Pasar al contenido principal

ES / EN

Por qué invertir en acciones por dividendo es siempre clave del éxito
Lun, 04/05/2015 - 16:17

Andrés Cardenal

Tres compañías tecnológicas con sólidos dividendos
Andrés Cardenal

Andres Cardenal es Analista de Sala de Inversión América.

Una de las estrategias más sencillas y comprobadas a la hora de buscar retornos por encima de la media del mercado a largo plazo es hacerlo en acciones con sólidos dividendos.

Si estás pensando en invertir mediante esta estrategia, a continuación detallamos algunos puntos clave que debemos tener en cuenta.

El beneficio que recibimos como accionistas puede venir de dos fuentes distintas, las ganancias de precios o los pagos de los dividendos en efectivo. Las ganancias de capital (movimientos de precios) pueden ser grandes y es posible obtener resultados atractivos en plazos de tiempo algo breves. No obstante, se trata de una variable bastante difícil de predecir, ya que los precios suelen intercalar períodos alcistas y bajistas, lo que supone que los movimientos de capital ofrecen una volatilidad considerable que debemos tener en cuenta en los retornos del inversor.

Los dividendos suponen una fuente de beneficios más estable y predecible, aunque el potencial de ganancia es más pequeño si se compara con las ganancias posibles via distribuciones de capital. Sin embargo, muchos inversores valoran la posibilidad de tener unos ingresos recurrentes de efectivo de su cartera, sin tener que depender de variables como el ánimo de mercado o la situación económica de un país o en general, que impacta fuertemente sobre las fluctuaciones de precios.

Pero hay más ventajas a la hora de invertir en acciones con dividendos. Las compañías con dividendos sólidos suelen generar además mejores beneficios en cuanto a ganancias de capital, lo que supone que invertir en esta clase de compañías puede ser bastante rentable desde ambos puntos de vista. Esto se explica teniendo en cuenta de que los dividendos dicen mucho sobre la calidad fundamental de un negocio. Para que una empresa pueda pagar dividendos y aumentarlos a largo plazo, debe contar con un negocio sólido y rentable, lo que se traduce en dividendos crecientes, pero también en beneficios de precio con el paso del tiempo.

Tal y como explica Goldman Sachs, una inversión de US$10.000 en acciones que no pagan dividendos en el año 1972 se hubiera convertido en un beneficio de US$30.363 a finales de 2014. En cambio, la misma suma de dinero invertida en compañías con dividendos hubiera generado un capital final de US$461.904. Sin duda, la diferencia es abrumadora, y se explica tanto en base al retorno directo de los dividendos como por las mayores ganancias de precios que ofrecen estas acciones.

A la hora de seleccionar acciones por dividendo, la mayoría de los inversores se suelen centrar en empresas con alta rentabilidad por dividendo, lo que significa acciones que pagan altas tasas en efectivo frente a su precio de mercado. Por tanto, este suele ser un criterio importante, ya que funciona como medida de valoración de las acciones e indica, además, el nivel de beneficios a través del pago en efectivo que estamos obteniendo en la negociación.

No obstante, también es muy importante tener en mente que la trayectoria de los dividendos puede ser más importante que la rentabilidad por dividendos en sí misma. Cuando invertimos en una acción con alta rentabilidad por dividendo, pero con pagos de efectivo insostenibles en el tiempo, nos exponemos a la posibilidad de un recorte de dividendos. En este caso, suele ser bastante normal que se produzcan también caídas importantes en los precios, lo que es un golpe doble para el inversor.

De hecho, según Goldman Sachs, las compañías que ofrecen dividendos crecientes ejercicio tras ejercicio superan no solo a las acciones que no pagan dividendos, sino también a aquellas que mantienen sus dividendos estables. En base a los retornos históricos, una posición de US$10.000 en acciones con dividendos crecientes en 1972 se hubiera convertido en un capital de US$630.024 en el año 2014.

Cuando queremos elegir las acciones por dividendos, es importante que observemos más allá de la tasa de dividendos en sí misma así como prestar atención a la capacidad de la compañía para mantener dividendos crecientes de cara al futuro. En este sentido, debemos prestar atención tanto a las variables financieras y cuantitativas como a los datos fundamentales y cualitativos del negocio de la compañía.

Una empresa que ofrezca flujos de caja libre amplios - flujo de caja disponible después de financiar las necesidades de reinversión en el negocio - tendrá seguramente mayor flexibilidad financiera para retribuir a sus accionistas con dividendos crecientes en el tiempo.

Debemos prestar atención también a los fundamentales del negocio, ya que los flujos de caja dependen de cuestiones como la fortaleza competitiva de la compañía, las oportunidades de crecimiento en la industria o la calidad de su equipo directivo.

En resumen, invertir en acciones por dividendo suele ofrecernos resultados buenos más allá del ingreso directo que los dividendos generan. Los pagos en efectivo reflejan la calidad del negocio, e invertir en compañías de calidad superior tiende a producir retornos superiores con el paso de los años.

*Esta columna fue publicada originalmente en Sala de Inversión.es.