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Nuevo golpe a la prensa turca
Mar, 01/11/2016 - 10:39

Seda Seidar

El gobierno turco está jugando con fuego
Seda Seidar

Seda Serdar dirige la redacción turca de Deutsche Welle.

El 29 de octubre, Turquía celebró el 93º aniversario de la fundación de la República. Sólo dos días después, el diario Cumhuriyet, tan antiguo como la moderna Turquía y cuya cabecera significa, precisamente 'república', vuelve a ser objetivo de la camapaña contra los medios de oposición. Con el pretexto del estado de emergencia se silencia a las voces críticas.

El lunes, el editor en jefe y algunos autores destacados fueron detenidos. Contra el exdirector del diario, Can Dündar, que se encuentra actualmente en Alemania, se emitió ya una orden de detención. Para hacer las cosas aún más absurdas se acusa a los periodistas críticos de conexiones con el movimiento del clérigo Gülen, objetivo número uno del gobierno turco.

La realidad es mucho más simple: cualquiera que se oponga a las políticas actuales es un terrorista o ha ayudado de una u otra forma al PKK o al movimiento de Gülen. Así es, por desgracia, como se resume todo. El guión está escrito de hace tiempo y el gobierno no se detendrá hasta ver entre rejas a todos sus opositores. Especialmente a los periodistas que están en busca de la verdad

Tensiones bilaterales. Tras el intento de golpe de Estado y la posterior represión desplegada por Ankara, muchos académicos y periodistas han huido a Alemania. No solo intelectuales, también diplomáticos a los que el gobierno turco achaca posibles vínculos con el movimiento de Gülen, buscan refugio aquí. Dada la amenaza de la tortura, no parece probable que Alemania vaya a extraditar a estas personas. La República Federal de Alemania se esfuerza por encontrar una forma de  afrontar la situación sin poner en peligro sus relaciones con Turquía.

No sería raro que Turquía buscara la extradición desde Alemania de los periodistas turcos sobre los que pesan órdenes de detención. En tal escenario podría volverse aún más difícil hallar puntos de encuentro, lo que podría tensar las relaciones entre ambos países.

Compromiso con la democracia. Es sorprendente y decepcionante que los políticos alemanes hayan respondido con timidez hasta ahora a estas nuevas detenciones. Obviamente, Alemania se preocupa más por el acuerdo sobre refugiados que por la situación de la democracia en Turquía.

Las detenciones, las reformas legales, las discusiones sobre la reinstauración de la pena de muerte y la insistencia en un sistema presidencial en una democracia que no funciona muestran que Turquía está llegando a un punto de no retorno. Quizá antes de lo que piensan, la canciller Angela Merkel y otros líderes europeos tendrán que adoptar posturas más categóricas en defensa de la democracia.

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