He escrito sobre coaching y he entrevistado a expertos en esta metodología como Joseph O'Connor, director del International Coaching Community (ICC), sin embargo, no me había dado la oportunidad, hasta ayer, de ser "coacheado", tras el ofrecimiento de un amigo que se dedica a ayudar a las personas a disfrutar de su experiencia, encontrar motivación y sentido a sus vidas.

Creo que me demoré cerca de tres semanas en tomar la decisión. Y no fue hasta hace unos días que decidí sentarme y hacer una evaluación de los pasos que estaba dando en mi carrera profesional y personal. Con eso claro, se podría decir que tenía un piso con el cual llegar y vislumbrar cómo, con la ayuda de un coach, podría tratar de tomar mejores decisiones, encontrar una estrategia para conseguir mis metas y mejorar mi capacidad de conectarme con las personas.

Una de las primeras cosas que hizo el coach fue saber en qué estaba y preguntarme sobre si lo que actualmente estaba haciendo iba acorde a los valores que yo quería entregar en los profesional y personal, para luego preguntarme por mis metas, cómo podía alcanzarlas y cómo me veía de aquí a diez años, interrogantes que desde hace un tiempo no me hacía.

Lo interesante fue que en no más de dos horas él tenía plasmado en un papel una radiografía de mi estado actual y mis metas a futuro. Fue así como descubrí de la importancia de sentarse unos minutos con una persona que te ayude a desactivar ese piloto automático con el que nacemos como consecuencia de la globalización (¡soy un millennial!), para volver a ver con claridad lo que realmente me gustaría hacer.

Al final de la sesión, el coach me preguntó si me interesaría continuar con el ejercicio, y mi respuesta fue inmediatamente sí. Es que creo que en el mundo que estamos viviendo, toda persona, desde un ejecutivo, estudiante o directivo, necesita de un guía que le recuerde si está cumpliendo con sus metas planteadas en un principio, y por ende, no errar en el logro de los resultados.

Sin embargo, algo muy importante que saqué de la sesión fue que en cada cosa que hacemos es de vital importancia entregar valor, y no tomar todo como una transacción. Y es que como me dijo Joseph O'Connor, en una entrevista que le realicé hace un tiempo, "los valores son la energía que conduce a lograr los objetivos. Nosotros alcanzamos sólo las cosas que nos parecen importantes".

Cabe destacar que si bien, tal y como me destacó O'Connor, el cliente tiene las respuestas y el coach las preguntas, quién es "coacheado" va a ser siempre responsable de sus resultados.