario de Hacienda. No se cometió ninguna ilegalidad; todo fue kósher de acuerdo a Virgilio Andrade. Acto seguido, el presidente Peña ofreció disculpas: reconoció que, si bien no violó la ley, pudo haberse visto mal y, por eso, pidió perdón a fin de recuperar la confianza. Acto seguido, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, hizo lo mismo: admitió que, a pesar de haber comprado su casa en Malinalco sin violar la norma, pudo haberse malinterpretado y por eso más disculpas. Así la estrategia orquestada por el gobierno para tratar de darle carpetazo a uno de los eventos más escandalosos de este sexenio.

Investigación cerrada con cero ilegalidades, disculpas de los involucrados y vámonos a otras cosas. Lo hicieron el viernes para tener poca reacción mediática. Es el mejor día para gestionar notas vergonzosas, ya que la jornada siguiente, el sábado, es cuando menos noticieros hay y menos lectores tienen los periódicos. Bien pensada y ejecutada, entonces, la estrategia gubernamental para cerrar este tema y apostarle al olvido de la gente. La pregunta es si les funcionará. Dependerá, me parece, de lo que hagan, a partir de ahora, tres actores importantes en toda democracia: la oposición, los medios y las organizaciones ciudadanas.

Una de las historias más ignominiosas del capítulo de las casas fue el papel que jugó la oposición para solapar el tema. PAN y PRD escondieron sus cabezas cual avestruces: ni criticaron al gobierno ni exigieron una comisión especial en el Congreso para averiguar lo sucedido. En este sentido, nuestra democracia fracasó: no funcionó el sistema de pesos y contrapesos para controlar los abusos del poder. Muy caro les costó a panistas y perredistas este error. El electorado los castigó en las pasadas elecciones, más que al PRI, por no haber hecho su trabajo de oposición verdadera. ¿Habrán entendido el mensaje de las pasadas elecciones? ¿Ahora sí le exigirán cuentas a Peña y compañía? ¿Revisará la oposición la investigación de Andrade desde el Congreso? ¿Harán ellos mismos sus propias indagaciones? Si no lo hacen, si siguen comportándose como achichincles del gobierno, la estrategia gubernamental diseñada para el olvido de los escándalos de las casas tendrá una mayor oportunidad de funcionar.

Los medios son otro actor de contrapeso para castigar presuntos abusos del poder en toda democracia liberal. Aquí la reacción mediática frente a las casas fue escasa. Una vez que Aristegui Noticias dio a conocer lo de la Casa Blanca de Peña, la prensa nacional fue muy condescendiente con el gobierno. Hubo pocas investigaciones adicionales. Un medio internacional, el Wall Street Journal, fue el que descubrió la casa de Videgaray. En México, Proceso encontró dos casas que el secretario de Gobernación le había “rentado” a un excontratista de su gobierno en Hidalgo y una mansión que el subsecretario Luis Miranda se estaba construyendo en las Lomas. Estas historias no tuvieron la resonancia que uno hubiera esperado. Si los medios nacionales siguen tan pasivos y acomodaticios con este tipo de escándalos, la estrategia diseñada por el gobierno para olvidarlos tendrá una mayor probabilidad de funcionar. Máxime ahora que Carmen Aristegui, la valiente periodista que destapó la historia de las primeras casas, sigue fuera del aire después de su infame despido hace ya varios meses.

Finalmente están las organizaciones de la sociedad civil que también sirven como contrapeso en una democracia. En México, por fortuna, existen varias dedicadas al tema de la transparencia y el combate a la corrupción. Tendrían que tomar este asunto de las casas y hacer una especie de “libro blanco” sobre el tema a fin de comprender lo sucedido y proponer políticas públicas para evitar que algo similar ocurra en el futuro. Esto debería incluir la revisión de la pesquisa que hizo la Función Pública y la de las casas de Osorio Chong y Miranda que no se investigaron.

Por cierto, cuando el presidente Peña le ordenó al secretario Andrade indagar si hubo conflicto de interés en lo de las casas, le pidió “convocar a un panel de expertos para que evalúen esa investigación”. Vamos a ver si cumplen. Si efectivamente convocan a expertos independientes o a más amigos, como Virgilio, quien lamentablemente se prestó a realizar una investigación a modo sin recato alguno.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx

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