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Se llevan a los niños para que no los maten ni los violen
Mié, 16/07/2014 - 12:04

Martín Rodríguez Pellecer

Destruir la política en Guatemala
Martín Rodríguez Pellecer

Martín Rodríguez Pellecer (1982) es periodista y guatemalteco. Estudió Relaciones Internacionales (una licenciatura) en Guatemala y luego una maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Autónoma de Madrid (España). Aprendió periodismo como reportero en Prensa Libre entre 2001 y 2007, desde la sección de cartas de los lectores hasta cubrir política e investigar corrupción. En 2007, ganó un premio de IPYS-Transparencia Internacional por el caso Pacur. Ha trabajado en think tanks (FRIDE, Flacso e ICEFI), aprendido varios idiomas, viajado por dos docenas de países, es catedrático en la URL y columnista de elPeriódico. Es director y fundador de Plaza Pública.

Lo bueno de la goleada 7-1 fue que a muchos empezó a espabilarnos y sacarnos de la burbuja del mundial. Ahora que ya el mundial se acabó para todos, retomemos los temas urgentísimos. El más urgente es el del futuro de 4 millones de niños y 4 millones de adultos guatemaltecos que no tienen futuro por la pobreza, la desigualdad y la violencia. Una de cada cuarenta de estas familias envió a uno de sus hijos a cruzar México para llegar a Estados Unidos.

Una de cada cuarenta familias. Imagínese que desapareciera un niño de su cuadra cada semestre porque se fue a Estados Unidos acompañado únicamente de coyotes. Y no porque “los engañen los rumores de que ahora ya legalizan a los niños”, pues como le dijeron al periodista Óscar Martínez, de ElFaro.net, un coyote, un diplomático y una madre salvadoreña que pagó US$4.500 por llevar a su hijo a EE.UU.: después de once años como indocumentada, “ya nadie cree en magias” de legalizaciones. Se los llevan porque no quieren que a sus hijos o hijas “no los maten o las violen cuando lleguen a adolescentes” en los barrios marginales o las aldeas centroamericanas en las que malviven.

¿Y qué hacemos para frenar esto? ¿El plan de cazar coyotes de Obama –aceptado sin chistar por los presidentes de México, Guatemala, El Salvador y Honduras–? Sólo será un paliativo y frenará la migración temporalmente. Es como tapar una olla encendida y pretender que los que se están quemando hasta abajo no quieran arriesgarlo todo para intentar salir.

Las fórmulas mágicas no existen, pero ni siquiera estamos haciendo lo básico: pagar impuestos conforme nuestras capacidades para que esos 4 millones de niños pobres (cuyos papás no tienen para pagar impuestos) tengan acceso a educación y no abandonen las escuelas, tengan acceso a centros de salud y que gracias a esa educación después sean plenos y productivos para empleos dignos y seguridad social. ¿Cómo hacemos para lograr este círculo y evitar que expulsemos a 50.000 niños cada año? Impuestos para bienes públicos; bienes públicos (educación, salud) y empleos dignos.

Exactamente es lo opuesto a lo que estamos haciendo. Cediendo más excepciones fiscales, reduciendo la permanencia de niños en las escuelas, administrando Salud y el IGSS con total opacidad, rebajando los mínimos para empleos dignos. No necesitamos campaña electoral anticipada, necesitamos que los movimientos sociales, los grupos de poder y los líderes se sienten y avancen hacia allí: bienes públicos para que todos tengamos oportunidades y no tengamos que expulsar a 50.000 niños y niñas para que no los maten ni las violen cuando lleguen a ser adolescente.

*Esta columna fue publicada originalmente en El Blog de Wachik' aj.