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Razón y sinrazón en política internacional
Lun, 30/01/2017 - 08:59

Farid Kahhat

Las buenas noticias que trae el fallido atentado a Times Square
Farid Kahhat

Peruano, doctor en Relaciones Internacionales, Teoría Política y Política Comparada en la Universidad de Texas, Austin. Fue comentarista en temas internacionales de CNN en español, y actualmente es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP (Perú) y analista internacional.

En artículos previos sugerí que una razón por la cual la administración Trump podría atemperar sus ínfulas proteccionistas, era el hecho de que estas resultarían contraproducentes en el largo plazo. Una posible crítica a ese argumento es que asume que la razón será el criterio que guíe la evaluación de las decisiones políticas.

La historia provee algunos ejemplos de lo contrario. Un mito recurrente sobre la relación entre paz y comercio internacional es un presunto error que realistas como Kenneth Waltz atribuyen a liberales como Norman Angell. Según  Waltz, "En su célebre obra titulada 'La Gran Ilusión', Norman Angell resumió los aportes de varias generaciones de economistas clásicos y neoclásicos, a partir de las cuales llegó a la conmovedora conclusión de que ya no habría guerras, pues los conflictos armados habían dejado de ser rentables". El libro de Angell fue publicado en 1910 y, como sabemos, en 1914 estalló la Primera Guerra Mundial pese a que Alemania era el segundo mercado de exportación del Reino Unido, y este último era el principal mercado de exportación para Alemania.

Pero lo que en realidad dijo Angell en "La Gran Ilusión" fue lo siguiente: "¿debemos asumir que aquello que es evidente para el banquero –es decir, que el repudio de los compromisos y el saqueo financiero son una auténtica estupidez y un suicidio comercial- habrá de permanecer por siempre fuera de la comprensión de los gobernantes?". En otras palabras, no suponía que el elevado costo de un conflicto armado entre Estados con una alta interdependencia económica haría que la guerra entre ellos fuese imposible, pero sí que haría de ella algo estúpido y suicida.

La Primera Guerra Mundial provocó unas 15 millones de muertes y devastó las economías europeas, sin resolver a cambio las razones que le dieron origen. Alemania no sólo recuperó su poderío económico y militar, sino que además lo hizo bajo un liderazgo irredentista y expansionista. El comercio internacional se desplomó, y aunque el proteccionismo no causó la Gran Depresión, habría contribuido a profundizarla. Un par de décadas después, Europa (y buena parte del mundo) se verían sumidos en la guerra más mortífera en la historia de la Humanidad. En resumen, una elevada interdependencia económica no hace que las guerras entre Estados sean imposibles, pero las hace tan ineficaces como medio para conseguir objetivos políticos, que su empleo podría calificarse como estúpido y suicida.

Un segundo mito creado por autores realistas sobre el pensamiento liberal era aquel según el cual este profesaba una visión idílica sobre la naturaleza humana. En realidad la mayoría de autores liberales no hacían supuestos heroicos sobre la materia. De hecho, el supuesto que hacía Angell al respecto era el mismo que hacía Immanuel Kant en "La Paz Perpetua". Según este, incluso demonios podrían aprender a valorar la paz, a condición de que fueran racionales. Es decir, suponía que seríamos capaces de aprender de nuestros errores y valorar la necesidad de dosis mínimas de cooperación y paz, porque serían el único medio eficaz para conseguir nuestros objetivos (aun cuando estos estuviesen desprovistos de consideración por el prójimo). 

Sigmund Freud criticó esa perspectiva en un texto escrito durante la Primera Guerra Mundial ("Consideraciones de Actualidad sobre la Guerra y la Paz").

Por el bien de todos, esperemos que esta vez sean Angell y Kant quienes tengan razón. 

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