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¿Se viene una ola proteccionista?
Lun, 16/01/2017 - 14:11

Farid Kahhat

Las buenas noticias que trae el fallido atentado a Times Square
Farid Kahhat

Peruano, doctor en Relaciones Internacionales, Teoría Política y Política Comparada en la Universidad de Texas, Austin. Fue comentarista en temas internacionales de CNN en español, y actualmente es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP (Perú) y analista internacional.

En marzo de 2017, el gobierno del Reino Unido invocará el artículo 50 del Tratado de Lisboa, dando inicio a las negociaciones para su separación de la Unión Europea. El presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, no buscará la ratificación del Acuerdo Transpacífico (o TPP, por sus siglas en inglés, y es poco probable que este continúe con los otros Estados suscriptores, dado las concesiones en materia agropecuaria que Japón realizó en el TPP buscaban como contraprestación el acceso al mercado estadounidense). China amenaza con represalias a Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, si estos no la reconocen ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) como una economía de mercado. Si a lo anterior agregamos que entre 1985 y 2007 el comercio internacional crecía casi al doble de la tasa a la que crecía el producto mundial y que desde 2012 apenas iguala esa tasa, la pregunta del título parecería trivial.

Y la historia sugiere que los avances en materia de “globalización” son reversibles: si esta se mide con base en la proporción que el comercio representa dentro del producto de un país, para las principales economías del mundo esa proporción era similar a principios del siglo XX que a principios del siglo XXI. Y, como sabemos, esa proporción disminuyó significativamente durante el período de entreguerras. ¿Qué tan probable es que algo así se repita?

Aunque cierto retroceso es ya evidente, habría razones para pensar que no se cumplirán las previsiones maximalistas. Lo que hoy denominamos “Globalización” tiene características diferentes a lo que ocurrió hasta principios del siglo XX.

Para empezar, en aquel entonces la mayoría de la población del mundo se incorporaba a la economía internacional o bien bajo los monopolios comerciales propios del colonialismo (por el  ejemplo la India), o bien bajo tratados desiguales (e impuestos incluso por la fuerza, como el que suscribieron el Reino Unido y China tras la primera guerra del opio).

Otra diferencia es que entonces la liberalización del comercial entre algunas de las principales economías del mundo (aunque no todas), se dio o bien de manera unilateral o, a lo sumo, a través de acuerdos bilaterales relativamente acotados (no incluían, por ejemplo, temas como el comercio de servicios o los derechos de propiedad intelectual, que hoy suelen ser negociados dentro de los denominados “Tratados de Libre Comercio”).

Hoy en día la integración se basa en lo esencial en acuerdos que van desde el nivel bilateral hasta el nivel mundial (V., la OMC), pasando por el nivel regional (V., la Unión Europea): ningún Estado puede modificar unilateralmente lo estipulado por dichos acuerdos. 

Por último, hoy existen procesos de integración sin precedentes. Por ejemplo, las cadenas internacionales de suministros. Si bien cabe esperar que el gobierno de Trump busque renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, es sumamente improbable que cumpla con su amenaza de abandonarlo en caso de no obtener sus demandas. No sólo porque Canadá es su primer socio comercial y México es el tercero (aunque es el primer o segundo mercado de exportación para cerca de la mitad de los Estados de la unión americana), sino además por otra razón: de cada dólar que México exporta a los Estados Unidos, 40 centavos corresponden a insumos que México importa desde los Estados Unidos. Es decir, equivaldría a lanzar un búmeran. 

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